El PSOE del madrileño distrito de Fuencarral-El Pardo apoya nombrar al Espacio de Igualdad del Distrito como «Lucrecia Pérez», la primera víctima reconocida en España por delitos de odio.
El PSOE de Fuencarral-El Pardo ha emitido un comunicado este viernes, 23 de febrero, anunciando que apoyarán dotar al Espacio de Igualdad del Distrito del nombre de Lucrecia Pérez.
Lucrecia Pérez Matos es la primera víctima reconocida en España por delitos de odio. Fue asesinada a tiros por miembros de un grupo neonazi que actuaba con impunidad en Madrid, vinculados a radicales de equipos deportivos y a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
Comunicado
Los Foros Locales son espacios para la participación ciudadana donde se refleja la realidad que configura la diversidad de nuestra sociedad a través de la representación que ejercen las y los ciudadanos que conviven en nuestros barrios, con sus normales diferencias e independientemente de sus posicionamientos políticos, ideológicos o religiosos, pero siempre considerando a cada ciudadano y ciudadana como sujetos de derecho e iguales ante la ley.
Los socialistas de Fuencarral-El Pardo que hacemos parte de la Mesa de Igualdad y LGTBI de nuestro Distrito, y en atención a la solicitud que hiciera dicha Mesa, hemos presentado la siguiente propuesta para dotar a dicho Espacio de un nombre con el que nos sentimos plenamente identificados por el significado y trascendencia histórica de su figura: Lucrecia Pérez como símbolo de toda una sociedad que ansía el respeto por la diversidad y que lucha por la igualdad real y plena entre hombres y mujeres.
Lucrecia Pérez Matos es la primera víctima reconocida en España por delitos de odio. Fue asesinada a tiros por miembros de un grupo neonazi que actuaba con impunidad en Madrid, vinculados a radicales de equipos deportivos y a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Algunos de ellos eran incluso, en el momento del asesinato, menores de edad, lo que convierte el hecho en algo aún más grave por lo que significa la ideologización de nuestros jóvenes por parte de personas mayores que ejercen sobre ellos su poder de convencimiento, llegando a inocular el odio, el rechazo al diferente y a la diversidad que configura nuestras sociedades, de tal manera que pierden la percepción de la realidad y restan valor a la vida humana, llegando incluso a matar por esa alienación a la que se ven sometidos.
Lucrecia fue víctima del racismo y la xenofobia por ser una mujer extranjera, negra y pobre. Pero también fue víctima de una forma de violencia de la que pocas veces se habla, y es esa que sufren las mujeres que se ven obligadas a abandonar a sus familias y lugares de origen para buscar oportunidades que les permitan subsistir y dar de comer a los suyos, llegando a padecer situaciones de verdadera esclavitud por la explotación laboral a la que generalmente son sometidas, la desigualdad que sufren por ser mujeres, el racismo estructural que aún pervive en nuestra sociedad y la xenofobia de los que desdeñan la pluralidad que a ellas, y sobre todo a ellas, representan con el color de su piel y con sus diversos acentos.
El asesinato de Lucrecia significó para España el despertar de un sueño en el que plácidamente nos encontrábamos porque nos hizo ver que aún no estábamos preparados para entender el significado de lo que somos y/o de lo que en realidad debemos ser: un país igualitario en el que el simple hecho de ser diferentes no signifique que no tengamos los mismos derechos y las mismas oportunidades que nos corresponden como ciudadanos y ciudadanas.
Ella es un verdadero símbolo de la igualdad. Su asesinato significó ese sacrificio que en ocasiones (muy tristemente, por cierto) hacen las sociedades para poder desnudar sus vergüenzas.
En reconocimiento a ella, España salió a las calles en las más grandes manifestaciones contra el racismo que se conocen en nuestra historia reciente. Gracias a ella el Estado repensó la Ley de Extranjería y comenzó a andar hacia la generación de un cuerpo legislativo suficiente (aunque aún incompleto) contra los delitos de odio. Gracias a ella nacieron organizaciones tan importantes como el Movimiento contra la Intolerancia, y se reforzaron otras organizaciones como VOMADE, cuya voz empezó a escucharse, cambiando así la concepción que se tenía en España de aquellas mujeres dominicanas que llegaron a finales de los años 80 y principios de los 90; mujeres trabajadoras venidas desde zonas económicamente deprimidas habiendo abandonado a sus hijos e hijas, y viéndose muchas de ellas atrapadas por las redes de prostitución, esclavitud sexual y trata de mujeres.
Con el asesinato de Lucrecia, otra mujer, su hija Kenia, que en aquel momento no llegaba a los 10 años de edad, se quedó huérfana en un país que no le ofrecía las oportunidades que cualquier chica con su edad en Occidente tiene, como el acceso a la educación, algo fundamental para el desarrollo personal y social.
Kenia, convertida en activista por los DDHH, es otra víctima de aquel episodio de odio. Sin embargo, ha perdonado a quienes asesinaron a su madre, lo que da una idea de la altura moral que imprimió en ella su madre, pero sobre todo su abuela, otra mujer, quien se ocupó de su crianza asumiendo la responsabilidad sobrevenida de tener que mantener a esa niña y hacerla crecer con amor y alejada del rencor.
Tenemos la oportunidad de honrar la memoria no sólo de Lucrecia Pérez, sino también la memoria de muchas, cientos, miles de mujeres que han cruzado el mundo en busca de un futuro, y a las que aquel lugar que creían el paraíso les arrebató todo. Estamos en un momento clave porque justamente se acaban de cumplir 25 años de su asesinato, por lo que nombrar el Espacio de Igualdad con el nombre de Lucrecia Pérez sería aportar un granito de arena a esa lucha en defensa de las mujeres migrantes que siguen moviéndose por el mundo justo en este instante, y que son presa de esa desigualdad contra la que luchamos.
Lucrecia es un símbolo internacionalmente conocido y representa la conciencia de España contra la explotación laboral, la aporofobia y la falta de oportunidades, el racismo estructural, la desigualdad de género y la xenofobia.
Por esas razones apoyamos la propuesta presentada por los miembros de la Mesa de Igualdad y LGTBI de dar el nombre de Lucrecia Pérez a ese espacio de la dignidad de las mujeres de Fuencarral-El Pardo.