MCyP denuncia que la nueva estación de Gran Vía «amenaza el patrimonio histórico de Metro»

Gacetín Madrid
  • MCyP denuncia ante la Dirección General de Patrimonio la reforma de la estación de Metro de Gran Vía, «que amenaza con destruir los restos originales del ascensor de Antonio Palacios».
  • Las obras, según MCyP, «supondrían la destrucción completa del antiguo acceso de la estación y sus vestíbulos subterráneos de 1919 y 1934, que no forman parte del recorrido actual, y por cuya antigüedad les ampara la disposición transitoria primera de la Ley 3/2013 de Patrimonio Histórico».

A principios de octubre pasado, Metro de Madrid anunciaba que próximamente se acometería la reforma de la estación de Gran Vía para dotarla de accesibilidad con ascensores, ilustrando gráficamente la propuesta con un dossier con perspectivas renderizadas y planimetría que indica las modificaciones planteadas.

En una superposición básica de la planimetría histórica, actual y prevista, se aprecia cómo el proyecto de reforma supone la destrucción del pozo de acceso con ascensor y escaleras original de 1919 y del vestíbulo subterráneo complementario construido en 1934 a raíz del incremento de viajeros.

El diseño original Metro de Madrid, trazado por el arquitecto Antonio Palacios «de manera decisiva, se ha desdibujado hasta casi la extinción, banalizando sus elementos históricos, barriendo decoraciones y poniendo en peligro incluso sus elementos más auténticos conservados como son las Cocheras de Cuatro Caminos», critican desde la plataforma Madrid Ciudadanía y Patrimonio (MCyP).

La estación de Gran Vía fue una de las ocho que se inauguraron en octubre de 1919, y su acceso con ascensor fue uno de los iconos de la compañía diseñado por Palacios. A pesar de ser uno de los arquitectos más reconocidos de la arquitectura española del siglo XX -y muy especialmente en Madrid, donde se aglutina el grueso de su obra- pasa por ser también uno de los más maltratados y ultrajados.

Varios de sus edificios han sido ya destruidos, incluyendo el que fue su propio estudio, el Hotel Florida o el palacete de los Condes de Maza; y otros muchos han sido gravemente alterados en su configuración espacial y de acabados originales.

El ascensor estuvo en funcionamiento hasta 1970. La construcción de la línea 5, con correspondencia en la estación de Gran Vía supuso la conexión con la línea existente y la creación de nuevos accesos para los que se implantaron las -entonces modernas y novedosas- escaleras mecánicas. Estos nuevos accesos conllevaron el cierre y desuso de los originales de 1919 y 1934, quedando condenados tras tabiques que cegaron sus conexiones iniciales con la estación de la línea 1.

En la actualidad, con el Metro a punto de cumplir su centenario de inauguración en octubre de 2019, habiendo cumplido el pasado 23 de abril de 2017 el del inicio de las obras, «vemos nuevamente peligrar una de sus edificaciones más singulares, como fue la estación de la Red de San Luis, finalmente llamada Gran Vía».

La Ley 3/2013 de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, contempla en su disposición transitoria primera, la protección cautelar de diversos bienes, entre los que se incluyen las estaciones de ferrocarril anteriores a 1936. En ese sentido la estación de Gran Vía cumpliría en fechas -tanto la parte inicial de 1917-19 como su ampliación de 1934- los requisitos para ser amparada por esta
disposición.

Desde MCyP «consideramos imprescindible que se acometan reformas en las estaciones carentes de accesibilidad para personas con diversidad funcional, dado que la movilidad es un derecho que ha de garantizar un servicio público de transporte como es el Metro. Sin embargo, no se ha hecho ninguna consideración sobre las preexistencias que a priori están o pueden estar».

«Junto a la estación de Sol, fueron las dos únicas que tuvieron históricamente ascensores; y si bien la de Sol ha sido ya completamente desfigurada, Gran Vía por el contrario es recuperable en su sentido original. Podría -de cara al centenario- recuperar su parte histórica con uso funcional y su configuración original, conectándola hábilmente a unos accesos universales y adaptados».

«Se trata de hacer del patrimonio algo vivo y conectado con nuestra realidad, afrontando su conservación a la par que resolviendo necesidades de justicia social», demandan desde MCyP.

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