Hacer una reforma no es solo cuestión de tirar tabiques o cambiar muebles. Es una oportunidad para mejorar cómo se vive la casa, adaptarla a nuevas necesidades y, sobre todo, dejarla más funcional. Lo complicado no suele ser elegir los materiales o los colores, sino acertar con las decisiones que harán que el resultado sea cómodo y duradero.
En los últimos años, la tendencia ha pasado de los estilos cerrados (minimalismo, rústico, industrial…) a una mezcla más libre. Las casas actuales combinan piezas nuevas con elementos antiguos, y materiales modernos con detalles que aportan carácter. La clave está en no recargar y en mantener cierta coherencia visual, aunque haya contrastes.
Empezar por lo esencial
Cuando se planifica una reforma, lo más importante es pensar primero en la distribución. Antes de decidir si las paredes van blancas o de color, conviene resolver lo práctico: la entrada de luz, la ventilación, los enchufes o los recorridos dentro del espacio. Una vivienda bien pensada se nota incluso antes de que esté decorada.
También es útil marcar un presupuesto realista y reservar una parte para imprevistos. Las reformas siempre esconden sorpresas: una instalación eléctrica vieja, un muro que no se puede tirar o un suelo que necesita nivelarse, y es mejor tenerlo en cuenta desde el principio.
La mezcla de materiales puede ser tu sello personal
Uno de los cambios más evidentes en la decoración actual es el gusto por combinar texturas. Ya no se busca que todo sea igual, sino que cada superficie tenga su propio protagonismo. Los suelos, por ejemplo, se han convertido en un punto clave del diseño. Hay quien prefiere la continuidad del microcemento, quien opta por la calidez de la madera y quien introduce un toque de color o dibujo con piezas artesanales.
Las baldosas hidráulicas, por ejemplo, se usan cada vez más como recurso decorativo, aunque ya no cubran toda una habitación como antes. Ahora se colocan en zonas concretas para aportar contraste y personalidad sin saturar el conjunto. Funcionan bien con materiales neutros, como el cemento o el mármol, porque rompen la monotonía con sus formas geométricas o sus tonos envejecidos.
En general, la tendencia va hacia lo natural. Las maderas claras, los tejidos de algodón o lino y los acabados mates se imponen sobre los brillos. Lo que se busca es una sensación de calma, de hogar vivido, no de escaparate.
Cocinas que se integran y no se esconden
La cocina ya no es ese espacio cerrado donde solo se cocina. Cada vez más hogares optan por integrarla con el salón o el comedor, eliminando paredes y creando un área común. Eso obliga a pensar bien los materiales, porque todo queda a la vista.
Los muebles lacados en tonos suaves, las encimeras de piedra artificial o los frentes de madera natural se mezclan sin problemas. También se utilizan pequeñas zonas con piezas decorativas, como una baldosa hidráulica en el frente de cocción o tras el fregadero, que actúa como punto focal. No hace falta llenar todo el espacio de color; basta con un detalle bien colocado para que el conjunto gane vida.
Las cocinas abiertas funcionan mejor cuando el diseño es práctico. Tener suficiente espacio de almacenaje, buena iluminación y materiales fáciles de limpiar es más importante que seguir una tendencia concreta. Lo ideal es buscar un equilibrio entre estética y funcionalidad.
Baños pequeños, soluciones grandes
En el baño, el cambio de los últimos años ha sido notable. Dejó de ser una estancia puramente funcional para convertirse en un espacio de bienestar. Aunque el tamaño no siempre ayuda, hay formas de hacer que se vea más amplio. Los tonos claros, los espejos grandes y las duchas a ras de suelo ayudan a ganar sensación de amplitud.
Las paredes con revestimientos mixtos también están en auge: una parte lisa combinada con una franja de azulejos decorativos o de mosaico. Aquí, los materiales con textura o dibujo aportan un toque personal sin restar limpieza visual.
Y, como ocurre en la cocina, los pequeños detalles son los que marcan la diferencia: grifería en negro o bronce, toalleros discretos y una buena iluminación que no deje sombras.
Zonas de descanso y espacios flexibles
Otra tendencia que se ha consolidado es la de los espacios polivalentes. Las viviendas actuales buscan adaptarse a distintos momentos del día: trabajar, descansar o recibir visitas. Por eso, los muebles modulares, las mesas extensibles y las piezas ligeras que se puedan mover con facilidad tienen cada vez más protagonismo.
En los dormitorios, la prioridad es el confort. Se apuesta por cabeceros tapizados, cortinas gruesas que aíslan del ruido y ropa de cama de tejidos naturales. Los colores más usados siguen siendo los neutros, con algún toque cálido para evitar que el ambiente resulte impersonal.
También ha crecido el interés por incorporar materiales sostenibles. Muchos fabricantes ofrecen opciones recicladas o de bajo impacto ambiental sin renunciar al diseño. La idea es que la casa sea bonita, pero también coherente con una forma de vida más consciente.

