El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha lamentado «profundamente» el fallecimiento del genial artista colombiano Fernando Botero, muerto este viernes a los 91 años de edad en su casa de Mónaco. Así lo ha indicado el regidor madrileño en un comunicado: «su obra y enorme talento seguirán vivos en Madrid. Descanse en paz», recordando con ello la importante cantidad de obras del artista que hay en la capital, especialmente sus famosas esculturas voluptuosas de color negro.
Fernando Botero nació el 19 de abril de 1932 en Medellín. Una vez terminados sus estudios secundarios en 1950, se trasladó a Bogotá en 1951, donde tuvo contacto directo con algunos de los intelectuales colombianos más importantes de la época. Ese mismo año, Botero realizó sus dos primeras exposiciones individuales y en la galería Leo Matiz dio un muy buen avance a su carrera. Posteriormente, se radicó en Toly pagó su estadía con un mural.
A su regreso a Bogotá, con el óleo Frente al mar ganó el segundo puesto en el IX salón nacional de artistas. En 1952, con el dinero recibido por el premio y con la venta de algunas de sus obras, Botero llegó a Europa en ese muro que salía desde el puerto de Buenaventura en el Pacífico colombiano. Llegó a España, primero a Barcelona y se estableció luego en Madrid, donde se inscribió en la Real Academia de Arte de San Fernando y para garantizar su sostenimiento, hacía dibujos y pinturas a las afueras del Museo del Prado.
Las creaciones artísticas de su autoría llevan impresa una sui generis e irreverente interpretación del estilo figurativo, denominado por algunos como «boterismo», el cual impregna de una identidad inconfundible a las iconográficas obras, reconocibles no solo por la crítica especializada, sino también por el gran público, incluyendo niños y adultos por igual, constituyéndose en una de las principales manifestaciones del arte contemporáneo a nivel global; la original interpretación que da el artista a un variopinto espectro de temas se caracteriza desde lo plástico por una volumetría exaltada que impregna a las creaciones de un carácter tridimensional, así como de fuerza, exuberancia y sensualidad, junto a una concepción anatómica particular, una estética que cronológicamente podría encuadrarse en los años cuarenta en occidente aplicada a tramas que pueden ser actuales o pretéritas, locales pero con vocación universal (mitología griega y romana; el amor, costumbres, vida cotidiana, naturaleza, paisajes, muerte, violencia, mujer, sexo, religión y política en Latinoamérica y Europa occidental, así como bodegones, reinterpretación de obras clásicas, retratos y autorretratos, entre otras), representadas con un uso vivaz y magistral (desde el punto de vista técnico) del color, acompañadas de finos y sutiles detalles de crítica mordaz e ironía en cada obra. Es considerado el artista latinoamericano vivo más cotizado actualmente del mundo.
Su obra se inscribe en un original interpretación del estilo figurativo. Desde sus inicios Botero ha recurrido a escenas costumbristas, inicialmente con una pincelada suelta de colores oscuros (con ocasionales contrastes fuertes) cercana al expresionismo y desde finales de los años 1960, ha recurrido a una pincelada cerrada, con figuras y contornos más definidos. A la orilla de esa carretera del arte contemporáneo, Botero ha instalado durante cinco décadas una escuela de arte con un graduado: él mismo.