- El Real Jardín Botánico se suma a la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente acogiendo la presentación del libro Todos los caminos llevan a los polos de Ana Alemany y prologado por Pilar Marcos, coordinadora de ‘Salvemos el Ártico’.
- La obra, publicada en Ediciones Casiopea, recoge 20 historias que transcurren en los rincones más fríos del planeta dentro de la colección “Caminos Casiopea”, iniciativa ganadora de la medalla de oro en el prestigioso premio Latino Books Awards (USA).
¿Qué puede mover a una mujer a dejar su hogar, su familia y amigos y adentrarse en un mundo tan inhóspito como la Antártida?, ¿qué fascinación causa el Ártico cuando algunos se proponen alcanzarlo?, ¿qué lleva a una española a alcanzar el Polo Sur en solitario? Ellas nos lo cuentan en el libro Todos los caminos llevan a los polos de Ana Alemany que se ha presentado en el Real Jardín Botánico (RJB-CSIC) coincidiendo con el Día Mundial del Medio Ambiente.
Sus protagonistas llevan a cabo proyectos de investigación entre los hielos árticos, viven en colonias de pingüinos, han enfrentado, rifle en mano, a osos polares, sorteado icebergs del tamaño de rascacielos o emulado a los primeros aventureros. A todas ellas les une un mismo denominador: temperaturas bajo cero en un desierto polar. Son científicas, biólogas navegantes, vulcanólogas, glaciólogas y aventureras que protagonizan hazañas sorprendentes.
Son además protagonistas de esta obra publicada en Ediciones Casiopea, tercer título de la colección “Caminos Casiopea”, iniciativa ganadora de la medalla de oro en el prestigioso premio Latino Books Awards de Estados Unidos prologada por Pilar Marcos, responsable de la campaña “Salvemos el Ártico”, de Greenpeace. 20 historias que transcurren en los rincones más fríos del planeta.
En palabras de Ana Alemany, la autora del libro, «el triunfo en la vida no es algo material… al menos, no exclusivamente. El verdadero éxito viene de conseguir ser uno mismo. Ese es el mayor logro que se puede alcanzar».
Mujeres con vocación científica
Cayetana Recio ha participado en tres campañas en la Antártida para investigar cómo afecta el cambio climático a los glaciares de la Isla Livingston (en el archipiélago de las Shetland del Sur). El suyo, es un trabajo equivalente a lo que sería hacer un balance económico, pero aplicado a la masa de los glaciares. Su trabajo indica si estos avanzan o, por el contrario, retroceden. Buscan la aparición de grietas y evalúan la posibilidad de desprendimientos hacia el mar, lo que ayuda a evaluar cómo van las cosas en el planeta.
Mª del Carmen Domínguez (Karmenka para los amigos), también sabe de la fragilidad de los glaciares. Decidió reorientar su carrera tras acudir a una charla sobre el glaciar Perito Moreno, impartida por Adolfo Eraso. En el 2001, ambos crearon el Proyecto Glackma, que emplea los glaciares como sensores naturales del calentamiento global y registro del cambio climático. Hasta la fecha llevan 58 expediciones glaciológicas.
En cuanto a la matemática Belén Rosado, es miembro del Laboratorio de Astronomía, Geodesia y Cartografía de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Cádiz, que arrastra 30 años de experiencia en campañas antárticas. En 2014, teniendo 22 años, Belén participó en su primera campaña. En la actualidad, lleva cuatro. «El volcán de la Isla Decepción es un laboratorio natural que aporta datos muy fiables». Su trabajo consiste entre otras cosas en «escuchar cómo respira un volcán en la Antártida».
Biólogas entre pingüinos
Henar Roldán partió hacia Isla Decepción en 1994 para estudiar a los pingüinos. De los 11 habitantes de la isla, entre militares y científicos, solo tres eran mujeres. Aquella experiencia le marcó y sirvió para lo que hizo después. Fundó la empresa de2naturaleza, con la que cada día intenta inculcar su amor por el planeta a los más pequeños.
