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Decenas de personas han hecho este viernes cola, aunque no tan larga como otros años, para volver a los pies del Cristo de Medinaceli, cuyo tradicional ‘besapiés’ tampoco se va a poder celebrar este año ante el avance del coronavirus en Madrid, como ya ocurrió el año pasado.
Se trata de un evento multitudinario con más de 80 años de tradición por el que pasan más de medio millón de personas en apenas 24 horas. Sin embargo, ante las recomendaciones del Ministerio de Sanidad y de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, finalmente no se hará por segundo año el besapiés, pero si se podrá visitar a la imagen.
«No habrá besapiés del Cristo de Medinaceli, tampoco Entierro de la Sardina», indicaba el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida hace un par de semanas tras la presentación del proyecto de cubrición de la M-30 a su paso por el antiguo estadio Vicente Calderón.
El propio regidor de la ciudad de Madrid ha visitado al cristo este viernes, pero en una visita privada. A su salida ha afirmado que iba «en representación de todos los madrileños que no podían ir este año».
Ante el Cristo, que este año permanece en el camarín, y en un templo en el que se cumplen escrupulosamente las medidas de aforo e higiénicas y sanitarias frente a la COVID-19, están pasando este viernes miles de personas. El problema ha surgido en el exterior del templo: una doble cola rodeaba la fachada de la iglesia doblando por la calle Lope de Vega, con centenares de fieles con mascarilla, pero sin guardar la distancia de seguridad obligatoria.
Desde la basílica del Cristo de Medinaceli han anunciado además que el templo cerrará a las 10 de la noche para cumplir con el toque de queda (23:00-06:00 horas) impuesto desde la Comunidad de Madrid para tratar de evitar los contagios por coronavirus.
El arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, ha incidido durante la homilía de la Misa mayor, esta mañana a las 12:00 horas, en que «los sufrimientos están en el corazón de las personas, pero seguimos viniendo, con más intensidad que nunca, a pedir al Señor que nos ayude».
Ante el Cristo, el purpurado, como un peregrino más, ha asegurado que «vengo, como pastor de la Iglesia que camina en Madrid, a pedir al Señor que proteja, que cuide, a todos los hombres y mujeres que habitan este territorio». «Haznos salir de esta oscuridad –le ha pedido a Jesús de Medinaceli–; haz que vuelva la alegría y la esperanza a esta archidiócesis de Madrid».
También le ha pedido salud y trabajo para todos, y así lo esperaban los devotos que aguardaban a las puertas de la basílica. Sobre todo, salud. «Como José, al que delata su acento gallego aunque lleva afincado en Madrid desde los años 80, y los últimos 15 sin faltar a su cita con el Cristo». «Salud», repite, y su mujer, Mari, suplica: «Que nos haga ese favor…».