La Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid ha aprobado asignar la denominación de ‘vereda de Sor Juana Inés de la Cruz’ a un sendero situado en los jardines de Ferraz, ubicados entre las calles de Ferraz, Irún y Profesor Martín Almagro Basch, según ha informado la vicealcaldesa y portavoz municipal, Inma Sanz, en rueda de prensa. La propuesta fue aprobada en el Pleno de la Junta Municipal del distrito de Moncloa-Aravaca el 13 de marzo de 2025.
La asignación del nombre de Sor Juana a este sendero dentro de los jardines de Ferraz responde al reconocimiento de la figura de esta insigne monja, poetisa y mística mexicana, figura destacada de la literatura en lengua española del Siglo de Oro y de gran influencia en el pensamiento y la cultura hispanoamericana. La vereda se encuentra junto al monumento dedicado a Sor Juana Inés de la Cruz, una réplica de la estatua ubicada en la Ciudad de México, donada por el Claustro de Sor Juana Inés de la Cruz y realizada a partir de un retrato de época.
La décima musa de América
Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695), cuyo nombre de nacimiento fue Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, nació el 12 de noviembre de 1.648 en San Miguel Nepantla, en el Virreinato de la Nueva España, actual México. Desde temprana edad mostró una gran pasión por el conocimiento. Aprendió a leer y escribir a los tres años y, al no tener acceso a una educación formal por ser mujer, se instruyó de manera autodidacta en la vasta biblioteca de su abuelo. Su talento le permitió dominar diversas disciplinas, incluyendo teología, filosofía, astronomía, matemáticas y literatura.
Es considerada la máxima exponente de la literatura del Siglo de Oro en América y una de las primeras feministas del continente. Su obra ha trascendido el tiempo y sigue siendo objeto de estudio, no solo por su genialidad literaria, sino también por su valentía al desafiar las normas de su época. Es conocida como ‘la décima musa’ y ‘el fénix de América’ y es autora de títulos como Amor es más laberinto y Los empeños de una casa, que reflejan su impacto en la cultura hispanoamericana.
Gracias a su fama como intelectual precoz, fue invitada a la corte del virrey Antonio Sebastián de Toledo, donde deslumbró con su erudición. Sin embargo, en una época donde el acceso al conocimiento estaba limitado para las mujeres, Sor Juana decidió ingresar en 1667 al convento de las Carmelitas Descalzas y, posteriormente, en 1669, al Convento de San Jerónimo en la Ciudad de México. Allí encontró un espacio de relativa libertad para dedicarse a sus estudios y a la escritura.
Sor Juana escribió poesía, teatro, ensayos y villancicos, abordando temas como el amor, la teología, la filosofía y la condición de la mujer, así como autos sacramentales y comedias como Los empeños de una casa, donde muestra su maestría en la dramaturgia.
En 1693, Sor Juana dejó de escribir y, según algunos documentos, renunció a sus estudios. En 1695, mientras cuidaba a sus hermanas de convento durante una epidemia de tifus, contrajo la enfermedad y falleció el 17 de abril de ese mismo año.