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Hay un nuevo modelo de negocio en nuestra ciudad, las “Dark Kitchen” o cocinas fantasma, que, como consecuencia de la COVID-19 que ha disparado la demanda de comida a domicilio, se ha multiplicado sin ningún control.
La portavoz adjunta del Grupo Municipal Socialista, Mercedes González, explica que “se trata de locales equipados para cocinar que no están a la vista, no tienen espacio para atender al público, que solo puede encargar la comida a través de plataformas digitales, y abren todos los días del año de 8 de la mañana hasta pasada la media noche”.
El negocio se ha ido extendiendo en Madrid “como un Amazon de la comida que está interviniendo en el mercado inmobiliario y en el modelo de ciudad”, asegura la edil, quien explica que “muchas áreas centrales de Madrid se han convertido en colmenas de cocinas, con un enjambre de riders que colapsan el tráfico en calles de carácter residencial”.
Generan un enorme volumen de residuos, que precisa un ingente número de contenedores, y necesitan chimeneas de grandes dimensiones, lo que perjudica sobremanera la iluminación y ventilación de las viviendas del patio donde se ubican.
“Producen ruido, olores, contaminación y alteran la tranquilidad de los barrios en los que se sitúan”, recalca la concejala, quien indica que “cocinan tanto como un restaurante con un aforo entre 700 y 1.500 personas y funcionan con autorizaciones de todo tipo sin criterio ninguno”.
En muchos municipios europeos han denegado la licencia a estos negocios por no encajar en el carácter residencial del barrio, mientras que en Madrid, el Ayuntamiento los ha dejado hacer “a cualquier precio, sin sopesar las consecuencias. Marianismo puro, pero no de Fuentes –como se apellida el delegado de Urbanismo- sino de Rajoy”.
“Las cocinas fantasma se han convertido en otro problema de ciudad, como las viviendas turísticas”, concluye Mercedes González, quien recuerda al Gobierno municipal que “su deber es planificar y modificar lo ya planificado cuando el interés general lo requiera”, de modo que “los espacios residenciales no dejen de ser lugares habitables y de convivencia”.