Las encías no suelen recibir tanta atención como los dientes, pero son el verdadero soporte de toda la sonrisa. Mantenerlas sanas es tan importante como cepillarse correctamente o acudir a las revisiones periódicas. Sin embargo, muchas veces los primeros signos de inflamación o sangrado se pasan por alto hasta que el problema se vuelve más serio.
La enfermedad periodontal engloba dos fases: la gingivitis y la periodontitis. Ambas comienzan de forma silenciosa, y si no se tratan a tiempo, pueden poner en riesgo no solo los dientes, sino también la salud general.
De la gingivitis a la periodontitis: cómo empieza todo
La gingivitis es la fase inicial y más leve. Se produce por la acumulación de placa bacteriana alrededor de los dientes. Esa capa invisible de bacterias, si no se elimina bien con el cepillado y el hilo dental, irrita la encía, que se inflama, enrojece y sangra con facilidad.
Afortunadamente, en esta etapa el daño es reversible. Con una limpieza profesional y una mejora en la higiene, las encías recuperan su aspecto saludable en pocos días.
El problema aparece cuando la gingivitis no se trata. Las bacterias penetran más profundamente, dañan los tejidos que sostienen los dientes y dan lugar a la periodontitis. En este punto, la infección afecta al hueso y puede provocar la movilidad o incluso la pérdida de piezas dentales.
Lo preocupante es que la evolución suele ser lenta y sin dolor. Muchas personas no notan nada hasta que el daño ya es evidente.
Síntomas que deben ponernos en alerta
Las señales más comunes de enfermedad periodontal son fáciles de detectar si se presta un poco de atención:
- Encías que sangran al cepillarse o usar hilo dental.
- Mal aliento persistente.
- Sensación de encías retraídas o dientes más largos.
- Movilidad o separación entre los dientes.
- Inflamación o enrojecimiento visibles.
- Dolor o presión al masticar.
El sangrado, aunque sea leve, nunca es normal. Es el primer aviso de que las encías están reaccionando ante una acumulación bacteriana. Ignorarlo puede hacer que la infección avance y se convierta en un problema mucho más serio.
Cómo se diagnostica y trata la enfermedad periodontal
El diagnóstico se realiza mediante una exploración clínica y radiográfica. El dentista o periodoncista evalúa el estado de las encías, mide la profundidad de las bolsas periodontales y comprueba si hay pérdida ósea.
El tratamiento varía según la gravedad. En los casos leves, basta con una limpieza profesional y una mejora de la higiene diaria. Cuando la enfermedad está más avanzada, se realiza un raspado y alisado radicular, también conocido como curetaje, que elimina la placa y el sarro acumulados bajo la línea de la encía.
En fases más graves, se pueden aplicar tratamientos antibióticos o regenerativos para recuperar parte del tejido perdido.
Lo fundamental es que el tratamiento se acompañe de un seguimiento periódico. La enfermedad periodontal no desaparece sola: necesita control, revisiones regulares y compromiso por parte del paciente.
La relación entre la boca y el resto del cuerpo
Cada vez hay más evidencia científica que relaciona la salud periodontal con la salud general. Las bacterias que provocan la periodontitis pueden pasar al torrente sanguíneo y favorecer procesos inflamatorios en otras partes del cuerpo.
Diversos estudios han demostrado una conexión entre la enfermedad periodontal y enfermedades cardiovasculares, diabetes, complicaciones en el embarazo e incluso ciertos trastornos respiratorios.
Por eso, cuidar las encías no es solo cuestión de estética o de mantener los dientes en su sitio, sino una forma de proteger el bienestar integral.
Hábitos para mantener las encías sanas
La prevención sigue siendo la mejor herramienta. Algunos hábitos sencillos pueden marcar una gran diferencia:
- Cepillarse tres veces al día con un cepillo de cerdas suaves.
- Utilizar hilo dental o cepillos interdentales a diario.
- Acudir al dentista al menos una vez al año para una limpieza profesional.
- Evitar el tabaco, que reduce el riego sanguíneo en las encías y enmascara los síntomas.
- Mantener una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y vitamina C.
- No descuidar las revisiones si se nota sangrado o inflamación persistente.
También es importante cambiar el cepillo cada tres meses y evitar cepillarse con demasiada fuerza, ya que un exceso de presión puede irritar las encías.
Tecnología y tratamientos avanzados
La odontología moderna ofrece soluciones cada vez más cómodas y eficaces para tratar las enfermedades periodontales. Hoy, las limpiezas profundas se realizan con ultrasonidos y técnicas mínimamente invasivas que reducen la incomodidad y aceleran la recuperación.
En sus clínicas dentales en Móstoles, Malmö Dental utiliza equipos digitales para diagnosticar con precisión y diseñar tratamientos personalizados. Además, los protocolos de mantenimiento permiten controlar la evolución y prevenir recaídas a largo plazo.
El objetivo no es solo curar la enfermedad, sino restablecer la salud completa del entorno dental: encías, hueso y ligamento periodontal.
Cuidar las encías es cuidar la sonrisa
Las encías sostienen mucho más que los dientes. Son el fundamento invisible de una sonrisa sana, y su cuidado debería formar parte de cualquier rutina de salud.
Detectar a tiempo una gingivitis o una periodontitis puede evitar la pérdida de piezas y mejorar la calidad de vida de forma notable. Basta con escuchar las señales que las encías envían y actuar antes de que sea tarde.
Una sonrisa bonita empieza con unas encías firmes, sin inflamación ni sangrado. Y mantenerlas así no es cuestión de suerte, sino de constancia, revisiones y un buen acompañamiento profesional.

