La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, han depositado hoy una corona de laurel ante la placa en la Real Casa de Correos que recuerda a las víctimas de los atentados del 11 de marzo de 2004, así como a los servicios de emergencias y ciudadanos que las auxiliaron.
La corona luce las banderas de España, la Comunidad de Madrid y la ciudad de Madrid. Durante la ceremonia, que ha comenzado a las 09.00 horas, han tañido las campanas del reloj de la sede de la Presidencia regional, junto con las de las iglesias de toda la Comunidad de Madrid. De hecho, se han podido escuchar la de los templos más cercanos al kilómetro cero (Catedral de la Almudena, Colegiata de San Isidro, Real Basílica de San Francisco el Grande, Iglesia de San Ginés o de Santiago, entre otras). Posteriormente, la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid, bajo la dirección del maestro Krastin Nestev, ha interpretado El cant dels ocells, de Pau Casals, y Lacrimosa, del Réquiem de Mozart. Para finalizar ha sonado el Himno Nacional.
En el homenaje han participado la presidenta de la Asociación Víctimas del Terrorismo, Mayte Araluce; la presidenta de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, Dori Majali; el presidente de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Tomás Caballero; y el presidente de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, Eulogio Paz. Al acto han asistido todos los consejeros del Gobierno regional, además de la presidenta de la Asamblea, Eugenia Carballedo, y la delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Mercedes González. También han acudido los portavoces de los grupos parlamentarios de la Asamblea de Madrid, la vicealcaldesa y concejales del Ayuntamiento de la capital y el presidente de la Federación de Municipios de Madrid.
Este viernes, 11 de marzo, se cumplen 18 años de unos atentados que dejaron un balance de 192 personas fallecidas y 1.858 heridas, y centenares de familias madrileñas rotas. El 11 de marzo de 2004, un comando yihadista hizo estallar diez mochilas cargadas de explosivos en diferentes puntos de la línea de Cercanías C-2, que une Alcalá de Henares con Atocha y a diario toman miles de trabajadores. Tres de estos puntos fueron las estaciones de los barrios obreros de Santa Eugenia y El Pozo del Tío Raimundo y de Atocha.