Investigadores del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO), centro mixto de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), han descubierto que la lamivudina (3TC), un medicamento utilizado en la terapia del VIH, puede tener un efecto positivo y enlentecer la progresión de la enfermedad de Alzheimer (EA).
Concretamente, después de tratar con 3TC ratones modelo de la enfermedad de Alzheimer durante tres meses, los investigadores observaron una mejora notable en el fenotipo de los animales y, especialmente, un aumento en la supervivencia del 30%.
Los investigadores también identificaron en los ratones tratados con 3TC mejoras en varios tests de memoria, así como una disminución en marcas histopatológicas propias de la EA, como son los niveles de proteína tau hiperfosforilada y la neuroinflamación asociada.
Estos resultados, publicados en International Journal of Molecular Sciences, posicionan los inhibidores de retranscriptasas utilizados en pacientes con VIH como una estrategia prometedora a desarrollar en el campo de las enfermedades neurodegenerativas y, probablemente, en el envejecimiento.
Genes «Saltarines», Alzheimer y envejecimiento
Los transposones (TE), también conocidos como genes «saltarines» o elementos móviles, son secuencias de ADN que constituyen más del 50% del genoma humano. Estos elementos, que se han ido autoamplificando en los genomas de los mamíferos a lo largo de la evolución, se dividen en dos grandes grupos.
Por un lado, están los transposones de ADN que se movilizan mediante el mecanismo de «cortar y pegar», aunque estos ya son inactivos en humanos. Por otro lado, los retrotransposones (RTE) se movilizan a través del mecanismo «copiar y pegar» mediante un intermediario de RNA, un proceso conocido como retrotransposición, que necesita una enzima llamada retrotranscriptasa. De estos, los más importantes son los retrotransposones tipo LINE.
Los RTE tipo LINE representan alrededor del 21% del genoma, pero sólo un pequeño porcentaje de ellos son secuencias capaces de «saltar» y llevar a cabo todo el proceso de transposición e insertar una nueva copia del transposón en el DNA genómico. Estas nuevas inserciones son una fuente importante de mutaciones e inestabilidad genómica celular.
Estudios anteriores han propuesto que los TE, silenciados durante buena parte del desarrollo, se reactivan a medida que los mecanismos de vigilancia y defensa celular comienzan a fallar como resultado del envejecimiento. Proceso que se ha demostrado en un modelo de neurodegeneración en Drosophila (mosca de la fruta).
Dado que el envejecimiento es el principal factor de riesgo en enfermedades neurodegenerativas como la EA, el estudio de los procesos de retratransposición en estas condiciones puede arrojar luz sobre estas patologías y desvelar cómo conseguir un envejecimiento saludable.
En este contexto, el trabajo desarrollado en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO) por investigadores de la UAM y del CSIC, se ha basado en analizar los efectos que la inhibición farmacológica de la retrotranscriptasa de los RTE tiene en la progresión de la enfermedad en un modelo animal de la enfermedad de Alzheimer.
Por otra parte, la lamivudina (3TC), un análogo de la citidina que inhibe las retrotranscriptasas y que se usa principalmente en la terapia del VIH, es un fármaco que muestra un perfil de seguridad aceptable en tratamientos a largo plazo en humanos.
Observaciones previas en modelos de Drosophila habían mostrado que 3TC suprime la movilización de TE. Aunque estas observaciones previas apuntaban al potencial terapéutico de 3TC para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas, hasta ahora no se había estudiado en un modelo de EA en mamíferos.
Enfermedad de Alzheimer
La enfermedad de Alzheimer (EA) es un trastorno neurodegenerativo progresivo, siendo el principal factor de riesgo la edad. Las dos principales marcas histopatológicas de la enfermedad son los ovillos neurofibrilares, formados por agregados de la proteína tau, y las placas seniles formadas por agregados de un péptico conocido como péptido beta-amiloide.
La mayoría de los casos de EA son esporádicos, sin una causa subyacente conocida, y apenas un 5% de los casos son casos familiares en los que se conoce la causa genética y, por tanto, son heredables.