Cautivados por una estación tan melancólica como el otoño y atraídos por el singular colorido de las hojas aún verdes, amarillentas, naranjas o rojizas antes de alcanzar una tonalidad marrón y comprobar como todas ellas alfombran suelos de parques, jardines y bosques, para Emily Brontë, autora de Cumbres borrascosas, cada hoja hablaba de su felicidad, agitando los árboles de otoño.
El novelista francés Patrick Modiano escribió en una ocasión que la caída de las hojas no suponía algo que se acaba, sino más bien una espera de porvenir; y el ensayista y filósofo Albert Camus decía que, «el otoño es una segunda primavera donde cada hoja es una flor».
A ese espectáculo otoñal que ofrecen las hojas en sus diversas formas y colores se une todos los años el Real Jardín Botánico-CSIC de Madrid con su iniciativa ‘El otoño a los pies de sus visitantes’ que consiste en una limpieza selectiva de hojas durante varias semanas, dejando así que permanezca la capa de hojarasca en algunos paseos y glorietas del Jardín.
«Creemos que el cromatismo de las hojas otoñales es un criterio muy importante en el diseño de jardines», señala el jefe de la Unidad de Jardinería y Arbolado del RJB-CSIC, Mariano Sánchez, y por ello «en los caminos donde las plantas con sus hojas ya en el suelo aportan interesantes e intensas tonalidades rojas, amarillas, naranjas y ocres, no las retiraremos hasta que se inicie su deterioro y el color de las mismas no sea ya un elemento de composición en el Jardín», añade.
Un segundo jardín de los sentidos
Cada año, los árboles caducifolios o deciduos refrescan todas sus hojas perdiendo el follaje al llegar el otoño. Las horas de luz disminuyen, la radiación solar es menos intensa, los suelos se hielan y dificultan la llegada de nutrientes y así, con la ayuda del viento y la lluvia, las hojas terminan poblando nuestros suelos. Resulta una estampa distinta ver los árboles como se van quedando desnudos y, sin embargo, también se puede gozar antes de la caída del variado colorido de las hojas de otoño.
«Ese es el objetivo», apunta Mariano Sánchez, «que los visitantes sientan el otoño, que disfruten en el Jardín con la imagen que corresponde a esta época del año y que se recreen con la fotografía de una gama y una tonalidad distintas». Y, agrega, «se trata de recrear por unas semanas un segundo jardín de los sentidos. Al color sumamos también el sonido de las hojas al pisarlas y el olor de su ligera fermentación, dos elementos hoy ya olvidados en los jardines».