La Sección 27ª de la Audiencia Provincial de Madrid juzga desde este martes, 12 de septiembre, a partir de las 10:00 horas, a E. G. G., un hombre de 84 años de edad que asesinó a su mujer, de 81 años, tras propinarle hasta catorce martillazos en el domicilio de ambos en el distrito madrileño de Moratalaz.
La Fiscalía Provincial de Madrid solicita quince años de prisión para él. El representante del Ministerio Público, que le imputa un delito de homicidio, sostiene que el acusado actuó “con ánimo de imponer su voluntad” y como manifestación de su poder de control sobre la vida de su pareja, “al creer que ella tenía una relación extramatrimonial y le iba a abandonar”.
El acusado, según relata la Fiscalía, la tarde del 15 de junio de 2021 comenzó a discutir con su esposa cuando ambos se encontraban en la cocina de su domicilio ubicado en la calle Montpellier (Moratalaz) en el transcurso de la cual la mujer le dijo que “ella hacia lo que quería”. Así, sobre las 20:00 horas de ese día, el hombre decidió acabar con la vida de C. M. L., de forma que cogió un martillo encofrador y de manera “imprevista” y repentina, le propinó un golpe en la cabeza.
La víctima huyó hacia el cuarto de estar donde E. G. G. le alcanzó y le volvió a golpear con el mismo martillo en “repetidas” ocasiones mientras la mujer gritaba “déjame, estás loco, que me vas a matar, socorro” hasta caer al suelo, “donde continuó propinando golpes en la cabeza de la misma hasta en más de 14 ocasiones, con extrema agresividad”.
Poco después, tras ser avisada por los vecinos ante los gritos de auxilio que profería la víctima, la Policía se personó en el domicilio y, tras abrir la puerta, el acusado manifestó que había matado a su mujer, que tenía 81 años de edad, “porque se había follado a medio vecindario”. Pese a que fue trasladada al Hospital 12 de octubre, C. M. L. falleció a las 02.30 horas del 16 de Junio de 2021 a los 81 años.
El acusado, tal y como refleja la Fiscalía, padecía en el momentos de los hechos un delirio celotípico (trastorno delirante de ideas persistente), en el que la capacidad de conocer está conservada pero la capacidad de procesar la información (pensar) recogida a través del conocimiento es patológica.
Así, que cualquier decisión que adopte estará “gravemente influenciadas” por ese procesamiento patológico de la información. Por tanto, añade que “su capacidad de actuar estará asimismo alterada, lo que explica el hecho de que el delirante tiene conciencia de lo que hace, pero su forma de actuar es patológica, ya que se basa en una grave alteración del proceso del pensamiento”.