Mientras que Buitrago del Lozoya acapara las postales históricas y Patones de Arriba atrae a los amantes de la gastronomía, la verdadera joya oculta de la Sierra Norte de Madrid se encuentra más al este, en los límites con Guadalajara.
La Hiruela no es solo un pueblo; es una cápsula del tiempo, un testimonio vivo de la Arquitectura Negra y un municipio que forma parte de la Reserva de la Biosfera de la Sierra del Rincón, un reconocimiento internacional que subraya su valor ecológico y cultural.
Este viaje es una invitación a la pausa. Es un viaje para el caminante que busca el silencio, la autenticidad de la pizarra y la madera, y la inmersión en un paisaje donde el hombre ha convivido con la naturaleza durante siglos sin alterarla. La Hiruela es, sencillamente, el pueblo mejor conservado de la región, y su entorno es un paraíso para el senderismo tranquilo.
Etapa 1: La Hiruela – la perfección de la Arquitectura Negra
Lo primero que impacta al visitante de La Hiruela es la armonía de su construcción. A diferencia de otros «Pueblos Negros» donde la pizarra se mezcla con otros materiales, La Hiruela mantiene una uniformidad casi perfecta. Sus casas, la iglesia, las tapias y hasta las fuentes están construidas con pizarra oscura (lajas de esquisto), unidas con barro y rematadas con madera de roble, un estilo constructivo que se adapta a las duras condiciones climáticas de la alta montaña.
Un paseo por el centro histórico
El recorrido por el casco urbano es la primera etapa y no requiere mapa. Basta con dejarse llevar por sus estrechas callejuelas, descubriendo los detalles que han hecho de este pueblo un Conjunto Histórico-Artístico.
La Plaza de San Miguel, con su iglesia del siglo XVII, es el centro neurálgico, aunque el verdadero encanto reside en las pequeñas plazas y los rincones con casas que aún conservan la estructura tradicional: paredes gruesas para aislar del frío y pequeños ventanales. La Hiruela fue uno de los pocos pueblos que nunca se llegó a despoblar del todo, lo que facilitó la conservación continua de su patrimonio.
El Museo Etnológico y la Casa del Cura
Para comprender la vida rural que se desarrollaba en esta aldea, la visita al Museo Etnológico es fundamental. Ubicado en una antigua vivienda, exhibe herramientas, aperos de labranza y utensilios de la vida cotidiana del siglo pasado, narrando la autosuficiencia de sus habitantes, basada en la agricultura, la ganadería y la explotación sostenible del bosque.
Junto a la iglesia se encuentra la rehabilitada Casa del Cura, que también funciona como centro de interpretación, ofreciendo información detallada sobre la flora y la fauna de la Sierra del Rincón y los oficios tradicionales.
Etapa 2: El legado de los oficios – La senda circular
El verdadero espíritu de La Hiruela se encuentra en su entorno. Una de las rutas de senderismo más recomendables y accesibles es la Senda de los Oficios de la Vida, una caminata circular de aproximadamente 3 kilómetros que discurre por los alrededores del pueblo, mostrando su interdependencia con el bosque y el río.
Esta ruta no es solo una caminata: es una lección de ecología histórica. La senda nos lleva a descubrir tres puntos clave que ilustran la economía tradicional del valle: el Molino Harinero, situado a orillas del río Jarama y restaurado para demostrar cómo se aprovechaba la fuerza del agua para moler el grano; la Carbonera, un área donde se recrea cómo se obtenía el carbón vegetal a partir de la leña de roble; y el Colmenar Tradicional, una estructura de piedra que muestra la práctica ancestral de la apicultura.
El camino transcurre a través de robledales (Quercus Pyrenaica) centenarios. En otoño, esta zona es de una belleza deslumbrante, con un tapiz de hojas caídas y el aire fresco y limpio del río. El bajo nivel de dificultad de la senda la hace perfecta para familias y personas que buscan una experiencia de naturaleza sin grandes exigencias físicas.
Etapa 3: La reserva de la biosfera – profundidad en la Sierra del Rincón
La Hiruela es la puerta de entrada a la Sierra del Rincón, un área reconocida por la UNESCO por su equilibrio entre la actividad humana y la conservación. Este estatus garantiza que el paisaje y sus ecosistemas se mantengan protegidos y auténticos.
Para el senderista con más tiempo y ambición, existen rutas que conectan La Hiruela con otros pueblos negros cercanos, como Horcajuelo de la Sierra o Montejo de la Sierra, permitiendo una visión más completa de la Arquitectura Negra.
El Hayedo de Montejo: el tesoro cercano
Aunque no está directamente en La Hiruela, una visita a la zona requiere, si se ha reservado con antelación, adentrarse en el Hayedo de Montejo. Este hayedo es una reliquia botánica, el bosque de hayas más meridional de Europa, y su visita está restringida para garantizar su conservación. Sus senderos, especialmente mágicos en primavera y otoño, ofrecen un contraste fascinante con los robledales y pinares que dominan el resto de la Sierra. La Hiruela es el punto de partida perfecto para planificar esta visita.
La senda de la dehesa y el puerto de La Hiruela
Para una ruta de mayor desnivel, la Senda de la Dehesa asciende hacia el Puerto de La Hiruela. Esta ruta es más larga (unos 11 kilómetros, ida y vuelta) y proporciona vistas panorámicas espectaculares del valle, mostrando la inmensidad del paisaje de Guadarrama y el cordón de montes que separa Madrid de Guadalajara. Es una ruta ideal para la observación de aves, ya que es zona de paso y anidamiento de rapaces.
La gastronomía serrana y el regreso a la calma
El broche de oro de una jornada en La Hiruela es su gastronomía. Los pequeños restaurantes del pueblo ofrecen una cocina de montaña honesta y reconfortante. El menú gira en torno a los productos de temporada, las carnes a la brasa (destacando el cordero y el cabrito de la sierra) y los guisos tradicionales, perfectos para reponer fuerzas después de la caminata. Platos como las patatas revolconas, las migas o los potajes locales son imprescindibles.
Visitar La Hiruela es elegir la serenidad. Es un destino que exige paciencia, que valora el detalle de la piedra y el silencio del bosque. Alejada de las autovías principales y protegida por su estatus de Reserva de la Biosfera, La Hiruela se mantiene como la auténtica joya oculta de la Sierra Norte de Madrid, ofreciendo una experiencia de turismo rural, cultural y ecológico que no tiene parangón en la Comunidad. Es, en definitiva, el lugar perfecto para un madrileño que busca escapar del cemento y redescubrir la historia y la naturaleza más pura de su tierra.
Foto: Sierra Norte Madrid.

