Saetas de grandes cantaores flamencos, este Sábado Santo en Madrid

Gacetín Madrid

La tradicional Tamborrada pondrá este domingo punto y final a la Semana Santa de Madrid. Sin embargo, uno de los momentos más emotivos en la Semana Santa madrileña se producirá este Sábado Santo, 8 de abril, con la intervención de grandes cantaores flamencos que entonarán saetas al paso de una de las procesiones más célebres de la capital.

Sobre las 18:00 horas será el turno de Lela Soto ‘Sordera’, en la procesión de la Soledad, acompañando el encuentro de esta virgen con el Cristo Yacente. A las 19:00 horas, la Plaza Mayor será escenario de ‘Saetas desde los balcones’, con los artistas Fernanda Peña, Ángeles Toledano, Diego Amador Jr. y El Berenjeno desde la Casa de la Panadería.

El punto y final lo pondrá uno de los momentos más esperados de la Semana Santa madrileña, la tradicional tamborrada en la Plaza Mayor. Será el Domingo de Resurrección (9 abril, a las 13:00 horas), a cargo de la Banda de Tambores de la Cofradía La Real, Muy ilustre y Antiquísima de la Esclavitud de Jesús Nazareno y Conversión de Santa Magdalena de Zaragoza.

Tras la misa a las 11:45 horas en la iglesia del monasterio de las Carboneras, sale del convento de las Carboneras, Plaza Conde de Miranda, calle Puñorostro, calle San Justo, calle del Cordón, Plaza de la Villa, calle Mayor, calle Ciudad Rodrigo y hasta la Plaza Mayor, donde la tronada rompe el último silencio a las 12:00 horas.

Como todos los años desde hace ya unos cuantos, la clásica tamborrada -o tamborada- marca el preludio del punto y final del itinerario por las iglesias y estaciones de la Pasión. La música sale del sitio de culto para abrirse a toda la ciudad con un pasacalles de medio centenar de repicantes y tamboreros que hace retumbar los muros de la villa y sus interiores.

Pero ya sea maña o manchega, vasca o turolense -de Teruel, por cierto, viene el rito-, la catarsis que es el redoble de barriles, tambores, bombos y timbales es la misma: el júbilo descargado sobre la piel que produce ese efecto de pertenencia y mancomunidad sellado por la contundencia de los músicos procesionarios.

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