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Un centenar de universitarios madrileños trabaja en la regeneración de Comillas (Carabanchel)

Gacetín Madrid
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El epicentro de las obras de la línea 11 de Metro, contiguo al colegio Perú, fue objeto de atención de este grupo que comprobó, durante su primera visita, el pasado lunes, el elevado impacto sonoro y las nubes de espesa polución.

Más de 70 estudiantes de las universidades Politécnica y Autónoma de Madrid han visitado el barrio de Comillas dentro de los contenidos de las asignaturas que trabajan este cuatrimestre sobre regeneración urbana, y que tienen como foco de acción esta parte del distrito de Carabanchel. Hasta el próximo diciembre, este grupo se reúne con vecinas, vecinos y comercios, estudian la fisionomía del entorno, dimensionan problemáticas y retos, identifican elementos positivos y fortalezas y, al finalizar, realizan propuestas de mejora.

Todo, en el marco del proyecto aprendizaje-servicio (ApS) ‘Repensar los barrios de Madrid’ de la UPM, que sigue una metodología educativa experiencial mediante la cual, los estudiantes aprenden de actores extrauniversitarios prestándoles un servicio a lo largo del curso. Así, la universidad integra el tejido asociativo de los barrios para conocer su realidad en primera persona y brindar las propuestas y el marco académico necesario para que, después, las asociaciones vecinales cristalicen proyectos de progreso con los que buscar la ayuda de las administraciones públicas competentes, en este caso, la Junta Municipal de Distrito de Carabanchel, presidida por Carlos Izquierdo Torres (PP).

En la visita del pasado 30 de septiembre, el grupo formado por estudiantes de las asignaturas Intensificación en Urbanismo y Ordenación del Territorio, de la Politécnica de Madrid, y Políticas Públicas Comparadas y Actores Políticos y Acción Colectiva, de la Autónoma, exploraron calles y plazas, y escudriñaron con detenimiento los alrededores de la faraónica obra que afecta al conjunto de la población: la ampliación de la línea 11 de Metro, un recinto de cerca de 5 hectáreas en la superficie que antes ocupaba el parque de Comillas.

Integrantes de la Asociación Vecinal Parque de Comillas y de la Asociación de Familias de Alumnado (AFA) del colegio Perú acompañaron a docentes y estudiantes, que pudieron comprobar las consecuencias visibles de los trabajos de excavación: ruido constante y capa de polvo en suspensión a 25 metros del patio del centro escolar y de numerosas viviendas.

“Ellos se aproximan al conflicto por las decisiones públicas adoptadas, y estudian las diferentes miradas de los actores implicados como partidos políticos, empresas o asociaciones para desde ahí hacer propuestas de negociación”, explica Moneyba González Medina, profesora que, junto a Luis Bouza, coordina una de las asignaturas de la Autónoma que exploran este cuatrimestre el barrio de Comillas.

Otras áreas limítrofes como Caño Roto, los entornos de la Ermita del Santo y de la Mahou-Calderón, y Alto de San Isidro participaron en cursos anteriores en este proyecto. Como entonces, Comillas sigue la misma metodología. “Los vecinos nos presentan sus problemáticas en el aula y en una visita que nos preparan en el barrio. Después, el alumnado lleva a cabo el trabajo de campo que desemboca en un diagnóstico del que emanan luego estrategias de regeneración urbana que se discuten y se presentan en el barrio al acabar el curso”, explica Sonia De Gregorio Hurtado, coordinadora del proyecto ‘Repensar los barrios de Madrid’ en la UPM, iniciativa en el que también colabora el catedrático emérito Luis Moya.

ALQUILERES, TURISTIFICACIÓN, COCHES

Los alquileres desorbitados, la gentrificación y turistificación, el tráfico, la escasez de arbolado o la destrucción del pulmón verde del barrio fueron algunos de los asuntos cuyas consecuencias se pudieron observar durante la visita. Pese a que el proyecto aborda la mejora del conjunto del barrio, el grupo dedicó buena parte a los efectos de las obras del metro y las demandas a las que la Comunidad de Madrid sigue sin dar solución. “Nos los han denegado pero seguimos insistiendo en los medidores de ruido y partículas en el colegio Perú para garantizar que sus niveles no están perjudicando la salud de los más de 550 niños y niñas de 4 meses a 12 años que vienen a diario a clase”, denunciaron las familias.

Este curso académico, además, la Comunidad de Madrid impuso la utilización de siete aulas del Perú para niños y niñas con necesidades especiales de toda la ciudad que se habían quedado sin plaza en los colegios ordinarios de sus barrios, una población escolar “más vulnerable a los efectos de una obra que conlleva un elevado impacto sonoro y altos niveles de contaminación”, lamentan.

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