El mes de agosto deja una nueva sacudida en el trabajo autónomo. Según los últimos datos se perdieron un total de 8.662 afiliados al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) en el con respecto al mes anterior. Una caída que «refleja la vulnerabilidad del colectivo en periodos de ajuste estacional y que vuelve a poner de relieve la necesidad de reforzar la protección social», señalan desde UATAE.
El análisis por comunidades autónomas muestra un ranking claro: Madrid lidera las pérdidas con -2.170 autónomas y autónomos, seguida de Cataluña (-1.572), Andalucía (-1.346), Comunitat Valenciana (-769), País Vasco (-685) y Murcia (-467). En total, estas seis comunidades concentran la mayoría de la destrucción de empleo autónomo registrado en el último mes.
Desde la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (UATAE) advierten de que estos datos «no son solo un reflejo de la estacionalidad de agosto, sino una señal de la fragilidad estructural del colectivo, atrapado entre la falta de apoyo institucional y los altos costes fijos que deben afrontar en contextos de menor actividad».
María José Landaburu, secretaria general de UATAE, hace hincapié en que “los autónomos no pueden seguir siendo el eslabón más débil de la cadena productiva porque cada baja no es solo una cifra, sino un proyecto que se ve obligado a interrumpir su actividad por no contar con herramientas de protección adecuadas”.
UATAE recuerda que, aunque agosto es tradicionalmente un mes de retroceso por el fin de la temporada estival en muchos sectores, «el impacto desigual entre comunidades refleja también diferencias en la estructura económica y la presión de factores como el coste del alquiler de locales, especialmente en territorios como Madrid o Cataluña».
Por ello, la Organización insiste en que «es necesario seguir avanzando en medidas como la equiparación de derechos de protección social con las y los asalariados, la consolidación del sistema de cotización por ingresos reales y la regulación de costes fijos desproporcionados, como los alquileres de los locales en zonas tensionadas, que suponen una carga inasumible para muchas y muchos autónomos».
Porque, como señala Landaburu, “si queremos un tejido autónomo fuerte y estable, necesitamos políticas valientes que refuercen la sostenibilidad de los pequeños más allá de la temporada alta y que den garantías de futuro al conjunto del colectivo”.

