El coste de criar a un hijo se dispara un 10% en Madrid hasta los 896 euros mensuales

Gacetín Madrid

La inflación acumulada en los últimos dos años ha disparado en un 10% el coste de la crianza en la Comunidad de Madrid, situándola en 896 euros mensuales de media por hijo en 2024. En los últimos 6 años, esta inflación “específica de crianza” es del 39% (desde los 645 euros de entonces). Si lo comparamos con el coste de la crianza a nivel estatal –758 euros en 2024– en la Comunidad de Madrid es un 18% más caro criar a un hijo. Así lo evidencia el estudio El Coste de la Crianza en España 2024, que ha realizado Save the Children.

La crisis de precios experimentada en los últimos dos años continúa impactando en la cesta de bienes y servicios necesarios para la crianza. Con independencia del ciclo económico, los hogares con niños y niñas son los más afectados por la evolución de los precios, con una “inflación específica de la crianza” que supera ampliamente –entre un 5% desde 2022 y un 103% desde 2018– a la inflación general.

La vivienda continúa siendo el principal gasto para las familias madrileñas (22%), un 13% más cara que hace dos años y acumula una subida del 162% en los últimos 6 años. En muchos casos, la llegada de un niño o niña requiere una casa más grande y un desembolso mayor. Asociado a la vivienda, también destaca el fuerte incremento (21%) de los gastos de suministros (luz, gas, agua…) debido a la crisis de oferta energética experimentada en 2022.

Tras la vivienda, el segundo gasto principal es el de la alimentación (16,3%), otro de los sectores con mayores subidas de precios. Llenar la cesta de la compra ha subido un 25% en los últimos dos años y un 41% desde 2018. Estos incrementos de precios reflejan bien el impacto de la inflación en los hogares con niños y niñas, especialmente los de rentas medias y bajas, que destinan una parte mayor de sus ingresos al consumo de estos bienes básicos, mermando o incluso haciendo imposible su capacidad de ahorro.

La alimentación, la vivienda y los suministros del hogar no son las únicas partidas que crecen por encima de la inflación general acumulada y que empujan al alza el coste de la crianza, también sufren fuertes subidas la partida de muebles y enseres (un 24% más respecto a 2022), así como la de ropa y calzado (un 11% más).

Aunque el aumento en sanidad es fuerte en términos porcentuales al incluir el coste de los productos de salud visual,10 hay que tener en cuenta que tiene un peso menor al de otras partidas. No obstante, estos productos implican con frecuencia desembolsos importantes e imprevistos de importantes cuantías. Según la última ECV, el 37,3% de los niños y niñas madrileños viven en hogares con serias dificultades para afrontar gastos imprevistos, 5 puntos y medio porcentuales más que en 2022.

El coste de la crianza por edades

Las necesidades de los niños y niñas van cambiando a medida que crecen. El coste de la crianza (tabla 2) aumenta con la edad, oscilando el coste medio entre 806 y un máximo de 951 euros mensuales en la etapa de 7 a 12 años.

Los primeros tres años de vida se caracterizan por una alimentación particular, la necesidad de recambios de ropa más frecuentes y la compra de una cuna, un cochecito, etc.11 Desde el último cálculo en 2022, el coste para 0-3 años ha aumentado un 12%, por encima del aumento del coste medio del 10%. El gasto más elevado en esta etapa es el de conciliación (la escuela infantil), más de 1/3 del total, seguido de la vivienda (adaptar el espacio a la llegada de un bebé) y la alimentación.

A partir de los 4 años y hasta los 17, el gasto adicional en vivienda continúa siendo el principal desembolso mensual para las familias, algo especialmente preocupante ya que la vivienda es el escenario principal de la crianza y es vital para la seguridad y el bienestar de la infancia y la adolescencia. Esta presión se hace insostenible cuando el padre o la madre pierden su empleo y, en los peores casos, se producen los impagos y los desahucios. Cuando esto ocurre, supone una enorme ruptura de las trayectorias vitales de estos niños y niñas, que pueden acabar desarrollando trastornos depresivos.

En la etapa de los 4 a los 6 años se incorporan a la alimentación familiar y la habitación de bebé se convierte en una habitación de niño. El tipo de juguetes y el ocio cambian y la ropa sigue renovándose de manera frecuente. El segundo gasto más elevado es el de educación, seguido de la conciliación.

Respecto a 2022, observamos como entre los 7 y los 18 años, la alimentación ha pasado a ser el segundo gasto para las familias en lugar del tercero –entre los 13 y los 18 años ocupa un 20% del presupuesto familiar– reflejando el impacto del alza de los precios de esta partida en el bienestar de los hogares con niños.

De los 7 a los 12 años, la crianza alcanza sus valores máximos –951 euros al mes–y el impacto de la inflación de los dos últimos años es mayor (un 13% más que en 2022). Este hecho estructural contrasta con la menor focalización en estas edades de las políticas de apoyo a la crianza.

“La crianza representa una carga económica considerable para las familias, especialmente en la adolescencia, y se ha convertido en un factor de riesgo significativo de pobreza”, asegura Andrés Conde, director general de Save the Children. Las familias con hijos o hijas deben destinar más de la mitad de su renta a estos gastos, y la probabilidad de estar bajo el umbral de la pobreza aumenta un 70% para quienes tienen menores de edad a su cargo”.

Reforzar las políticas públicas de apoyo a la crianza

El estudio concluye con una llamada a reforzar las políticas públicas de apoyo a la crianza, como la implementación de una prestación extendida por hijo o hija a cargo. La creación de una prestación de carácter universal o casi universal destinada a la crianza sería un paso fundamental para reducir la desigualdad entre las familias.

Esta medida ayudaría a las familias con una parte de los costes de crianza, eliminando barreras burocráticas y proporcionando un apoyo continuo, especialmente para aquellas con menos recursos. “Los próximos Presupuestos Generales del Estado son una oportunidad para comenzar a avanzar en la creación de esta prestación, que cuenta con un alto grado de consenso entre las fuerzas políticas”, considera Andrés Conde.

Además, Save the Children propone rediseñar y revalorar el Complemento de Ayuda para la Infancia (CAPI), con el objetivo de mejorar esa ayuda para apoyar mejor a las familias con niños y niñas mayores, especialmente adolescentes. Un ajuste en el valor del CAPI para estos hogares permitiría cubrir una mayor proporción de los gastos derivados de la alimentación, educación y otros servicios necesarios para un desarrollo adecuado.

El conjunto de prestaciones contributivas y no contributivas se actualizan periódicamente en función de voluntades políticas, lo que comporta un riesgo evidente de que sean partidas no priorizadas y congeladas ante shocks económicos. Cuando las prestaciones de distintos niveles administrativos se actualizan, a menudo lo hacen de acuerdo con diferentes indicadores, como el IPREM o el IPC general.

Por ello, Save the Children también pide que el diseño de políticas de apoyo a la crianza eficaces tenga en cuenta dinámicas de futuro que garanticen su suficiencia y eficacia en cualquier contexto, al margen de voluntades políticas. En el caso particular de las transferencias ligadas a la crianza, al afrontar las familias con niñas o niños una inflación específica y estructuralmente mayor que la inflación general, este indicador debería estar institucionalizado, es decir, que se cree un índice de precios de la crianza que asegure que la compensación por los sobrecostes de la crianza sea en todo momento suficiente para lograr su propósito.

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