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El Botánico de Madrid expone los bordados de la madre de Miquel Barceló basados en sus dibujos

Gacetín Madrid
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  • El Real Jardín Botánico (RJB-CSIC) acoge hasta el 6 de enero una muestra de piezas bordadas por Francisca Artigues sobre dibujos de su hijo Miquel Barceló.
  • La exposición cuenta con 13 bordados de gran formato y una treintena de dibujos originales en acuarela del artista mallorquín.
  • Flores, arbustos, reptiles arcaicos, peces y constantes referencias al Mediterráneo sumergen al espectador en el universo de Barceló y Artigues y abren las puertas a la intimidad del hogar de la familia.

Desde hace más de 20 años, Francisca Artigues (Felanitx, 1926), madre de Miquel Barceló, ha dedicado cientos de horas a bordar los dibujos que el pintor mallorquín crea sobre telas de lino y algodón de uso doméstico. Estos tejidos artesanos son interpretados por quien mejor conoce a Miquel, su madre.

Hasta el 6 de enero de 2019, el Real Jardín Botánico (RJB-CSIC) acoge la exposición Vivarium: Bordados de Francisca Artigues sobre dibujos de Miquel Barceló. La muestra, comisariada por Rose Chalalai Singh y Mireia Vera, reúne 13 bordados de gran formato de Francisca Artigues, entre cortinas, manteles y colchas y una treintena de dibujos originales en acuarela de Miquel Barceló, entre los que se incluyen retratos de su madre, y obras con motivos de animales.

La exposición recibe su título de uno de los bordados, Vivarium, una pieza de 444 x 244 cm que llevó más de 2 años de trabajo no sólo por el gran tamaño del mismo sino por la gran cantidad de seres que alberga. Si bien la mayoría de las piezas que se exponen tienen funciones en el hogar, ya sea como cubrecamas, manteles, cortinas o servilletas, en el caso de Vivarium se planteó desde sus orígenes como un tapiz para ser colgado en la pared.

Barceló comenzó el tapiz a partir de manchas verdes y azules de las que van saliendo seres que se ligan unos con otros, hasta crear un bordado de gran densidad. Como explica el propio Barceló, “Vivarium es como un contenedor de cosas vivas. Todo está vivo, se transforma, crecen, como si fuese una planta de patatas que salen todas de allí. Dragones, nenúfares y extraterrestres, incluso objetos, una cosa en crecimiento constante”.

Francisca ha recorrido, puntada a puntada, las líneas de los dibujos de su hijo descubriendo un mar bordado e inspirado en la naturaleza y el Mediterráneo. Sus obras están repletas de criaturas abisales, tiburones, peces espada, pulpos escupiendo tinta, tortugas, langostas, gambas, estrellas de mar y criaturas de la tierra. Con ellas la familia Barceló-Artigues nos habla de la intimidad del hogar y de lo submarino y lo selvático.

Con el tiempo, el trabajo continuó extendiéndose, y los manteles comenzaron a poblarse de criaturas de la tierra. Entre flores, arbustos y palmeras aparecieron reptiles arcaicos, insectos, pájaros, murciélagos, monos, ciervos caballos y elefantes. Y también anzuelos, flechas, hachas y cuchillos; herramientas primitivas al servicio del hombre en su afán permanente por dominar la naturaleza.

De inagotable energía creadora y en continua experimentación, la obra de Barceló se inspira profundamente en la naturaleza, y en el Mediterráneo. En su isla natal, Mallorca, Miquel Barceló experimentó con el arte por primera vez alentado por su madre, que también había pintado durante un tiempo. En su entorno natural, aprendió a amar el mar e, influenciado por la obra de Joan Miró, ejecutó sus primeras obras con temas animalistas.

Corrían los años 70 y llegaban los ecos del expresionismo abstracto norteamericano, el Arte povera italiano, el Action painting y el Arte conceptual que, junto con la gran admiración que le despertaban los clásicos del barroco Velázquez, Tintoretto o Rembrandt fueron trazando una sensibilidad y senda artística única que ha convertido a Miquel Barceló en uno de los artistas más importantes del panorama internacional.

El reconocimiento de Miquel Barceló a nivel internacional hace que cada uno de sus pasos sea relevante, y el último lo ha dado de la mano de su madre. La actual exposición traslada esa historia de amor, de madre e hijo, y su universo familiar y creativo a la sala de exposiciones del Pabellón Villanueva, núcleo arquitectónico del Real Jardín Botánico de Madrid.

El universo de Artigues y Barceló en un libro

Coincidiendo con la exposición se edita el libro Vivarium con alrededor de 50 fotografías de Jean Marie de Moral que recogen el proceso de trabajo de Francisca Artigues y Miquel Barceló y nos abren las puertas de la residencia familiar y del taller del artista en Mallorca. El libro cuenta con una introducción del escritor Colm Tóibín.

Al comienzo del texto, el autor irlandés describe con estas palabras la relación entre madre e hijo: “En la versión que su hijo tiene del mundo, ella ve su propia sombra, como si sus ojos y sus propias manos y su propio cuerpo y la mente que la acompaña en la vida se hubieran salido de ella, se hubieran exiliado de ella a otro reino en el que, con inmensa seguridad y una impresionante amplitud de miras, ambos producen imágenes y trabajan con pintura y arcilla, o simplemente sueñan con lo que podría ser la existencia”.

Francisca Artigues

Nace en Felanitx en el año 1926. Se casa en el año 1955 con Miquel Barceló Gelabert. Durante su juventud pinta al óleo, y tras su matrimonio trabaja la acuarela con paisajes de ribera y vuelve al óleo para investigar la pintura abstracta.

Abandona la pintura cuando Miquel empieza a mostrar dotes artísticas. Durante su juventud borda como hacen la mayoría de jóvenes de la época, pero empieza a bordar más seriamente en 2009 por petición de Miquel. En 2014 expone por primera vez sus bordados en Sankt Gallen, Suiza, con motivo de la exposición Vivarium. Francisca sigue bordando a día de hoy.

Miquel Barceló

(Felanitx, Mallorca, 1957). En 1975 comienza a estudiar Bellas Artes, pero abandona los estudios para iniciar su carrera pictórica independiente. Desde entonces su trabajo no ha hecho más que afianzarse como modelo contemporáneo de artista que liga su actividad con la gran tradición de la pintura occidental desde el Barroco.

Ha expuesto en importantes museos y galerías de Europa y Estados Unidos hasta convertirse en uno de los artistas españoles más valorados en el panorama internacional. Recientemente ha llevado a cabo grandes intervenciones como el recubrimiento cerámico en la Capilla de Sant Pere de la Catedral de Mallorca o la cúpula de la sala XX del Palacio de las Naciones Unidas en Ginebra.

Además, Barceló ha recibido a lo largo de su trayectoria reconocimientos como el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1986 el Premio Príncipe de Asturias a las Artes Plásticas en 2003 o Premio Sorolla de la Hispanic Society of America en 2007.

Foto: Jesús G. Rodrigo | RJB-CSIC.

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