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Se cumplen 3 años sin luz en Cañada Real: más de 4.000 personas viven en un «entorno torturante»

by Gacetín Madrid

Desde octubre de 2020, son más de 4.000 personas de la Cañada Real, 1.800 de ellos niños, sufren una privación del suministro eléctrico, que castiga especialmente a quienes residen entre los sectores 5 y 6. El vecindario se ha visto obligado a recurrir a toda clase de alternativas para subsistir, tales como la utilización de leña, velas, generadores o estufas de gas.

Según denuncia la Plataforma Cívica Luz Ya para Cañada Real, este esfuerzo ha supuesto para muchas familias tener que hacer frente a infecciones respiratorias, quemaduras, incendios, caídas o accidentes, así como experimentar sentimientos de miedo e incertidumbre. Para hacer frente a esta situación, la Cañada Real, junto a distintas personas, asociaciones vecinales y culturales de Cañada y organizaciones integradas en la Plataforma Cívica Luz Ya para Cañada Real, ha emprendido a lo largo de este tiempo diferentes estrategias jurídicas, políticas y de incidencia desde las que exigir el restablecimiento de la luz.

La última, una reclamación colectiva ante el Comité Europeo de Derechos Sociales firmada por Confederación Sindical de las Comisiones Obreras (CCOO), Federación Europea de Organizaciones Nacionales que trabajan con las personas  sin hogar (FEANTSA), Defensa de los Niños Internacional (DCI), Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo y Magistrados Europeos por la Democracia y las Libertades (MEDEL), que falló a favor de La Cañada e instó a España a tomar las medidas necesarias para garantizar el acceso a la electricidad.

La administración, sin embargo, «contestó minimizando la gravedad de los daños», inciden. Ante todo ello, han solicitado al Centro Sir[a] que evalúe a través de un informe los impactos psicosociales que esta situación está teniendo en las personas. De ese documento pericial, surge el informe “La Cañada Responde”, de la mano del Grupo de Acción Comunitaria (GAC).

La publicación destaca daños en las funciones básicas para la supervivencia, como es el deterioro de la higiene personal, de las condiciones de vida en el hogar, o de la alimentación, como consecuencia de que los vecinos no pueden conservar los alimentos en frío o cocinar con luz. El vecindario ha visto mermada su capacidad económica por los gastos que le supone compensar la falta de suministro eléctrico.

La compra de generadores, baterías, leñas o ropa de abrigo, supone para 8 de cada 10 entrevistadas mayores dificultades para llegar a fin de mes. Esta situación ha impactado directamente en la salud de la comunidad, en donde se localizan cuadros de ansiedad, de alteración del sueño o enfermedades respiratorias. Muchas personas con dolencias crónicas se enfrentan además al reto de mantener en frío medicamentos o de cargar aparatos médicos, que son dependientes de la luz.

Tras la privación del corte de suministro eléctrico, casi la mitad de las personas entrevistadas afirman necesitar atención en salud mental: el 90,2% siente tristeza de forma habitual; el 82,7% siente rabia por la sensación de injusticia, impotencia y discriminación; y el 68,2% experimenta miedo por no saber qué pasará con su casa, su salud, su futuro y el bienestar de su familia. El informe destaca que un 15,7% tiene ideas de suicidio de forma continuada, vinculadas directamente con la falta de suministro eléctrico.

Del total de las personas entrevistadas, 9 de cada 10 refiere sentir que la privación del suministro eléctrico ataca directamente a su dignidad como persona, mientras que 5 de cada 10, señala haber sufrido discriminación por parte de profesionales de instituciones, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado o poblaciones vecinas. “No tengo palabras para contar lo complicado que es todo al ser de Cañada Real. Nada más tener en el DNI ese domicilio se discrimina por todo. Da igual donde vayas”, señala una de las personas entrevistadas.

Respecto a los niños, niñas y adolescentes, el informe recoge impactos principalmente en áreas como la salud física (aumento de catarros, menor descanso o peor alimentación), así como en la educación y el juego, debido a la imposibilidad de utilizar aparatos electrónicos, leer o jugar, ante la falta de luz. Casi la totalidad de las personas adultas perciben la aparición de tristeza, miedo, nervios y cansancio en los niños, niñas y adolescentes que viven con ellas.

El impacto en las funciones básicas para la supervivencia es superior en las mujeres, especialmente en el ámbito sociocomunitario, funcional y en su salud física. Existe un incremento mayor en la demanda de atención en salud mental. El corte de la luz también ha producido impactos en la unión de los y las vecinas de la Cañada. Si bien hay algunas personas que valoran que la unión ha aumentado porque se han hecho acciones conjuntas para defenderse ante la situación, al mismo tiempo, más de la mitad consideran que la unión vecinal ha disminuido. Esto se debe tanto al desgaste que supone esta circunstancia, como al hecho de que muchas de las personas se encuentran en una situación límite y, por tanto, más irritables y desmotivadas.

Los sectores 4, 5 y 6, un “entorno torturante”

El corte de la luz «se suma a una serie de ataques ejercidos por las instituciones y organismos públicos a lo largo de los años», subrayan. Desde hace más de dos décadas, el vecindario de Cañada Real ha tenido que hacer frente al «aumento progresivo del acoso policial, los derribos y desalojos forzosos, la criminalización y estigmatización por parte de los medios de comunicación, o la limitación de acceso a servicios educativos y de salud, entre otros. Todos, mecanismos que provocan un sufrimiento en la población y que tienen por objetivo mitigar su resistencia».

Para el Grupo de Acción Comunitaria, cuyo trabajo en gran medida ha ido orientado a investigar «la tortura contemporánea», la «acumulación de acciones e inacciones, que lleva ocurriendo desde hace más de 20 años en Cañada Real», podrían constituir un “Entorno Torturante”, al menos en los sectores 4, 5 y 6. Este término refiere a un conjunto de condiciones, elementos contextuales y prácticas que se dan en un espacio, y que «anulan la voluntad y el control de la víctima sobre su vida, dañándola y poniendo en riesgo su identidad».

Este concepto entiende que «la tortura no se debe a una sola técnica, sino que depende de un efecto acumulativo o de la combinación de varios métodos que, tomados por separado, no podrían ser considerados como tortura, pero que, en su conjunto, crean un entorno que provoca un sufrimiento físico y psicológico severo, con un fin determinado».

De este modo, los sectores afectados por el corte de suministro eléctrico de la Cañada Real Galiana «reúnen un conjunto de elementos contextuales, de condiciones y de prácticas ejercidas con responsabilidades institucionales (por su aquiescencia o connivencia) con un objetivo represivo o discriminatorio». Dado que esto «ha provocado y provoca un sufrimiento físico y psicológico severo en la población, el informe concluye que pueden tratarse de un entorno torturante».

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