En lo esencial, los tres estuvieron de acuerdo. Los argumentos contra el nacionalismo fluyeron de boca de los escritores Mario Vargas Llosa y J.J. Armas Marcelo y el ex primer ministro de Francia Manuel Valls. Sus opiniones y su estilo directo inauguraron los Cursos de Verano de la Universidad Complutense, que cumplen 31 ediciones en sus sedes de San Lorenzo de El Escorial y Madrid. Espoleados por el moderador Armas Marcelo, tanto el Premio Nobel como el político franco-hispano apelaron a avanzar en la construcción y consolidación de la Unión Europea como antídoto de los nacionalismos.
En su discurso antinacionalista, mientras Vargas Llosa defendió que los avances políticos en Europa “terminarán con el nacionalismo”, y evidenció que resulta sintomático que los países del mundo que prosperan hagan suyo el modelo del Viejo Continente, Valls estimó, que, siendo “a corto plazo” pesimista por asuntos como el Brexit o el auge de los populismo o la extrema derecha, “a largo plazo los europeos ganaremos la batalla contra el nacionalismo”.
Aunque Occidente “está perdiendo su papel en el mundo y sufre una especie de decadencia”, Valls se mostró confiado en que la fuerza política europea gane a “los egoísmos” que van contra “nuestra cultura abierta y democrática”. Aquí apareció la única fisura entre los pensamientos de ambos porque Vargas Llosa no se mostró tan contundente y confió en el futuro de los valores occidentales para derrotar, en el contexto europeo, a los nacionalismos.
Valores universales
Apoyándose en el diplomático francés Romain Gary, que pensaba que “el patriotismo es el amor de algunos, mientras que el nacionalismo es el odio de los demás”, y en la expresión catalana “gira el mundo y vuelve a casa”, el ex primer ministro de Francia aludió a los patriotas como aquellos que “comulgan con los valores universales” y también con la generosidad frente a la visión “pequeña” de los nacionalismos. “Yo soy catalán, español, francés y europeo y, si me quitan algunos de estos temas, sería nacionalista”, añadió.
En este sentido, ante un auditorio sin asientos libres, el autor de La fiesta del chivo diferenció el patriotismo, “un sentimiento generoso y positivo mientras no se demuestre lo contrario”, del nacionalismo, “que basta con que se encienda para que manifieste su racismo y su superioridad política y racional sobre los otros”. El Premio Nobel de Literatura, por lo tanto, abogó por el fomento del patriotismo y la lucha contra el nacionalismo, “fuente de destrucción y violencia”.
Armas Marcelo, en su papel de moderador “nada moderado”, como lo definió Manuel Valls, amagó con el poema Alta traición, del autor mexicano José Emilio Pacheco para torpedear los argumentos de “los dos personajes que forman parte de ese puñado de seres humanos que siguen pensando”. Pacheco plasma en su primeros versos: “No amo mi patria./ Su fulgor abstracto/ es inasible./ Pero (aunque suene mal)/ daría la vida/ por diez lugares suyos…”. Vargas Llosa esquivó el dardo envenenado: “Es normal que en España la gente ame a su pueblo, pero este sentimiento es compatible con la apertura al mundo”. Esta idea choca, según él, con “el temor de salir de la tribu o de la muralla de los nacionalismos”.
Como ejemplo de esta opinión, Vargas Llosa recordó la España de 1958 que él conoció frente a los jóvenes que viajan y que, por consiguiente, se encuentran “expuestos a otras culturas y otras lenguas”. Valls, en un “suma y sigue”, confesó que el patriotismo abierto se ha olvidado del relato, que sí construyen los nacionalistas.
J.J. Armas Marcelo lanzó al aire en la mitad del intercambio de palabras la siguiente cuestión: “¿Qué hay que hacer con el artefacto del Estado-nación?”. Valls recogió el guante al afirmar que el nacionalismo, el populismo y el racismo ponen en peligro “la celebración” de lo que conocemos como los Estados-nación, a los que hay que defender porque “¿cómo luchamos contra los que quieren destruir esas naciones?”.
América Latina y los “estragos” que provocó el nacionalismo en su historia, la temporalidad de China como potencia económica y la política liberal del presidente francés Macron fueron otros temas arrojados en el tapete de la apertura de los Cursos de Verano de la Complutense, pero Marcelo, viendo la hora, cortó por lo sano: “Podríamos estar hablando de cosas importantes toda la tarde, pero vamos a comer algo, porque hay que seguir divirtiéndose con otras cosas”. La cena, al menos en España, sigue estando por encima del debate entre patriotas y nacionalistas, o viceversa.
Atar cabos
Por otro lado, la apertura de los Cursos tuvo otros protagonistas. Mientras Manuel Alvárez Junco apeló al gusto por “unir y atar cabos” sobre diferentes materias de los seminarios complutenses, el rector de la UCM Carlos Andradas urgió a la universidad a “recuperar y ejercer el liderazgo social, científico y ético” en la sociedad española.
No faltó a la cita Juan Manuel Cendoya, vicepresidente de Banco Santander, que, antes de exhibir un ejemplar de la Constitución de 1978, reafirmó el compromiso de su entidad con una educación superior “de calidad”.