Ramón Martínez Rodríguez es un joven historiador de la literatura, ensayista, novelista y activista LGBT español. Miembro del PSOE desde el 2005, se afilió por el compromiso de este partido con los derechos sociales tras la aprobación en julio de la reforma del Código Civil que permitió el matrimonio entre personas del mismo sexo en España. También colaboró activamente en asociaciones como Arcópoli, Cogam y la Fundación Triángulo.
Se doctoró en Filología por la Universidad Complutense de Madrid. Es máster en Gestión Cultural. Como investidador de la literatura, ha estudiado el teatro barroco español del Siglo de Oro, en especial sus aspectos relacionados con la representación de la heterodoxia sexual (como la homosexualidad, el afeminamiento o el travestismo). También es experto en literatura homosexual española.
Como escritor, es el autor de la novela «Esta noche tú decides», finalista del IX Premio Odisea de Narrativa LGTB, y ha presentado recientemente «La cultura de la homofobia y como acabar con ella». Aparte de su activa labor como conferenciante y de su participación en diferentes foros académicos y políticos, es columnista de opinión habitual de la página Cáscara Amarga.
Como autor de “La cultura de la homofobia y como acabar con ella”, ¿qué te ha llevado a escribir un libro sobre este tema?
Era necesario volver a hablar de homofobia. El movimiento LGTB ha entrado en crisis después de la aprobación del Matrimonio Igualitario: invertimos tanto esfuerzo en ese único objetivo que, una vez conseguido, es perceptible un gran vacío en el discurso reivindicativo. Es necesario volver a poner el foco en la violencia que padecemos lesbianas, gais, bisexuales y transexuales y yo he querido contribuir a la reconstrucción de nuestro discurso con lo que mejor sé hacer: reflexionar y escribir.
¿Quién consideras que son los culpables de la homofobia? ¿Piensas que se necesita más educación?
Ojalá fuera tan fácil. Ojalá bastara con señalar a un grupo determinado de personas y decir «son ellos». El problema de la homofobia es que no tiene unos culpables únicos: la homofobia está entrelazada en cada uno de los aspectos de nuestra cultura. Lo que necesitamos es adquirir consciencia de esa realidad, para poder denunciar una serie de caracteres culturales que sostienen el discurso homófobo. Y sí, para ello es necesaria la educación, pero también una nueva forma de llevar nuestra reivindicación a lo educativo: precisamente los actuales agresores homófobos son quienes más charlas sobre diversidad han recibido siendo alumnado. No vale un simple aumento en los recursos educativos sobre tolerancia y respeto, es preciso replantear todo el sistema educativo para que verdaderamente fomente el sentido de ciudadanía, de empatía hacia otras personas. Creo que el camino no es otro que humanizar la educación, que hoy consiste fundamentalmente en la adquisición de una serie de destrezas técnicas.
El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero ha hecho el prólogo de tu libro, ¿cómo surgió esta idea? ¿Qué opinas de la política llevada a cabo durante su mandato respecto al colectivo LGTBI?
Siempre he admirado mucho al Presidente Zapatero: creo que es el mejor ejemplo de aliado para nuestro movimiento: un varón heterosexual que no dudó en apostar por nuestra igualdad, siguiendo además las indicaciones que le hicieron los colectivos. Al buscar prologuista mi editora, Mili, y yo lo tuvimos claro: si podíamos conseguirlo sería un honor que quien transformó nuestro país para abrirlo a la Igualdad quisiera dedicarnos unas líneas. Sobre su política, es esto que afirmo: Zapatero es el mejor Presidente de Gobierno que hemos tenido, porque es el único que tuvo valor para poner la Igualdad entre todas las personas por encima de cualquier otro criterio. Hoy no es posible entender España sin valorar infinitamente su legado.
Y sobre la posición actual del PSOE respecto a la investidura de Rajoy, ¿qué opinas? ¿Crees que le va a afectar esto en algo al colectivo LGTBI?
Creo que aún no lo he conseguido digerir adecuadamente… Como persona LGTB tengo 72 razones para impedir a toda cosa un gobierno del Partido Popular: los 72 diputados y diputadas que firmaron el recurso contra el Matrimonio Igualitario, algunos de los cuales hoy siguen ocupando puestos de responsabilidad. No obstante, no deja de extrañarme que quienes califican la actuación del PSOE como de una «traición» hacia sus votantes sean, precisamente, quienes no lo han votado. Habrá que esperar para ver cómo se comportan unos y otros partidos después de este error: con los actuales números en el Congreso será posible avanzar en el reconocimiento de los derechos de las personas LGTBI. Espero que en este tema sea posible el consenso que ha resultado inalcanzable para investir un gobierno progresista.
¿Qué opinas sobre la proposición que se llevó a la Asamblea de Madrid sobre la Gestación Subrogada y el resultado de la misma?
