por Jesús González, vocal de Más Madrid en la Junta Municipal de Barajas.
Este mes de mayo se cumple un año desde que Más Madrid ganó las elecciones municipales. También pasa un año del acuerdo entre el PP, Ciudadanos y VOX que cambió el signo político del Ayuntamiento de Madrid.
Almeida prometió acabar con Madrid Central, pero se topó con los juzgados. Más suerte tuvieron él y la señora Villacís en desmontar la actuación de urbanismo táctico de la calle Galileo. Una peatonalización parcial y de reducido coste de apenas 100 metros que ambos amplificaron delante de las cámaras hasta hacerlo parecer una actuación kilométrica y costosa.
La foto quedará para la posteridad por su ridículo -Alcalde y Vicealcaldesa, sonrientes, haciendo una instantánea a una grúa retirando un macetero- y por la falta de visión política que denota.
En una Europa en la que las principales ciudades están en plena transformación de su modelo de movilidad, incentivando un mejor reparto del espacio público, favoreciendo al peatón y a medios de transporte alternativos al coche, Los partidos de Almeida y Villacís defendían los atascos de madrugada, el uso privativo y gratuito del espacio de todos por parte de unos pocos, la contaminación y las aceras estrechas.
Ahora, con la crisis sanitaria provocada por el nuevo coronavirus, esta actuación se les vuelve en su contra y, con tal de no aceptar su error, el delegado de Medio Ambiente y Movilidad de Almeida y Villacís, Borja Carabante, se muestra inmóvil ante una situación de urgencia extrema que requiere de medidas contundentes.
Frente a la rápida reacción de ciudades como Milán, París, Valencia o Berlín y otras alrededor del mundo para implantar itinerarios ciclistas y peatonales provisionales -que en el caso de Milán se anuncian como permanentes-, Madrid se queda a la cola.
Carabante ordenó el cierre de BiciMAD, obligando a todos sus usuarios a usar el transporte público, exponiéndose al virus, o a utilizar el coche, aumentando el tráfico y la contaminación. Carabante mantiene cerradas las zonas verdes, se niega a ampliar espacios peatonales y a implantar carriles bici en toda la ciudad.
Esta situación no trascendería del plano político si no fuese porque, ahora más que nunca, es una cuestión de salud pública. Miles de calles de nuestra ciudad son demasiado estrechas como para garantizar una distancia de 2 metros entre personas. Las aglomeraciones que se están produciendo tendrán un impacto directo en el número de personas infectadas y podrían llevarnos a una segunda oleada que nos confinase en nuestras viviendas hasta el otoño.
De seguir por este camino, el más que previsible hundimiento del uso del transporte público derivará en un colapso total de la movilidad urbana y en un empeoramiento de los objetivos de calidad del aire que respiramos.
Madrid necesita un modelo de movilidad resiliente y sostenible, pero Madrid se ha topado con personas que utilizaron los avances en carriles bici, espacios peatonales y restricciones al coche como arma contra un gobierno, el de Manuela Carmena, que sí pensaba en la salud de la ciudadanía.
Señor Almeida, señora Villacís, acepten su derrota. Entiendan que las actuaciones que van encaminadas a mejorar la ‘caminabilidad’ de la ciudad ya no son el futuro, sino el presente.
Actúen ya para hacer de Madrid una ciudad a la altura de las circunstancias, abran las zonas verdes, amplíen espacios peatonales, ejecuten carriles bici segregados, dejen de preparar subvenciones millonarias para la industria del automóvil y eviten que nuestra ciudad se convierta en el vagón de cola de la nueva movilidad.