Por segundo año consecutivo, y coincidiendo con estas primeras semanas del otoño, los visitantes que estos días acudan al Real Jardín Botánico, en Madrid, serán recibidos a la entrada por una curiosa y singular muestra de distintas variedades de calabaza (géneros Cucurbita y Lagenaria) que se cultivan en el huerto del Jardín y que, con una finalidad didáctica, persigue dar a conocer algunas de la infinidad de variedades que tienen estos géneros.
Así, en la muestra se presenta una docena de variedades de calabaza, unas ya mostradas y otras nuevas en el Jardín. Por ejemplo, se enseñan desde la conocida como turbante turco hasta la del peregrino pasando por la de cabello de ángel, la bip max o, la que en los próximos días adquirirá cierto protagonismo, la calabaza de Halloween, hasta otras nuevas como la ‘maza de Hércules’ o la de ‘Peter Pan’, tal y como apunta Eustaquio Bote, jardinero del Real Jardín Botánico y responsable de la selección de variedades que se muestran.
Originarias de América (Cucurbita) y de África (Lagenaria), aunque su cultivo está muy extendido por otras zonas del mundo, la calabaza es una herbácea rastrera, de la familia de las cucurbitáceas. Se trata de un fruto voluminoso, generalmente esférico, de corteza gruesa y carne pulposa con multitud de semillas. Tiene un 90% de agua, muy pocas grasas y azúcares. Entre todas las variedades encontramos prácticamente todos los colores: rojo, verde, amarillo, negro, gris, blanco, naranja e incluso azul, sucediendo de igual manera con las formas: de botella, alargada, redonda, lisa o rugosa.
Según su uso, se clasifican en comestibles (para humanos y ganado) y ornamentales. Las plantas cuyo fruto es comestible son anuales, aparradas y con raíces aéreas que nacen de los nudos del tallo. Normalmente se emplean en cremas, guisos, potajes o guarnición. La variedad, de color blanco con dibujos verdes y forma esférica más o menos alargada, se la conoce como “Confitera de Cidra”. Y con su pulpa se prepara el famoso elemento culinario cabello de ángel.
Es posible encontrar calabazas en los mercados durante todo el año, aunque las comestibles se restringen de abril a diciembre.
Algunas especies tienen flores comestibles, de color amarillo, con los pétalos soldados en forma de campana. Además de su uso ornamental, también son comestibles, rebozadas o en ensalada y empiezan a tomar protagonismo en la cocina creativa.