El Museo del Prado ha organizado una exposición conmemorativa que reúne pinturas prácticamente inéditas de Eduardo Rosales (1836-1873), que fue junto con Mariano Fortuny, el más influyente y prestigioso entre los pintores españoles que trabajaron en el tercer cuarto del siglo XIX. La muestra, que se incluye dentro de las presentaciones singulares de la colección del Siglo XIX que se realizan en la Sala 60 del Edificio Villanueva habitualmente, estará expuesta hasta el 29 de enero.
La exposición se organiza como homenaje conmemorativo del 150 aniversario de la muerte del pintor. El conjunto permite comprender, a través de sus mejores obras, la personalidad creadora del artista, su evolución y su desempeño en los distintos géneros, y manifiesta una modernidad que influiría en la pintura española posterior.
Este homenaje congrega un conjunto de 17 obras de Eduardo Rosales, algunas de reciente incorporación a los fondos del Prado y otras que no se muestran en el recorrido expositivo de manera habitual. La exposición se completa con las pinturas que forman parte de la colección permanente en la sala 61 B protagonizada por Rosales (incluidos los cuadros de historia, que le dieron la mayor fama), y en la 101, dedicada a la historia del museo, donde se exhibe El Salón del Prado y la iglesia de San Jerónimo.
El legado de Carmen Sánchez permitió adquirir y recuperar dos obras de pintura de historia en paradero desconocido desde hacía mucho: Doña Blanca de Navarra entregada al captal de Buch y La reina doña Juana en los adarves del castillo de la Mota, así como el estudio, aún menos conocido, de la Sala de Constantino en el Vaticano, preparatorio para la Presentación de Juan de Austria al emperador Carlos V, en Yuste. Además, pudo comprarse el boceto de su último gran cuadro de historia, La muerte de Lucrecia.
Con ello, la dedicación del artista a ese género, el de mayor importancia y trascendencia en su trayectoria, y con el que triunfó en la Exposición Universal de 1867 de París, queda representada de un modo casi completo en lo que respecta a sus mejores cuadros. Las dos donaciones más recientes, Paisaje y el retrato de María Isabel Manuel de Villena, IX condesa de la Granja de Rocamora, se exponen ahora por vez primera.
En las obras reunidas en la sala 60 puede verse el interés inicial de Rosales por los maestros del Renacimiento, que estudió con detalle durante su larga estancia en Italia. Su atención al retrato se aprecia sobre todo en sus efigies familiares. Junto a ello, las obras dedicadas al paisaje y los estudios relacionados con las pinturas de historia (El castillo de la Mota, La Sala de Constantino en el Vaticano) y la literatura (Ofelia) dan cuenta de un creciente sentido de la simplificación.