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El jueves pasado, 5 de enero, la parroquia de Santa María de Nazaret (situada en la calle Cañada del Santísimo, 27 – Ensanche de Vallecas) amaneció con varias pintadas en el exterior del templo y con daños en una imagen de Cristo también colocada en el exterior.
En un breve comunicado, desde el Arzobispado de Madrid han manifiestado su «dolor por este acto vandálico, que quiebra la verdadera convivencia en sociedad, y reza por las personas responsables.»
El mismo jueves se procedió a la reparación de los desperfectos en la fachada y en los próximos días se colocará de manera solemne el Cristo reparado.
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Don Fulgencio y Don Michal son dos jóvenes fuertes y valientes, amantes del reto, predispuestos a la aventura de amar al prójimo, entregados al adiestramiento de la eterna paciencia, tal vez por ello fueron los elegidos por Dios para ser párroco y vicario en nuestra parroquia de Santa María de Nazaret aquí en la Gavia (el barracón de obra que hace unos meses apareció pintado como muestra la fotografía de éste artículo). Y es que aquí, en el Ensanche de Vallecas, en esta tierra de nadie donde los vecinos todavía andamos colonizando estados de bienestar entre alianza de civilizaciones, repartos de viviendas descompensados y desalojos mal entendidos y peor explicados, justo aquí, es donde más se necesita respirar ese aire fresco cargado de oxigeno vivificante que Don Fulgencio y Don Michal nos dan cada domingo con sus sermones cargados de razón y entendimiento para poder vivir nuestra fe con la esperanza de que un mundo mejor es posible para todos aquí en el Ensanche de Vallecas. Un mundo más justo más vivido y compartido por todos sin que nadie sobre ni falte. Un mundo donde el mero hecho de existir sea suficiente para saberse digno de vivir y de buscar nuestro sitio de felicidad al lado del otro sin ofender a nadie con nuestra sola presencia. Es esa felicidad del otro diferente a mí en religión, opinión o condición la que reclamo desde aquí de una manera sincera, sin complejos, sin prejuicios, sin importar las razas ni los colores, tal como nuestro párroco y vicario nos la trasmiten cada domingo cuando una vuelve a casa con las pilas cargadas porque los problemas que traías en tus espaldas a lo largo de la semana perdieron su importancia y ya no pesan nada. Es tan sólo eso a lo que aspira una en el Ensanche de Vallecas, tener su sitio de reunión con gente con la que compartir tu fe y con todo el que quiera venir a compartir esta nueva experiencia de vida. Una experiencia que no se puede contar porque, tal como se vive en nuestra pequeña parroquia de Santa María de Nazaret, es una experiencia única e intransferible de esas que uno cuando la ha conocido comienza a apreciar lo que se hubiera perdido si no hubiera dado el paso de probarla.
¿O de dónde os imagináis que saca una las fuerzas y arrojo para ayudaros a encontrar ese trabajo que buscamos juntos en el SOIE de Carítas? ¿De dónde si no se iba a sacar para ayudar económicamente a muchas familias del barrio a hacer frente a las facturas de fin de mes para evitar el desalojo de su vivienda? y un montón más “de dónde” infinitos de todos los problemas de la gente del barrio que como tu y como yo (sin importar condición o religión) semana tras semana atiende Don Fulgencio y Don Michal en la parroquia.
No hay nada más ahí dentro, en ese barracón de Santa María de Nazaret, que os pueda inquietar, perturbar o molestar tanto como para quemarlo, creedme, tan sólo la estatua de la virgen Santa María de Nazaret a la que desgasto a plegarias para que os ayude a encontrar ese trabajo que buscamos juntos o darle las gracias por ayudarnos a encontrarlo. No hay nada ahí dentro que os pueda condenar al fuego del infierno. El infierno es la imposibilidad de la razón para ver la verdad oculta por nuestros fantasmas.
Pensadlo antes de encender esa cerilla y prender fuego a todos esos cursos de capacitación de Caritas que están dando trabajo a mucha gente gracias a las parroquias como la nuestra. Pensadlo antes de arrojar esa cerilla y prender fuego a todas esas ayudas económicas que ayudan a nuestros vecinos, como tu y como yo, a no dormir en la calle por impago de facturas y desalojo de vivienda. Pensadlo antes de quemar la iglesia creyendo que la luz combustible de vuestra cerilla es la misma que la luz con la que Jesús me ilumina para trasmitir todo el amor que él me da a todos mis muchachos a los que ayudo a encontrar trabajo en el SOIE de Caritas para que no vuelvan nunca más a engrosar las filas de la exclusión social o de los drogodependientes de Cañada Real Galiana. Pensadlo y contestaros vosotros a la pregunta ¿Merece la pena?