El ciclo ‘Cine en el Jardín’ alcanza su VII edición. Organizado desde el Real Jardín Botánico (RJB) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Asociación Española de Paisajistas (AEP), este ciclo persigue, por un lado, poner en valor la conservación y el respeto de nuestro medio natural, y, por otro, destacar el importante papel que el paisajismo juega en el desarrollo de la biodiversidad vegetal.
El cine, gracias a su lenguaje universal visual y al alcance global que consigue, es una herramienta fundamental para generar conocimiento, crear conciencia y promover una actitud activa en ese objetivo de conservar y preservar nuestra naturaleza que promueve este proyecto que coordinan Manuel Sánchez (AEP), Cruz Calleja y Jesús García-Rodrigo (RJB-CSIC).
“Tras dos años complicados por la situación sanitaria mundial y en los que el ciclo tuvo que ser suspendido, en 2020, y celebrarse en formato online, la pasada edición, este año recupera su formato habitual. Como ya era tradicional, los asistentes que lo prefieran pueden realizar un breve paseo dirigido por el Jardín Botánico previo a la proyección que se lleva a cabo en el salón de actos del RJB, o sino dirigirse directamente a este espacio. Antes del visionado de cada película habrá una presentación de la cinta que incluye, algunos aspectos del propio filme como de la temática con la que se relaciona”, ha señalado Jesús García-Rodrigo.
Estos dos años pasados en los que el mundo se paró, nos paramos todos, pudimos ser testigos de nuestro mundo. “Ese frenazo en seco nos permitió ser conscientes de cómo modelamos el espacio y medio a nuestro alrededor. Pudimos notar especialmente en las urbes, como somos actores y sufridores de nuestra propia actividad. Lo vimos en los alcorques de la ciudad, en el reverdecer de las aceras, en la bajada del ruido, en el descenso de la contaminación atmosférica, en el canto de las aves. Cierto es que la realidad rural, y sus vivencias, son siempre muy diferentes. Lugares vaciados donde las normas en post de evitar las aglomeraciones y los contagios, parecían no tener demasiado sentido. Encierros en viviendas, con todo el campo alrededor”, ha indicado Manuel Sánchez.
Alcarràs, precandidata a los Oscar, abre el VII ciclo
Esta dualidad rural-urbe lejos de acercarse parece acrecentarse cada año. Y lejos de comprender las dinámicas de producción y distribución de riquezas la ciudad se presenta como un gran sumidero de materias, energía y alimento. En la película Alcarrás de Carla Simón (6 de octubre-18:00 horas), recién nominada por la Academia de Cine para representar a España en la próxima edición de los premios Oscar, la excusa son los paneles fotovoltaicos en una región productora de frutales. Un paisaje mediterráneo que es fácil que identifiquemos con cualquiera de nuestros pueblos, al tiempo que cambian sus acentos o sus cultivos. Un problema de ocupación del territorio mediante la instalación de renovables, adalides de la sostenibilidad, pero que en los últimos años ha levantado muchas voces de alarma.
Encontrar grandes historias debajo de gestos sencillos, no está al alcance de todos, pero Agnès Varda no es cualquiera. Convergen los trabajadores del campo (Los espigadores y la espigadora de Agnès Varda, 13 de octubre-18:00 horas), los sobrevivientes de la ciudad, y ella misma buscando encontrar historias que merezcan la pena. Con una mirada humilde, aparentemente sencilla, visualizamos, la injusticia social, la escasez, el derroche y el orgullo de los desesperados. Nos posiciona en un mundo donde existencia y consumo van de la mano.
La manera en que cada uno se acerca al paisaje es diferente, todos entrañamos una relación diversa y contradictoria con ellos. Pero son las vivencias las que construyen a la persona, y la persona la que moldea el paisaje. Así se recoge literalmente en el Convenio Europeo del Paisaje. No siempre es fácil reflejar esta relación interna-exterior, persona y lugar. Ya hemos visto en años anteriores cómo los paisajes condicionan las vidas y expresan situaciones completamente diversas según el lugar.
En la tercera sesión (20 de octubre-18:00 horas) hay un elemento (El viento de Victor Sjöström) inerte, que es protagonista y caracterizador de la historia y sus personajes. El cine es imagen y sonido, nos permite entender sensaciones complejas a partir de únicamente dos sentidos. Y aquí es donde precisamente reside la magia, cuando un elemento atmosférico cobra vida y nos revuelve por completo.
El descubrimiento de los árboles
La comunidad científica, viene alertando de los problemas futuros a los que nos encontraremos, no sólo ecológicos, derivados del cambio climático y la contaminación, sino de la escasez de recursos, materias y energía. Conocemos maneras de paliar algunos de los efectos, de mejorar nuestra posición en el planeta. En muchos de esos casos, también en la ciudad, las soluciones consisten en aumentar la masa arbórea. Pero, ¿conocemos bien los árboles? Símbolo individual de todo lo que verdece, de lo que da vida, que acoge, da sombra y nos alimenta. Todo real, salvo la individualidad. En la sesión que cierra el ciclo, descubriremos que los árboles como nosotros vivimos en sociedad (La vida secreta de los árboles de Jörg Adolph. 27 de octubre – 18:00 horas).
“La asistencia al ciclo es completamente gratuita y aunque la actividad se inicia a las 18:00 horas con el citado paseo por el Jardín recordando que no es una visita guiada al uso, cada proyección comenzará aproximadamente a las 19:00 horas”, ha recordado Cruz Calleja. La propia Calleja ha agradecido, “tanto al RJB-CSIC como a la Asociación Española de Paisajistas la celebración de este ciclo que ya se ha consolidado en el otoño cultural de Madrid y que cada vez cuenta con más participantes”.