Josabel Belliure trabaja con una población de 20.000 parejas de pingüinos. «Tan intenso es el presente aquí que a veces dudas del pasado. Pero, ¿habré hecho yo algo diferente en algún momento de mi vida que trabajar con pingüinos?», se ha llegado a preguntar esta bióloga. El 80% de lo que se conoce de esta especie, proviene del trabajo de los investigadores españoles destinados en esta colonia situada en Isla Decepción.
La llamada de la aventura
Jacques Cousteau decía: «Il faut aller voir» -«Tenemos que ir y ver»-. Eso es lo que pareció animar a la viguesa Chus Lago, que en enero de 2004 se convirtió en la primera española en alcanzar el Polo Sur en solitario, tras 59 días de travesía. Sin ayuda, y con un solo reabastecimiento, completó los 1130 km que separaban Hércules Inlet, en el grado 79 hasta la Base americana Amundsen-Scott.
La francesa Dominick Arduin no tuvo tanta suerte. Quiso lograr un reto que se le resistía, y lo intentó varias veces. Su vida pareció ir orientada a conseguirlo pero una concatenación de hechos lo impidió. Tras alcanzar el Polo Norte Magnético esquiando, su siguiente objetivo fue el Polo Norte Geográfico, lo que no pudo culminar al tener que ser rescatada tras caer al agua cuando el hielo cedió bajo sus pies.
El saldo de aquella aventura fue la amputación de todos los dedos de sus pies. El Polo siguió siendo su obsesión y acabó con su vida. En su último intento por alcanzarlo, esta aventurera desapareció.
Navegando entre icebergs
Para María Campos, capitán del Sarmiento Gamboa, la ecosonda es un útil habitual de trabajo. Dirige con destreza el timón y los oficiales de cabina aguantan la respiración cada vez que esta orensana sortea un glaciar. Cuando sus travesías coinciden con las horas sin luz de algunos meses, todo está oscuro como la boca de un lobo. Pero lo espectacular del paisaje cuando este emerge entre la niebla, siempre borra el mal trago. El Sarmiento Gamboa es el único buque español (junto con del Hespérides), que ha surcado las aguas del Ártico y la Antártida.
María ha estado al mando de este Buque de Investigación Oceanográfica en los dos últimos años, dando apoyo a las Bases españolas en aguas antárticas, llevando material, víveres y transportando personal de un lado a otro a demanda de las zonas de investigación. Lo suyo, es pura vocación.
Una vida diferente
«He podido comprobar que ese: “contigo hasta el fin del mundo” que le prometí al hombre que amo no era una metáfora». Macarena Villarreal se ha habituado, al igual que Sara Ulloa a una vida que transcurre a 40 o 50 grados bajo cero. “Villa Las Estrellas” es el único poblado civil de la Antártida. Allí viven seis familias chilenas.
Es un lugar frío, pero vivo. Con mujeres y niños, con pingüinos y skuas, con un colegio, un gimnasio, una iglesia y un supermercado. Cada día, se abren camino a paladas entre vientos huracanados. El avión con los suministros llega cada seis semanas y cada “colono”, ha debido pasar varios exámenes médicos y psicológicos para probar su aptitud de vivir en un lugar tan alejado, sin servicios de urgencia y sin el bullicio de cualquier ciudad.
Aquí han descubierto lo que alguna vez alguien les había dicho y no creyeron: que la vida es sencilla. Mucho más fácil de lo que nos empeñamos. No hace falta ir al centro comercial, ni al teatro, ni estrenar zapatos para ser feliz.
La presentación ha contado con la participación de la autora del libro Ana Alemany, el periodista especialista en el Antártico Valentín Carrera, que ha ido introduciendo a algunas de las protagonistas del libro como Pilar Marcos, autora del prólogo, Josabel Belliue, Henar Roldán, Belén Rosado y Cayetana Recio.
Fotos: Jesús G. Rodrigo