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Condeduque presenta sus espectáculos de invierno 2023

Las obras se podrán ver hasta finales de marzo

by Gacetín Madrid

El Centro de Cultura Contemporánea Condeduque, del Área de Cultura, Turismo y Deporte, acogerá durante los próximos meses una nutrida agenda de espectáculos de artes escénicas tanto nacionales como internacionales enmarcadas en la programación de invierno del espacio.

Sobre el escenario del Condeduque se representarán las últimas producciones de Cris Blanco con Grandissima Illusione tras su paso por el festival Grec; también pasarán Relic, de Eurípides Laskaridis; La Leona, de la Premio Nacional de Danza Olga Pericet; Para cuatro jinetes, de la compañía Mucha Muchacha de Celso Jiménez, residente en Condeduque; Una imagen interior de El Conde de Torrefiel; Program/Childs/Carvalho/Lasseindra/Doherty, del Ballet Nacional de Marsella, y Furi,a de Lía Rodrígues.

Grandissima Illusione (27 y 28 de enero)

La obra de Cris Blanco arranca cuando un personaje teatral del siglo XVII, que podría ser una marquesa de Lope de Vega, se topa con el técnico tatuado del teatro y se enamora de él. A partir de ahí, el caos se apodera de la obra y todas las convenciones saltan por los aires, entrando y saliendo del tiempo de la escena y el tiempo de la representación a través de una especie de agujero de gusano por el que circulan una criada, una juglar feminista, una ayudante de dirección, un texto proyectado, un experto, un astrólogo cubano, unos extras y un coro griego formado por tres personas que van detrás de los demás personajes repitiendo lo que dicen y sienten.

Cris Blanco realiza desde 2003 sus propias piezas escénicas y trabaja como intérprete en danza, teatro y cine. Ha trabajado en escena con Cuqui y María Jerez, Amaia Urra, Juan Domínguez y Xavier Leroy y en cine con Roser Aguilar e Icíar Bollaín, entre otros. Además, acompaña proyectos artísticos, imparte clases en el Instituto del Teatro y participa en proyectos educativos. Algunos de sus trabajos escénicos incluyen cUADRADO_fLECHA_pERSONA qUE cORRE (2004), ciencia-ficción (2010), El Agitador Vórtex (2014), Bad Translation (2016) y Pelucas en la Niebla (2018). En 2019 creó Lo mínimo y lo pequeño, con Jorge Dutor y Guillem Mont de Palol. Sus creaciones se han representado en escenarios y festivales europeos, americanos y asiáticos.

RELIC, de Eurípides Laskaridis (1 y 2 de febrero)

La exageración marca el tono en RELICla obra de Eurípides Laskaridis, autor y único protagonista de esta obra a medio camino entre la oda y la crítica a la ridiculez en la que la exploración de la ridiculez humana que realiza Laskaridis coge elementos prestados del burlesque y del cabaré, pero no se decanta por ser ninguno de los dos. También hay algo de clown, pero no en el sentido del payaso tradicional y convencional, sino en una especie de deformación monstruosa del modelo conocido. Hay alusiones, claras y directas, a las problemáticas de género e identidad y también guiños al travestismo con los tacones desestabilizadores del personaje.

Eurípides Laskaridis es director e intérprete y hay dos temas dominantes que recorren su identidad artística: el ridículo y la transformación. Laskaridis estudió actuación en Atenas, en el Karolos Koun Art Theatre y dirección en Nueva York, en el Brooklyn College con una beca de la Fundación Onassis. Lleva actuando desde 1995, trabajando con directores como Dimitris Papaioannou y Robert Wilson. Comenzó a dirigir su propio trabajo en 2000, tanto obras de teatro como, más tarde, cortometrajes premiados. En 2009, fundó la compañía OSMOSIS y comenzó a presentar obras específicas del sitio en el Festival de Atenas, el Teatro Nacional Griego, el Teatro Embros y en otros lugares de Grecia. En 2013, OSMOSIS también comenzó a realizar talleres y proyectos comunitarios. A ellos les siguieron RELIC, en 2015; TITANS, en 2017 y AB6: THIRÍO, en 2018.

La Leona (del 9 al 11 de febrero)

Hacia mediados del mes de febrero, Condeduque acogerá un viaje a la esencia y origen del flamenco. En el espectáculo de Pericet, La Leona, alternan la rondeña, la bambera, la rumba, el fandango o la farruca. Con dirección escénica de Carlota Ferrer y junto a Israel Moro (voz), José Manuel León y Alfredo Mesa (guitarras), Juanfe Pérez (bajo) y Roberto Jaén (percusión), Olga Pericet busca la genealogía y las raíces, pero también los misterios y poéticas de la guitarra en la escena actual. Primera pieza de un díptico, La Leona se estrenó en la Bienal de Sevilla 2022 y, tras su paso por Madrid, podrá verse en otras ciudades como Jerez, Valencia, Londres o París.

En cuanto a la intérprete de danza Olga Pericet, en 2018 recibe el Premio Nacional de Danza en la modalidad de Interpretación por su «capacidad de aunar las distintas disciplinas de la danza española, actualizándolas en un lenguaje interpretativo con sello propio» y por «su versatilidad escénica y su valiosa capacidad de transmisión». Ha sido galardonada también con el Premio Max de las Artes Escénicas a la Mejor Intérprete Femenina 2020 y con el Premio Escenario ACE Awards Nueva York 2016 (Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York). Entre sus trabajos se encuentran Un cuerpo infinito, una pieza con la que emprende un viaje de autoconocimiento espiritual y físico a través de la legendaria figura de Carmen Amaya o La espina que quiso ser flor o la flor que soñó con ser bailaora (2017), que le valió el premio de la crítica especializada y la cátedra de flamencología del Festival de Jerez.

