Salvo casos puntuales, el agua del grifo es perfectamente potable. Otra cosa es su sabor, que puede ser desagradable cuando se trata de agua dura, rica en sales de cal y magnesio, o agua procedente de una desaladora.
Un problema que se traslada a la percepción de su calidad que tienen muchos consumidores, sobre todo en determinadas zonas: en la Comunidad Valenciana, Cataluña y Castilla-La Mancha al menos el 35% de los residentes califican el agua del grifo como mala o muy mala, según una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) a una muestra de 1.100 personas representativa de la población española de entre 25 y 80 años.
En otras comunidades autónomas, como Andalucía, Aragón y Castilla y León, el número de residentes descontentos con la calidad del agua del grifo es también apreciable, superior al 19%. Por el contrario, en la Comunidad de Madrid y el País Vasco este porcentaje apenas alcanza el 1%. No obstante, esta valoración varía según el género y la edad: los más descontentos son las mujeres, especialmente las más jóvenes.
Lo cierto es que el mal sabor del agua incide directamente en el tipo de consumo y en el coste final del agua para muchas familias: el 41% de los encuestados afirman no beber del grifo en sus domicilios. Entre ellos, quienes priorizan el agua mineral envasada afrontan un gasto mínimo de 500 €/año (para una familia de cuatro miembros que consume 2 litros por persona), 100 veces más de los 5 €/año que gastaría si bebiera agua del grifo, denuncia OCU.
OCU considera que es posible revertir esta situación con un esfuerzo conjunto de las administraciones focalizado en la mejora de los actuales filtros de sales minerales de las potabilizadoras y mejorar así el sabor del agua. De hecho, la propia normativa establece que “el agua potable debe ser incolora, inodora e insípida”. Dicha mejora supondría además un enorme ahorro para las economías domésticas afectadas, así como una notable reducción del impacto medioambiental que supone la recogida y transporte de agua envasada.
Mientras tanto, OCU recomienda priorizar el agua del grifo, salvo que el sabor sea desagradable, en cuyo caso aconseja comprar aguas minerales de manantiales situados en la misma región del consumidor: tanto por el menor impacto medioambiental que genera su transporte, como porque suelen ser más baratas.
Y si es posible, en garrafa de cinco u ocho litros, aún más económica. OCU recuerda además a los consumidores su derecho a solicitar agua del grifo en los servicios de hostelería, un derecho amparado por la ley, independientemente de la calidad o el sabor apreciado por los residentes.