Con las aportaciones de los mayores se consigue situar y localizar lugares y edificios hoy desaparecidos -caso de los numerosos cines de barrio que existían en nuestro entorno- o conocer las costumbres y maneras de vivir de sus tiempos mozos.
Cuando a finales de 2016 la Biblioteca Pío Baroja emprende el proyecto Memoria de los Barrios en el distrito de Arganzuela, lo primero que se plantea es la necesidad de difundirlo para conseguir aliados entre diferentes colectivos e instituciones (junta de distrito, colegios, comercios…) llegando a la conclusión de que quienes ante todo están en posesión de los recuerdos más antiguos de los barrios son, lógicamente, los vecinos de más edad.
Así, se acude a los Centros de Mayores y Centros de Día y se pone en marcha una programación para difundir el proyecto que se extenderá a lo largo de varios meses, consistente en la celebración de dos sesiones en cada uno de ellos.
En el primer encuentro se acude al centro, se dan a conocer los objetivos para remover los recuerdos de los asistentes y se pide su colaboración (fotografías y otros documentos), citándoles en la biblioteca un par de semanas después.
A esa segunda sesión pueden traer la documentación referida. A día de hoy, en el transcurso de los encuentros mantenidos con los Centros de Día Arganzuela y José de Villarreal, han podido recopilarse sobre todo testimonios orales, algunos de los cuales fueron grabados en archivos de audio.
Con las aportaciones de los mayores se consigue situar y localizar lugares y edificios hoy desaparecidos -caso de los numerosos cines de barrio que existían en nuestro entorno- o conocer las costumbres y maneras de vivir de sus tiempos mozos. Algunos incluso han trabajado en las numerosas industrias que poblaban el distrito, como Standard Eléctrica o Telefunken.
Entre los testimonios que han compartido en las sesiones de la biblioteca se pueden citar como Consuelo recuerda que de niña le impresionaban los caballos percherones que tiraban de las cubas en las que se transportaba la cerveza de la fábrica El Águila. Otros relatan cuando se bañaban en el río Manzanares casi siempre sin permiso y los trucos que empleaban para ocultarlo.
Alberto cuenta las reuniones de jóvenes que hacían en alguna casa deshabitada y como se las ingeniaban para conseguir un peculiar equipo de música, el pick Up (tocadiscos) de los años 50. Teresa describe como tenía que atravesar la vía del ferrocarril para acudir al colegio, muchas veces pasando entre los vagones de los trenes de mercancías que se dirigían a la Estación de las Peñuelas.
Para ellos compartir sus vivencias es una experiencia que les ayuda a adoptar una disposición activa y es una manera de mantener vivas sus historias. En definitiva se trata de poner en valor sus recuerdos y conservar la memoria del distrito.
Noticia de bibliotecas madrid