En este sentido, hay que prestar especial cuidado cuando los artículos que se adquieren estén dirigidos a los más pequeños. Los disfraces o accesorios para menores de 14 años se consideran juguetes y, por tanto, tienen que llevar marcado la etiqueta CE, indicar el rango de edad y las instrucciones de uso. Además, al tratarse en su mayoría de prendas de vestir, deben cumplir con todos los requisitos exigidos a la vestimenta infantil: etiquetado, nombre y domicilio del fabricante, composición del producto e instrucciones de lavado y conservación.
También hay que vigilar las indicaciones sobre la inflamabilidad de los tejidos y pelucas (evitando que sean muy largas) y que los disfraces tengan piezas pequeñas que puedan desprenderse y ser ingeridas por los niños. Cuando los disfraces vayan destinados a menores de 14 años no pueden llevar cordeles o cordones en la zona del cuello o la cabeza, para evitar así posibles asfixias o ahogamientos.
Otras recomendaciones enfocadas a garantizar la seguridad de los menores son, por ejemplo, evitar objetos con puntas o bordes cortantes, que las máscaras tengan la ventilación adecuada o la protección de las pilas en los complementos que las lleven.
En el caso de los adultos, los disfraces deben cumplir los mismos estándares en cuanto a etiquetado, composición y conservación y, cuando se complementen con algún artículo de broma, hay que constatar que no estén fabricados con productos nocivos, sobre todo aquellos que simulen la forma de alimentos. Así, artículos como los polvos picapica o las bombas fétidas no deben contener polvo de Panamá, bencidina, sulfuro o serrín.
Riesgo de intoxicación para los más pequeños
Por último, y en cuanto a los maquillajes, además del correspondiente etiquetado, ha de mostrar la fecha de caducidad, el contenido, la composición y la función, así como cualquier potencial riesgo que pueda derivarse de su uso. A su vez, no debe bajo ningún concepto tener aspecto, color, olor o presentación de alimento, en tanto en cuanto cualquier niño podría llevárselo a la boca pensando que es comestible y sufrir una intoxicación.