Hermanado con el retorno a la rutina y a la monotonía, asociado a colores cenicientos y a una creciente pérdida de luz con el paso de los días que parecen acortarlos, afiliado a jornadas grises, lluviosas y ventosas y, naturalmente, vinculado a la caída de las hojas, el otoño también resulta una estación adorable, sin ningún género de dudas, si visitas en Madrid el Real Jardín Botánico-CSIC.
Un año más la iniciativa ‘El otoño, a los pies de los visitantes del RJB-CSIC’ persigue mostrar a las personas que estas semanas recorren el Jardín Botánico el cromatismo que ofrece la hojarasca con sus colores marrones, amarillentos, anaranjados, rojizos e, incluso verdes, realizando una limpieza selectiva de las hojas para dejar ver durante este periodo esos colores, percibir también su peculiar olor por su ligera fermentación, escuchar su sonido al pisar esta alfombra natural y agacharse a tocar esas hojas para identificar sus diferentes formas y texturas.
Pero, además de una bucólica fotografía que mostrar en las redes sociales, un objetivo de esta iniciativa es enseñar que en esta época del año los árboles caducifolios o deciduos refrescan todas sus hojas perdiendo el follaje. Las horas de luz disminuyen, la radiación solar es menos intensa, los suelos se hielan y dificultan la llegada de nutrientes y así, con la ayuda del viento y la lluvia, las hojas terminan poblando nuestros suelos.
Una vez que las hojas pierdan esa tonalidad y su deterioro sea evidente, el personal de jardinería las retirará para despejar esos caminos y glorietas, aunque mientras eso llega pueden disfrutar de la paleta de colores otoñales que el Jardín Botánico ofrece estos días y que se suma a las tonalidades que desde hace un par de semanas muestra la colección de calabazas, aún visible a las puertas del invernadero Santiago Castroviejo.