Un análisis de hábitos alimentarios realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) a partir de la evolución del Panel de consumo de alimentos publicado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, revela que comemos ahora peor que hace 10 años.
El consumo de platos preparados ultraprocesados (como pizzas, empanadillas, croquetas…) ricos en sal, azúcar, grasas saturadas y aditivos es cada día más habitual y resulta un 90% superior a la frecuencia aconsejable; también aumentó el consumo de grasas untables (margarina, mantequilla), un 140% superior al aconsejable; así como el de los refrescos, zumos y otras bebidas envasadas como la cerveza sin alcohol, un 240%; y el de la carne roja, también un 240% superior, y eso que su ingesta bajó notablemente desde 2014. Otros grupos de alimentos que consumimos en exceso son la carne preparada (embutidos y salchichas), los dulces o las bebidas alcohólicas, advierte OCU.
Los efectos de estos cambios en la dieta, menos equilibrada, se reflejan en un aumento del 6% de las personas con exceso de peso desde 2014, hasta sumar el 56% de la población. Unas cifras que sin duda han influido en el incremento de la prevalencia de aquellas enfermedades relacionadas con los malos hábitos alimentarios, como la hipertensión arterial, que también ha aumentado del 15,7% al 18,7% en apenas diez años, según datos del Ministerio de Sanidad. Así como de la diabetes tipo 2 (del 6,2% al 7,6%), además de multiplicar el número de hospitalizaciones por infarto o por enfermedades cardiovasculares.
Y es que lo que comemos afecta significativamente a la salud y a la calidad de vida. De ahí la importancia de cambiar algunos de los actuales hábitos alimentarios para recuperar alimentos habituales de la dieta mediterránea y que han estado muy presentes en nuestras cocinas hasta hace poco tiempo. Es por ello por lo que OCU recomienda:
1. Consumir a diario verduras y hortalizas frescas, fruta fresca de temporada, frutos secos, lácteos no azucarados, pan integral (en vez de pan común) y aceite de oliva (en este caso en lugar de la mantequilla o la margarina).
2. Recuperar el consumo periódico, varias veces a la semana, de legumbres, arroz, pasta, huevos, pollo y pescado (frente a la carne roja).
3. Limitar el consumo las bebidas ricas en azúcares o edulcorantes, como los refrescos, los zumos o la cerveza sin alcohol.
4. Y tratar de encontrar tiempo para cocinar en casa, evitando en la medida de lo posible los platos preparados ultraprocesados ricos en sal, azúcar, grasas saturadas y aditivos.