La ‘cadena de vida’ salva a un nadador infartado en una piscina de Vicálvaro (Madrid)

Gacetín Madrid

Rafael Díaz Díaz, jubilado de 67 años de edad, se ha salvado de una parada cardiorrespiratoria gracias a la llamada «cadena de la vida» tras sufrir un infarto de miocardio que le derivó en una parada cardiorrespiratoria en el distrito madrileño de Vicálvaro.

Los hechos ocurrieron en la mañana del pasado 29 de diciembre mientras nadaba en la piscina del Centro Deportivo Municipal Margot Moles, en Vicálvaro. Según relata Rafael, «estaba haciendo natación en esta misma piscina, más o menos por donde esa escalerilla. Me noté algo raro en mi organismo y no hacía pie y mi cabeza pensó, digo, bueno, como me quede aquí me ahogo porque me hundo, porque no tenía fuerza. Ya a duras penas llegué hasta la orilla y ya hice pie».

«Ya fui andando hacia el monitor que me vio la cara y me dijo, oye, ¿te pasa algo, Rafa? Digo, sí. Bueno, pues sal. Al pasar por debajo del separador ya perdí el conocimiento. Me dijeron que me cogieron aquí en la escalera esta, que yo ya no tenía fuerzas para subir», ha indicado en declaraciones.

Por su lado, un bombero del Ayuntamiento de Madrid, que se lanzó a la piscina, una voluntaria de Protección Civil y su pareja, todos usuarios del centro, ayudaron al socorrista a sacar a la persona del agua y rápidamente comenzaron a llevar a cabo las pertinentes maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP).

«Yo me puse a la cabeza del paciente, el 112 por el teléfono, al socorrista también le iba dando instrucciones, pero yo directamente iba marcándoles el ritmo de la RCP para que la hicieran bien e iba diciéndoles si la presión era correcta o no», ha relatado la voluntaria de Protección Civil.

A continuación emplearon el DESA (desfibrilador semiautomático) con el que cuenta el Centro Municipal y, a la segunda descarga lograron la resucitación de Rafael. A su llegada, los sanitarios del SAMUR-Protección Civil atendieron a al víctima, inconsciente pero con pulso. Tras intubarle, le trasladaron al Hospital Gregorio Marañón.

Tras cuatro días ingresado en el hospital, donde le colocaron un stent, fue dado de alta sin complicaciones ni secuelas neurológicas. «Todo fue muy rápido, que es que estaba muerto cuando me cogieron. El agradecimiento lo van a tener toda mi vida. Muchísimas gracias, de corazón», ha concluido Rafael.

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