El Museo Nacional del Romanticismo, adscrito al Ministerio de Cultura y Deporte, continúa su programa expositivo ‘El Museo Presenta’ mostrando el estuche de pistolas de duelo en un excelente estado de conservación adquirido a finales de 2022 mediante oferta de venta irrevocable.
El estuche contiene, además de una pareja de pistolas, los accesorios para su carga y mantenimiento: llaves para el montaje, turquesa para fundir las balas, polvorera para introducir la pólvora y baquetas para la carga. Estas piezas, damasquinadas en oro y de gran calidad técnica y decorativa, están datadas hacia 1856-1860 y fueron fabricadas en Eibar por el reconocido armero Eusebio Zuloaga. Este conjunto enriquece el discurso del Museo en torno a la práctica de los lances de honor, muy común durante el Romanticismo y en general en el XIX.
La denominada Sala del Encuentro (Sala XXV) acoge hasta el 8 de octubre esta muestra, que pone fin a la exposición permanente del Museo. Sin restar protagonismo a las piezas que conforman el estuche, y acompañada de unas líneas de la ‘España Trágica’ de Galdós que invitarán a la reflexión, la museografía envuelve al público en uno de los duelos más famosos del siglo XIX: el del duque de Montpensier y Enrique de Borbón, que finalizó con la muerte de este.
La costumbre de batirse en duelo como forma de reparar las ofensas a la honra, si bien se remonta a la Edad Media, se verá impulsada durante el Romanticismo, pues este movimiento pondrá el foco sobre el individuo y la exaltación de las emociones, con lo que el concepto del honor cobrará gran importancia como un valor esencial. Además, en estos desafíos –un ritual masculino al que las mujeres no tenían acceso– participaron las clases más altas de la sociedad decimonónica, destacando la burguesía emergente que buscaba emular a la aristocracia.
Ese vínculo entre duelo y posición social explica que, pese a ser una práctica penada y al margen de la ley, surgieran códigos que la revestían de un cariz de legalidad, pormenorizando los protocolos que debían regir estos actos, incluida la indumentaria de los duelistas: traje con levita negra y sombrero de copa. Entre estos destaca el ‘Essai sur le duel’ (1836) del conde de Chateauvillard y, en España, obras más tardías como ‘Ofensas y Desafíos’ (1890), de Eusebio Yñiguez, y ‘Lances entre caballeros’ (1900), del marqués de Cabriñana.
En el siglo XIX se generalizó el duelo a pistola gracias a los avances armamentísticos. A diferencia de los duelos a espada o sable, estas armas equilibraban las capacidades de los contendientes. Los padrinos elegidos por los duelistas actuaban como intermediarios y organizaban los detalles del desafío: hora y lugar (normalmente al amanecer en sitios discretos y alejados), armas, testigos, médicos, etc. Una vez comenzados, los duelos podían resolverse a primer disparo (generalmente al aire), a primera sangre o a muerte.
Se tiene constancia de la participación en duelos de figuras destacadas del Romanticismo español, como el actor Julián Romea o los escritores José de Espronceda y Manuel Bretón de los Herreros, quien perdió un ojo en el lance, como se observa en su retrato en una de las salas del Museo. También protagonizaron numerosos duelos otras personalidades influyentes: periodistas, militares, políticos o aristócratas, como los ya citados Enrique de Borbón y el duque de Montpensier.
Acorde con el estatus social de sus propietarios, algunos de los estuches con pistolas destinadas a los duelos pueden considerarse objetos de lujo y decorativos, más allá de su funcionalidad, como ocurre con la pieza que se expone. Generalmente este tipo de estuches eran encargos de particulares, formando parte del ajuar de los caballeros o de las herencias de padres a hijos.
Además, las pistolas que se exponen llevan en su cañón la firma de uno de los armeros más importantes del siglo XIX español, Eusebio Zuloaga González (1808-1898). Entre otros, obtuvo el título de arcabucero honorario, otorgado por Isabel II en 1844. Se formó junto a su padre, el armero Blas de Zuloaga, y también en Francia y Bélgica, abriendo talleres en Eibar y Madrid.
Destacó por su maestría en la técnica del damasquinado (continuada por su hijo Plácido Zuloaga), gozando de gran éxito y premios a nivel nacional e internacional, como las dos medallas que obtuvo en la Exposición Universal de Londres de 1851. El Museo solo conservaba en sus colecciones un estuche de duelo de fabricación francesa, por lo que este ejemplar de Zuloaga constituye una adquisición fundamental, pues hasta ahora no custodiaba ninguna obra suya.
Sobre ‘El Museo Presenta’
La muestra se enmarca en el programa ‘El Museo Presenta’, un modelo de exposición con el que la institución hace partícipe al público de sus más recientes iniciativas: adquisiciones, restauraciones o nuevas visiones sobre sus colecciones. Comenzó su andadura en 2019 con la compra y restauración del retrato de Francisco Aranda por Federico de Madrazo y continuó con otras adquisiciones, como el dibujo de Ramón Mesonero Romanos por Rosario Weiss, en 2020, o el retrato de Alejandro Ferrant por su tío Luis Ferrant (también restaurado), en 2021.
En esta ocasión se exponen piezas de muy distinta tipología, dando cuenta de la heterogeneidad de los fondos conservados por el Museo, que pretende –partiendo de ese patrimonio material– divulgar los modos de vida y costumbres del Romanticismo, esto es, el contexto cultural de la sociedad que participó en los lances de honor.
Acompaña a la exposición una serie de visitas comentadas a cargo del equipo de Mediación Cultural, que profundizarán en todos los aspectos que rodean al duelo, desde sus protocolos hasta las voces críticas con esta práctica. Las fechas pueden consultarse en la taquilla y en la web del Museo. También estarán disponibles en la sala recursos descargables para ampliar información, con una lista de recomendaciones literarias, musicales y cinematográficas para sumergirse de forma integral en la costumbre del duelo partiendo de las piezas expuestas.