- Durante el mes de julio y en virtud de un acuerdo de colaboración, la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales (ESCRBC) de la Comunidad de Madrid realiza trabajos de restauración en esta pieza histórica de la colección del Museo.
- El ómnibus, un carruaje para el transporte urbano de viajeros con tracción animal, se utilizaba en los primeros tiempos del ferrocarril para complementar el servicio de las estaciones.
En el marco de las campañas de verano que la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Comunidad de Madrid (ESCRBC) organiza para sus estudiantes de Grado, un equipo de seis alumnas, bajo la dirección docente de Begoña Mosquera, se ha trasladado al Museo del Ferrocarril para afrontar la restauración de un vehículo histórico perteneciente a la exposición permanente.
Los trabajos que se están llevando a cabo en el ómnibus son continuación de la primera intervención realizada en 2014 y que incluyó un sentado de la policromía, la eliminación de la suciedad superficial, realización de catas (con el objetivo de visualizar las distintas capas de policromía presentes en el ómnibus desde su origen) o el estucado de algunas zonas con pérdidas de policromía.
En esta segunda fase de intervención se pretende recuperar el aspecto original de la pieza y para ello se está retirando un repinte que desvirtúa su correcta lectura histórico-artística, además de continuar con labores de limpieza y reintegración cromática de una parte del ómnibus que permitirán finalizar la restauración en próximas campañas.
Los criterios que rigen cualquier trabajo de este tipo son los de un máximo respeto al original y una mínima intervención, asegurando la correcta transmisión de los valores de la obra sin que se vea afectada su integridad.
El ómnibus
El ómnibus del museo es un carruaje de cuatro ruedas y tracción animal, de un solo compartimento –con capacidad para diez personas– y una portezuela en la parte trasera para el acceso a su interior. Es de caja cerrada y techo resistente, que va montado sobre listones convexos para aguantar la carga de los equipajes.
Su pescante –asiento para el conductor– está bastante elevado y el diámetro de sus ruedas delanteras es la mitad que el de las traseras, para una mejor tracción.
Su procedencia es incierta y no se conoce dónde prestó servicio. Lleva rotulación: ‘SERVICIO AL FERRO-CARRIL’ y numeración ‘Nº 4’, así como un cartel de ‘SERVICIO / PÚBLICO’. En las esquinas posteriores de la caja aparece el dato más significativo para su identificación: ‘BERNARDO / RODRÍGUEZ / CONSTRUCTOR / DE / ZAMORA / 1861’.
La consulta de prensa histórica permite deducir que este constructor tuvo su taller de coches y carruajes en Zamora y Salamanca, anunciándose como “el inventor del freno de seguridad en los carruajes y desenganche de caballos del vehículo”. En 1884 consiguió la medalla de 1ª clase en la Exposición Regional de Salamanca.
Historia
El antecedente más antiguo del transporte de viajeros en carruajes es de 1662, año en que el polifacético Blaise Pascal estableció en París un servicio de carruajes, con itinerarios, tarifas y horarios determinados.
En 1819, Jacques Lafitte reintrodujo en la capital francesa este tipo de transporte, pero no fue hasta 1828 cuando el vocablo ‘ómnibus’ (del latín omnĭbus, “para todos”) se asoció oficialmente a este vehículo. Se cuenta que tal asociación se debe a que el servicio de carruajes instaurado en Nantes en 1826 por Stanislas Baudry tenía su parada principal junto a una sombrerería, en la que se podía leer el cartel: ‘Omnes Omnibus’. Supuestamente, los empleados adoptaron la costumbre de decir “Voy al Omnibus”, y el término arraigó.
Independientemente del origen del término, Stanislas Baudry lo oficializó cuando creó, en 1828, su Entreprise Générale de l´Omnibus. En 1829 George Shillibeer estableció en Londres un servicio de carruajes tirado por caballos, que está considerado como el primer ómnibus moderno, predecesor de los actuales tranvías y autobuses.
Con la llegada del ferrocarril y para complementar el buen servicio de las estaciones, se requería que los viajeros y equipajes tuvieran fácil acceso a ellas, a sus patios de carruajes y demás dependencias, bien desde pueblos inmediatos o bien desde la propia ciudad. Por eso, muchas compañías ferroviarias tenían establecido por su cuenta o contratado el servicio de ómnibus.
La ESCRBC
La Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales (ESCRBC) es el centro decano en la formación de conservadores-restauradores de bienes culturales en España, con una experiencia de casi cinco décadas impartiendo la correspondiente titulación oficial.
Los orígenes de la institución, pionera en el campo de la conservación–restauración en nuestro país, cabe buscarlos en el antiguo Instituto Central de Restauración y Conservación de Obras y Objetos de Arte, Arqueología y Etnología (actual Instituto del Patrimonio Cultural de España), del que se desgajó en 1977 al pasar a depender del Ministerio de Educación.
En 1999 la ESCRBC se transfirió a la Comunidad de Madrid, de cuya Consejería de Educación depende, como Centro de Enseñanzas Artísticas Superiores, dentro de la Dirección General de Universidades e Investigación.