No me gusta el eufemismo «gestación subrogada» para evitar hablar de un procedimiento de cesión o venta de hijos propios a terceros, creo que pervierte la realidad de una forma muy interesada y que pone en grave peligro los derechos de las mujeres. Además, no es en absoluto una cuestión LGTB, sino un tema del que debe ocuparse el Feminismo, y ha quedado muy claro que la gran mayoría de las asociaciones de mujeres se oponen a ese procedimiento. Yo me alegro de que la Asamblea de Madrid se oponga a la explotación reproductiva, pero me preocupa que haya partidos que le hagan el juego al discurso postmachista ahora que se disfraza de progresía… habrá que animar a esos partidos a que abracen el Feminismo, que es la mejor escuela de pensamiento político que existe.
¿Piensas que todas las reformas llevadas a cabo para atajar la homofobia son suficientes?
Todo lo contrario: está claro que no. El Matrimonio Igualitario y la primera Ley de Identidad de Género fueron hitos históricos, pero es el momento de seguir profundizando en las reformas, como lo hacen las Comunidades Autónomas que han empezado a promulgar leyes contra la discriminación a personas LGTB, y como lo será la recién presentada Ley estatal LGTB de FELGTB. Pero las reformas solo suponen los cimientos sobre los que construir la igualdad, levantar nuestros derechos requiere de un compromiso ciudadano que sólo se obtendrá con el paso del tiempo, con nuevos planteamientos educativos, y gracias a mucho trabajo activista.
Como responsable de formación de la asociación Arcópoli, ¿qué piensas que se debe hacer desde las instituciones para luchar contra la homofobia?
Precisamente la formación es una de las claves. Una transformación social no se puede llevar a cabo únicamente desde las instituciones, pero deben jugar un papel fundamental para propiciar el cambio. Entre otras muchas cuestiones, comprometerse con la Igualdad LGTB debe significar, institucionalmente, que todo el funcionariado público esté bien formado, tenga información veraz y suficiente para no obviar la realidad LGTB. Ese sería un gran adelanto, hacia el que ya caminamos, pero gracias a las leyes que llevamos años demandando desde los colectivos. Si nos prestaran más atención cuando lo requerimos, y no solo cuando resulta electoralmente rentable, podríamos adelantar años.
¿Consideras que desde el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid se está trabajando todo lo posible para acabar con la homofobia?
En absoluto. Es evidente que el cambio en el gobierno municipal abrió un mundo de esperanza, porque Esperanza no es alcaldesa, y que Cifuentes supone un Partido Popular mucho más cercano de lo que es habitual entre los conservadores. Pero de momento la Comunidad de Madrid solo ha aprobado dos leyes que aun hay que implementar, y será ahí donde valoraremos el esfuerzo del Gobierno Regional; mientras que el Ayuntamiento tiene aún mucho camino por delante: deben compensar el gran error de volver a multar a nuestro Orgullo, esta ocasión por primera vez en la historia con una multa de 12.400€ a un escenario coordinado por los propios colectivos donde participó la mismísima Carmena, y tienen desde hace tiempo la forma de llevarlo a cabo: el grupo socialista propuso hace más de un año la creación de una Oficina contra los Delitos de Odio contra el colectivo LGTB que aún no se ha desarrollado. De momento nos movemos en políticas de gestos, que son importantes pero no tienen potencial de transformación política verdadera. Hace falta muchísimo más compromiso, y mucha más interlocución con los colectivos LGTB tanto por Comunidad como por Ayuntamiento.
Son decenas los casos que se conocen de agresiones al colectivo LGTBI en Madrid en el último año, ¿qué recomendarías a una persona que ha sufrido una agresión de este tipo?
Desgraciadamente ya hemos superado los 200 incidentes en nuestra región desde que empezó 2016. Lo principal que hemos de hacer frente a estos casos es denunciarlos: contactar con el Observatorio Madrileño contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia, que desde el número de teléfono 618547166, disponible las 24h, atienden a las víctimas. Hay que poner denuncia en la policía, para que quede registro público de lo sucedido, y no silenciar lo que está ocurriendo: no podemos seguir callándonos las agresiones que sufrimos por el simple hecho de ser quienes somos. Con la voz bien alta, hablemos sobre homofobia, que lo necesitamos.
Y para finalizar, ¿Qué les dirías a aquellas personas que opinan que la lucha a favor del colectivo LGTBI no es algo primordial en este país?
Yo creo que esa gente debe plantearse principalmente si conoce el país en el que vive. En España vivimos unos cinco millones de personas no heterosexuales que vemos cómo continuamente somos objeto de agresiones y burlas, de homofobia con mayor o menor intensidad. Si nos preocupan los millones de parados, de personas dependientes, de pensionistas con ingresos insuficientes, ¿por qué no les preocupan esos cinco millones de personas que son sus hijos, nietos, hermanos, padres…? Porque en nuestra cultura sigue vigente la homofobia, como siempre lo ha estado, aunque ahora se nos presente de formas más sutiles. Es acerca de eso sobre lo que he escrito: para acabar con la homofobia necesitamos levantar el suelo de toda nuestra cultura y propiciar un cambio social que todo lo transforme. Porque hay millones de personas que lo necesitamos.