Madrid presenta el catálogo ‘Piedras preciosas son los libros. De Gutemberg a la industria editorial’

Gacetín Madrid

La Comunidad de Madrid presenta el catálogo virtual Piedras preciosas son los libros. De Gutemberg a la industria editorial, un detallado trabajo que acerca a los madrileños distintos aspectos que rodean la actividad editorial a lo largo de más de cuatro siglos.

Lo hace a través de los fondos custodiados en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, un centro imprescindible para el estudio del pasado, tanto por la variedad temática de la documentación que conserva, como por su incalculable valor histórico.

La publicación está compuesta por más de 25 documentos, fundamentales para comprender la evolución del mundo editorial y, por ejemplo, la relación de los autores con su obra, la constitución de nuevas compañías editoriales, la valoración de los libros por parte de quienes hacían testamento o las características de la impresión en las diferentes épocas. Puede verse y descargarse, junto a los documentos que contiene, a través de la sección Descubre del Portal de Archivos de la Comunidad de Madrid.

La invención de la imprenta por Gutemberg supuso una revolución al permitir la copia múltiple de ejemplares de los autores y, por lo tanto, multiplicar su impacto cultural sobre un número de potenciales lectores nunca visto. Este hito también contribuyó a la aparición de nuevos oficios alrededor del libro, como impresores, correctores, abridores de láminas o mercaderes. Trabajos que, pese a estar vinculados a la artesanía, no se articularon en gremios concretos sino en hermandades y cofradías.

En el primer apartado se analiza, gracias al gran número de escrituras que sobre estas profesiones se encuentran en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, la figura de esos personajes, respetados y de gran prestigio en la ciudad.

El segundo epígrafe acerca al lector la realidad del privilegio de imprenta, concedido por el monarca a través del Consejo de Castilla y reflejado en las escrituras notariales. Así, vemos a Lope de Vega intentar ocuparse él mismo de la publicación de sus obras o a Cervantes dando autorización a terceros para que se pudieran querellar contra quienes las editaran fuera de las cláusulas contenidas en el privilegio real.

También podemos ver una escritura en la que se menciona el papel de Rascafría, realizado en el Real Monasterio de Santa María de El Paular, sin duda alguna el más famoso de los realizados en Madrid en la Edad Moderna, no en vano con él se imprimió por primera vez El Quijote.

La siguiente sección se centra en el surgimiento de la industria editorial en España. Con la independencia de las provincias españolas de ultramar se liberalizó el mercado, lo que supuso la publicación de numerosas colecciones y títulos en castellano destinados a las nuevas naciones, así como una diversificación en la oferta y la aparición de fenómenos editoriales, como la novela por entregas. Se crean así sociedades mercantiles cuyo objeto era la impresión y edición de las obras literarias.

También se analiza la especialización y diversificación de la industria, siendo un ejemplo la Editorial Calleja que, junto a las obras de Azorín, Valle-Inclán o Juan Ramón Jiménez, publicó exitosas ediciones ilustradas de cuentos infantiles, que dieron lugar a la expresión de “tienes más cuento que Calleja”.

Piedras preciosas son los libros 

Como colofón de este catálogo, se han querido poner en valor los documentos testamentarios en los que los libros son considerados un preciado bien, tanto como las piedras preciosas. Así, en un apartado se muestran testamentarías e inventarios de bienes de algunos hombres y mujeres que atesoraron entre sus pertenencias importantes obras impresas.

Son los casos del escultor Pompeo Leoni y del político Evaristo Pérez de Castro. La tasación de bienes del primero sirvió para autentificar la autoría de Leonardo da Vinci de unos documentos; mientras que el inventario del político liberal Pérez de Castro permitió identificar, décadas después, un Eccehomo realizado por Caravaggio cuando constaba como anónimo. Se trata de una nueva evidencia de la riqueza, en ocasiones insospechada, que la documentación custodiada en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid proporciona a los investigadores y, en general, a todos los ciudadanos que quieran acercarse a descubrirla.

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