La esencia del arte japonés se fusiona con el español en dos muestras expositivas que los visitantes del Real Jardín Botánico (RJB-CSIC) de Madrid podrán descubrir gracias al trabajo de Casa Asia. Por un lado, la instalación Un jardín zen negro, construida con las cenizas del volcán de Cumbre Vieja de la isla de La Palma y que rinde homenaje a las víctimas de la catástrofe que vivieron los habitantes de esta isla el año pasado.
Por otro, el proyecto expositivo La risa de las flores, que reúne obras de quince artistas asiáticos y españoles que han investigado la cultura de las flores en Asia. El primer proyecto se podrá visitar hasta el 7 de diciembre en la Terraza de la Flor, junto al Pabellón Villanueva, y el segundo, situado en la Sala Invernadero de los Bonsáis y en el Patio del Tilo, hasta el 25 de septiembre.
Comisionada por la directora de Cultura y Exposiciones de Casa Asia, Menene Gras Balaguer, Un jardín zen negro pretende, por una parte, “rendir un homenaje a los habitantes de la Isla de La Palma que sufrieron las consecuencias de la erupción del volcán tras 85 días de actividad” y, por otra, “invitar a la reflexión ante los desórdenes ambientales que cada vez más padecemos a consecuencia del cambio climático”.
La exposición complementaria La risa de las flores se inspira en un verso del poeta japonés Matsuo Basho, extraído de sus Haikus de Primavera. El hilo conductor entre ambos proyectos es “la construcción de la identidad cultural, inherente a la relación que el ser humano individual y socialmente establece y mantiene con la naturaleza”, asegura la comisaria.
El arquitecto japonés Hiroya Tanaka es el autor del proyecto paisajístico Un jardín zen negro, comisariado por la directora de Cultura y Exposiciones de Casa Asia, Menene Gras Balaguer, que también es la comisaria de la exposición La risa de las flores, en la que participan 8 artistas españoles, (Frederic Amat, Marisa González, Manuel V. Alonso, Nicolás Combarro, Teresa Esteban, Javier Garcerá, Paula Anta, Ana Nance), así como dos japoneses (Mari Ito y Azuma Makoto), la iraní Mana Salehi, la filipina Wawi Navarroza y los coreanos Koo Jeong A, Lee Lee Lam y Han Sungpil. Cada uno de ellos ha creado sus propias representaciones imaginarias de la flora asiática, que presentan en distintos soportes como dibujo, pintura, fotografía, vídeo e instalación.
Un jardín zen negro en homenaje a la isla de La Palma
Se trata de una creación artificial que imita simbólicamente la naturaleza y se presenta como un espacio de contemplación, por oposición a la invitación al paseo que plantea el Jardín Botánico y sus colecciones científicas.
El carácter específico de este jardín japonés es que no sólo se trata de un jardín seco, sino de una creación paisajística que destaca por su composición. El arquitecto Hiroya Tanaka ha planteado un jardín cuya superficie se cubrirá con las cenizas de la lava del volcán de Cumbre Vieja de La Palma, reemplazando cualquier otro material artificial como la gravilla blanca u otras similares a las que se utilizan para muchos jardines similares. “La intervención del Cabildo de la Palma ha sido indispensable para poder recoger las más de setenta toneladas necesarias para cubrir toda la superficie que ocupará este jardín seco”, recalca la directora Menene Gras.
La composición del jardín seco que se instala en el RJB se complementa con una selección de piedras de gran formato que se colocan articulando una constelación que se escribe sobre el paisaje. Esta constelación replica las siete islas del archipiélago de las Canarias, La Palma, El Hierro, La Gomera, Tenerife, Gran Canarias, Lanzarote y Fuerteventura, aunque el orden que sigue en la disposición responde a los criterios de organización del espacio del Jardín y su ocupación, para respetar los campos de visión y perspectiva que son propios de un jardín japonés. Las piedras o rocas representando las islas están a su vez rodeadas de las cenizas negras que se identifican con el océano que las embiste.
La risa de las flores, interpretada por 15 artistas contemporáneos
El título de este proyecto expositivo La risa de las flores se ha extraído de uno de los haikus de primavera del poeta japonés Matsuo Bashô (1644-1694), y reúne obras de artistas asiáticos y españoles que han investigado la cultura de las flores en Asia y “han dedicado una parte de sus trabajos a replicar lo que la Naturaleza crea por sí misma, aunque ninguno de ellos sea especialista en el arte floral ni botánico”, señala la comisaria de la muestra.
El denominador común, añade, es su “contribución a la presencia de las flores en las artes visuales y en las artes plásticas en el transcurso de la historia del arte, partiendo de la idea de la flor y su impacto cultural en el mundo”. Los soportes que utilizan son el vídeo, video instalación, fotografía, pintura y dibujo.
Los quince artistas que participan en el proyecto son los coreanos Han Sungpil, conocido por su Homenaje a Monet, evocando el jardín de Giverny, Lee Lee Lam por su particular Mona Lisa, o los dibujos de Koo Jeong A; los japoneses Mari Ito, cuya pintura propone una nueva manera de entender la naturaleza o Azuma Makoto, popular por sus creaciones y uno de los grandes representantes de la modernización del Ikebana mediante el uso de las tecnologías digitales; la iraní Mana Salehi y sus campos de azafrán.
A ellos se suman los artistas españoles, Marisa González con sus dibujos minimalistas, Manuel V. Alonso y su sketchbooks, los grandes formatos monocromos de Javier Garcerá, las pinturas de Teresa Esteban reproduciendo las flores nacionales de Tailandia y Filipinas, las fotografías de gran formato de Paula Anta, las flores de ‘Papers de l’India’ de Frederic Amat, o Ana Nance y Nicolás Combarro & Wawi Navarroza (filipina), a los que la práctica del viaje de formación y descubrimiento les ha hecho cambiar la mirada a otros mundos que desconocían.