Para cuatro jinetes (del 24 al 26 de febrero)

En Para cuatro jinetes, la compañía Mucha Muchacha, como compañía joven formada en la danza española, siente la necesidad de trabajar lo contemporáneo, dialogando con el contexto de las artes vivas e incorporando lenguajes que potencian la cercanía con la audiencia. La producción que pondrán en escena a finales de febrero ha sido realizada con el apoyo del programa de ayudas a la creación y la movilidad del Ayuntamiento de Madrid.

Una imagen interior (del 16 al 19 de marzo)

Una imagen interior es un ejercicio poético que sonda los principios fundacionales del concepto de ficción en disputa constante con la incuestionable ley gravitacional a la que están sujetos los cuerpos”, así explica El Conde de Torrefiel, o lo que es lo mismo Tanya Beyeler y Pablo Gisbert, esta aproximación al complejo concepto de realidad y a su tensión cada vez más acuciante con todo eso que llamamos ficción, cada vez más hegemónico.

Como es habitual en el trabajo de El Conde de Torrefiel, se llega a un resultado a través de varias fases de trabajo que van sucediendo en distintos lugares. El primer impulso, en este caso, surge de un concepto fabricado por ellos mismos: el de ‘ultraficción’, que, según Tanya Beyeler, “fue la palabra que encontramos para dar nombre a una sensación que teníamos durante los dos años de pandemia, donde la frontera cada vez más fina entre realidad y ficción estaba muy presente”.

La compañía El Conde de Torrefiel fue creada por los dramaturgos Tanya Beyeler y Pablo Gisbert y es un proyecto escénico que fluctúa entre la literatura, las artes plásticas y el movimiento coreográfico y que ha estado en festivales de España, Europa y Latinoamérica. Pablo Gisbert ha sido propuesto para la plataforma europea de dramaturgia contemporánea Fabulamundi: Playwriting Europe. En 2015 recopiló todos sus textos en un libro titulado Mierda Bonita con la editorial La Uña Rota.

Program/Childs/Carvalho/Lasseindra/Doherty (30 y 31 de marzo)

En apariencia inconexo, el programa de cuatro coreografías que nos presenta en Condeduque el Ballet de Marsella, desde hace un par de años bajo dirección del colectivo La (HORDE), es mucho más coherente de lo que parece. En principio, no hay un hilo conductor entre la racionalidad matemática de la pieza minimalista de Lucinda Childs, la estridencia voguing de Laissandra Ninja, la ambigüedad de la obra de Tania Carvalho y esa mirada a los suburbios de Belfast que recrea Oona Doherty. Pero es solo apariencia.

Se trata de cuatro creadoras de distintas edades, culturas y nacionalidades que representan cuatro voces femeninas alternativas del mundo de la danza y ostentan, cada una a su manera, una escritura coreográfica inclusiva y comprometida: Tempo Vicino, de Lucinda Childs; One of four periods in time, de Tania Carvalho; Mood, de Lasseindra Ninja y Lazarus, de Oona Doherty.

El Ballet Nacional de Marsella fue fundado en 1972 por el coreógrafo Roland Petit, desde 1998 a 2004 fue dirigido por Marie-Claude Pietragalla y después, por Frédéric Flamand entre 2004 y 2013. Estos dos últimos directores abrieron el ballet a nuevas experiencias artísticas.

Desde el 2014, Emio Greco y Pieter C. Scholten están al frente ofreciendo un estilo coreográfico particular que iniciaron en el centro internacional ICKamsterdam, fundado por ellos mismos en la capital de Holanda. Greco y Scholten han desarrollado un universo que bebe tanto del vocabulario clásico como de la danza posmoderna.

Furia (22 y 23 de abril)

Con un título tan ilustrativo, Furia fue creada durante nueve meses en 2017, coincidiendo con la campaña electoral que llevó a Bolsonaro al poder y llegó a considerarse como mejor coreografía de 2022 en Francia por los críticos. En su línea de danza de la resistencia trabajaron a fondo sobre el pensamiento del escritor afrobrasileño Conceição Evaristo, que se plantea reflexiones sobre la situación del país con preguntas como: ¿Quién puede hablar?, ¿Quién tiene el derecho a hablar?, ¿Por qué no se escuchan ciertas voces y cómo podemos hacer que se escuchen?…

La estética de la propuesta que llega en abril a Condeduque sigue su línea habitual. Hay referencias al poder, a los oprimidos y a las carrozas festivas del carnaval. Hay bailarinas negras pintadas como esculturas doradas y materiales de desecho fingiendo ser lujosos. También, danza enérgica, palabras, canciones y gritos, pero, sobre todo, hay furia.

Lia Rodrigues instaló en Río de Janeiro la sede de su compañía en 2004. En 2009, fundó el Centro de Artes Maré y en 2011, arrancó su Escuela de Danza que mantiene hasta 350 alumnos aprendiendo a bailar. Pero en los años 80 del siglo pasado, Rodrigues estaba muy lejos de la favela, viviendo experiencias intensas en el París cosmopolita, donde se integró al elenco del clásico May B, de Maguy Marin, pionera de la nouvelle danse francesa, que ha sido su inspiración hasta nuestros días. A su vuelta a Río, fundó Panorama, en 1992, que sigue siendo el festival de danza más importante del país.

A nivel personal, su labor más destacable es la de su compañía, donde ha creado un catálogo de coreografías relevantes que le han servido para edificar una estética y un modo escénico sustentado en la supervivencia y la emergencia, que saca belleza de los elementos de desecho que usa como escenografía y atrezo en sus producciones.

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