El cadáver de un hombre de 56 años ha aparecido en su domicilio del distrito madrileño de Ciudad Lineal devorado en parte por su propia perra tras permanecer encerrados más de un mes.
El hallazgo ocurrió el pasado domingo, 1 de septiembre, en el bajo del número 48 de la calle de Esteban Collantes, en el distrito madrileño de Ciudad Lineal. En dicho piso vivía Matías, un hombre de 56 años, cocinero en la cárcel de Valdemoro y enfermo de cáncer linfático, junto a su perra.
Al parecer, los vecinos del inmueble comenzaron a mediados de agosto a detectar un olor muy fuerte procedente del bajo, aunque responsabilizaron de ello a alguna rata muerta de la zona. Además, pensaron que Matías estaba de vacaciones al no escuchar ladrar a su perra.
Sin embargo, según avanzaban los días, el hedor se hizo insoportable, e incluso salían bichos bajo la puerta, lo que llevó a los vecinos el pasado domingo, 1 de septiembre, a avisar a la Policía. Una patrulla acudió al lugar, golpeando la puerta del bajo.
Nadie contestó, aunque se oyeron ladridos de perro. Ante ello, y con ayuda de los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid, accedieron al piso a través de la ventana, rompiendo las rejas con una radial y forzando el cierre posterior. El hallazgo fue macabro.
En la vivienda encontraron montones de basura y heces y, en el dormitorio, estaba el cadáver de Matías junto a su perra, que había sobrevivido sin agua y alimentándose de las piernas de su dueño, de las que solo quedaban los huesos. El servicio de animales de Madrid, Sevemur, sedó al can y se lo llevó a la perrera municipal.
Según las primeras investigaciones, Matías llevaba más de un mes muerto tras fallecer de forma natural por el cáncer que sufría. Al parecer, y según relatan los vecinos, el fallecido lo pasó «muy mal» desde la muerte de su madre hacía tres años y no se llevaba bien con sus hermanos