por Luis A. Casas García-Valdecasas
El sistema político español requiere de una regeneración democrática urgente. El barómetro de diciembre de 2017 publicado por el CIS arroja unos datos alarmantes: el 73,4% de los encuestados considera la situación política de nuestro país como mala o muy mala, y la corrupción y el fraude como el segundo problema más importante, sólo por detrás del paro. Se trata, pues, de una situación crítica para nuestro sistema político que requiere de respuestas contundentes por parte de los actores políticos de nuestro país.
Uno de los principales actores políticos de nuestro sistema político, como democracia representativa que es, son los partidos políticos, ya que éstos son los intermediarios entre la ciudadanía y el gobierno del país –el poder- a través de las elecciones: las elecciones en un sistema democrático legitiman al sistema político como referente de la sociedad, a los distintos partidos y a la designación de un gobierno concreto.
En la actualidad, los partidos políticos españoles se caracterizan por tener estructuras más cerradas –con una estructura vertical-, profesionalizadas y con una gran dependencia del Estado, donde los militantes y, en último término, los propios ciudadanos quedan excluidos de las decisiones de los partidos. De ahí que sea necesario una reforma profunda del funcionamiento de los partidos políticos, como es la elección de sus líderes para las elecciones generales a través de primarias abiertas, que obligarán a los partidos a ir más allá de su estructura organizativa velando por los intereses de la sociedad como conjunto. Por tanto, las primarias pueden ser un mecanismo que ayude a revertir, al menos en parte, esta situación.
Pero ¿qué son las elecciones primarias? Consisten en procedimientos internos utilizados por los partidos políticos para seleccionar a los candidatos que los representarán en una elección general. La forma en que estas elecciones internas se celebran depende del marco legal, de las reglas internas de los partidos y de las prácticas informales vigentes. Partiendo de esta definición sería bueno diferenciar entre dos tipos de primarias: las primarias cerradas en donde los candidatos son elegidos sólo por los afiliados del partido, y las primarias abiertas en donde son los electores en general los que participan.
Puesto que a través de las elecciones se legitima la elección de gobierno, las primarias abiertas suponen un paso más en la democratización del sistema político, entendiendo democracia como gobierno del pueblo. A partir de las funciones que, según Torrens, cumplen las elecciones podremos ver las ventajas de las primarias abiertas con respecto a las cerradas.
En primer lugar, las primarias abiertas generan más participación que las cerradas al facilitar y desarrollar canales de participación para los ciudadanos para que puedan elegir al candidato o candidata de un partido político. Un ejemplo de ello fueron las elecciones primarias abiertas que el Partido Socialista Francés celebró en 2011, en donde el número de simpatizantes que participó fue 10 veces mayor que el número de afiliados del partido. En segundo lugar, producen más representación que las cerradas puesto que es la ciudadanía la que elige a la élite política de los partidos políticos, permitiendo que haya una convergencia ideológica hacia el centro de los electorados, lo que hace que sean más representativas puesto que se acercan más a las preferencias del electorado de las elecciones generales. En tercer lugar, las primarias abiertas ofrecen una mayor legitimación de los candidatos que las cerradas al ser elegidos por la voluntad popular de la ciudadanía, saliendo reforzados de los procesos, lo que dota a los candidatos de mayor autonomía con respecto al partido político. Y, por último, proporcionan gobierno, pues son los ciudadanos los que eligen a la persona que encabezará el ejecutivo desde el origen del proceso, es decir, desde la elección de los candidatos de los distintos partidos políticos, lo que acerca la política a la sociedad condicionando las políticas públicas del futuro gobierno, ya que los candidatos se habrán posicionado claramente en relación a determinados issues –por ejemplo, si van a invertir más o menos en sanidad-.
Partiendo de la definición de democracia que desarrolló Sartori como sistema de gobierno, es decir, como aquel sistema institucional que mediante las normas y los mecanismos de participación facilita que se den las circunstancias necesarias para que se dé la libertad e igualdad de todos los ciudadanos, sería positivo que las primarias abiertas se institucionalizasen a través de una reforma de la LOREG (Ley Orgánica del Régimen Electoral General) para que estén reguladas por ley.
Asimismo, sería fundamental que la ley obligase al Estado a facilitar las estructuras y organización de los procesos de primarias abiertas, por ejemplo, contando con los registros electorales que se emplean en las elecciones generales, en lugar de los partidos, ya que éstos tienen una serie de limitaciones, como la necesidad de que los votantes se registren o paguen una cuota, independiente de su renta, para poder participar. De este modo no habría restricciones a la hora de tener que votar, como sí sucedió en 2011 con las primarias abiertas del Partido Socialista Francés, en donde había que registrarse previamente o pagar un euro. De hecho, una encuesta nacional de Gallup de 1976 realizada en Estados Unidos mostró que la principal razón por la que los electores no participaban en las primarias era que no estaban registrados -31%-.
Por otro lado, ya que un proceso de primarias abiertas sería más costoso para el Estado, sería positivo hacer coincidir todas las elecciones generales en un mismo día (locales, autonómicas y generales), haciendo coincidir también en otra fecha anterior –dos o tres meses- las primarias abiertas a todos los niveles. Asimismo, para dotar de mayor estabilidad al sistema, cuando un candidato ocupe un puesto en el gobierno no sería necesario hacer primarias en ese partido.
Todos estos cambios podrían venir recogidos en la LOREG, en consonancia con los cambios que Podemos y Ciudadanos han planteado en su reforma, como es la eliminación del voto rogado o la obligación de dos debates televisados por ley. La alarmante situación en que se encuentra nuestro sistema político requiere de reformas democráticas valientes que estén a la altura de las circunstancias.