Juana Román ingresaba el 4 de enero en el Hospital Gregorio Marañón por un problema cardiaco crónico que le provocó un infarto de extrema gravedad. Tras un mes en la planta de hospitalización de Cardiología, su delicada situación por una insuficiencia cardiaca terminal le llevó a tener que someterse al implante de una asistencia ventricular. A partir de ese momento fue ingresada en la Unidad de Cuidados Críticos Postquirúrgicos.
“Es una paciente muy compleja, con 70 años y patologías asociadas, y que ha sufrido las complicaciones habituales en este tipo de intervenciones, como precisar asistencia ventricular y problemas de sangrado, entre otras afectaciones”, explica José María Barrio, jefe de sección de Reanimación y Anestesiología.
“Desde que ingresó ha estado muy malita y no teníamos la seguridad de que fuera a salir para adelante. Ha pasado por siete intervenciones quirúrgicas, ha estado intubada y tuvo un ictus. Ha estado muy grave y hemos temido por su vida”, explica su hija Raquel Luque. “Aunque mi madre es muy fuerte y nos lo ha demostrado, queremos dar gracias todo el personal del Hospital Gregorio Marañón porque le han salvado la vida”, añade.
“Juana ha estado en una situación muy crítica, pero desde hace dos meses ha comenzado a recuperarse, a hablar y reponerse de un proceso muy complejo, y empezó a decir que quería salir a la calle. Entre las compañeras nos planteamos la posibilidad de bajarla al patio del hospital. Se lo comentamos a su médico y nos dio su aprobación”, explica Esperanza Juria, enfermera de la Unidad de Cuidados Críticos Postquirúrgicos. “Cuando se lo comentamos nos dijo que no la mintiéramos, pero al vernos prepararlo todo se le dibujó una sonrisa y se puso muy contenta”, recuerda su enfermera.
El personal del hospital dispuso un sistema móvil para poder dar soporte a las necesidades clínicas de Juana y conectar a baterías móviles los aparatos que controlan los distintos dispositivos de la paciente. Tras acondicionarla, y con su marido y su hija, iniciaron el trayecto desde la Unidad de Cuidados Críticos Postquirúrgicos al patio central del Hospital Gregorio Marañón.
“Nada más salir comenzó a decir, ‘ay los árboles, los pajaritos’, y estaba muy contenta”, narra Bárbara González, enfermera de la Unidad de Cuidados Críticos Postquirúrgicos. “Y pidió, mañana más”. “Para nosotras ha sido una gran satisfacción y para la paciente: su mejor medicina, porque está mucho mejor”, explica esta enfermera. “Esperamos a que llegara su marido Luis para que saliera con ella y también se sorprendió mucho. Llamó a su hija y le dijo ‘¡Me voy a la calle con tu madre!”.
“Pese a que estamos muy contentas, lo hicimos todo con mucho cuidado y de forma diligente porque sabemos de su estado delicado y la cantidad de dispositivos que llevábamos para darle un soporte adecuado”, destaca Bárbara González. “Es una alegría muy grande para ella y para nosotros que pueda salir a la calle y que le pueda dar el aire, porque lleva mucho tiempo mal. Estamos muy contentos”, destaca la hija. “Aquí estoy muy bien, mejor que arriba”, sentencia Juana con una amplia sonrisa.
Juana evoluciona favorablemente y hoy celebra su 50 aniversario de boda con un emocionado Luis, su marido, que siempre la besa y la coge de la mano. Aunque aún continúa en el hospital, Juana y Luis esperan, junto a su familia y todo el personal del centro, que esa celebración la pueda volver a realizar en su casa muy pronto.