El calendario astronómico reserva una última cita con el fenómeno de la superluna. La Superluna del Castor, catalogada como la segunda y final de 2025, comenzará a ser visible en los cielos de Madrid durante la noche de este martes, 4 de noviembre, y se prolongará hasta la del miércoles.
Los madrileños que observen el firmamento serán testigos de una Luna llena en su punto más cercano a la Tierra (perigeo), lo que provoca que el satélite luzca con un brillo espectacular. Este fenómeno óptico la hará aparecer considerablemente más grande y radiante que una Luna llena promedio.
El máximo brillo, en plena tarde
Un dato clave para los entusiastas es que el momento de máximo esplendor y mayor cercanía astronómica se producirá en horario diurno, por lo que no será visible en su punto exacto. La hora peninsular española situará el perigeo a las 14:19 horas de la tarde del 5 de noviembre.
No obstante, el espectáculo es plenamente observable en los cielos nocturnos, ofreciendo un disco lunar imponente tanto durante la noche de este martes como la de mañana. El mejor momento visual para apreciarla en Madrid será cuando el astro se eleve sobre el horizonte al atardecer, ya que la ilusión óptica agranda aún más la Luna cuando está baja.
Consejos para la observación
Para los habitantes de la Comunidad de Madrid, la dificultad reside en la alta contaminación lumínica. Los expertos recomiendan buscar puntos elevados y despejados para capturar la majestuosidad del fenómeno sin necesidad de utilizar telescopios o equipos especializados:
- Puntos de Vista: Alejarse de los focos de luz del centro urbano o buscar miradores naturales en la Sierra. En la propia capital, zonas elevadas como el Cerro del Tío Pío o el Faro de Moncloa pueden ofrecer vistas privilegiadas.
- El Clima: Las previsiones apuntan a que las condiciones serán favorables, por lo que bastará con mirar hacia el firmamento durante la noche para disfrutar de la estampa lunar.
El Origen de un nombre histórico
La denominación de «Luna del Castor» no tiene un origen astronómico, sino que proviene de las tradiciones de las tribus nativas norteamericanas. Este nombre se utilizaba para señalar la época del año, previa al congelamiento de los lagos y ríos, en la que los cazadores colocaban sus trampas para castores.
El animal, fundamental para el comercio de pieles, se preparaba así para la hibernación, indicando a las tribus que era el momento de acopiar reservas de cara al invierno. La Superluna del Castor no es solo un evento astronómico, sino un recordatorio celeste del cambio de estación y el inminente inicio del frío.

