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Espejismo presupuestario español en la organización de la Conferencia Mundial del Clima

Gacetín Madrid
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por Jesús Antonio Rodríguez Morilla, Doctor en Derecho (Cum Laude) y Diplomado en Estudios Avanzados UE.

El autor no es del todo ajeno a la organización de eventos mundiales.

De hecho, fue corresponsable años atrás, a las órdenes directas de la COMISARÍA GENERAL PARA LA EXPOSICIÓN UNIVERSAL SEVILLA’92, en la organización en dicha Ciudad de la I REUNION DE PARTICIPANTES.

Una asistencia récord de representantes internacionales que superó el número de 100 naciones.

Uno de los principales problemas con los que se encontró la Organización fue con el patrocinio económico. El mismo problema actual ante la Conferencia Mundial del Clima.

En aquel entonces, existió un Banco con fuertes vinculaciones en el exterior, que, para eludir una eventual competencia de sus homónimos en España, puso a disposición de la citada Comisaría una cantidad respetable.

Parece ser que lo genuino se impone, y según recientes declaraciones, dos grandes Eléctricas, podrían encabezar el abierto “banderín de enganche”. ¡Cualquiera se niega!

Pero volvamos a la una de las escasas grandes experiencias demostradas por España.

Antaño, la principal aspiración por gran parte de los países participantes, y suponemos que igualmente ahora, consistía en que su presencia en Sevilla, no supusiera ningún tipo onerosidad hacia sus propios bolsillos, es decir, todo tipo de gasto revertiría hacia la Organización y Patrocinador. O sea, un planteamiento, hasta ahí, normal para sus intereses.

Tuve noticias de abusos nunca reconocidos oficialmente (cosas de la diplomacia), con lo cual económicamente los iniciales presupuestos, siempre excesivamente optimistas “se desbocaron” lo indecible, y naturalmente tuvieron que afrontarlos las arcas del Estado, ya que la entidad bancaria llegó un momento en que “puso los pies contra la pared”.

Posteriormente, ya más distante en actuaciones, pero sí en asesorías, participe igualmente en determinados aspectos organizativos de la Conferencia de Paz celebrada en Madrid.

Pero, en fin, centrémonos en la de Madrid, de gran importancia presupuestaria para nuestro País, dadas las actuales circunstancias.

No debemos olvidar que en esta Conferencia se juntan unas concomitancias especiales.

Según France 24, fue Balsonaro, aparente último responsable del desastre de la Amazonía, quién se vio obligado a retirar su oferta de organizar en Brasil la COP-25, por dificultades financieras, a pesar de las firmes promesas de su predecesor Michel Temer.

A continuación, la segunda oportunidad se presentaba con la hermana Chile, y huelga todo comentario.

Los cálculos iniciales del coste de la Conferencia tanto de Brasil como Chile, superaban con creces los 100 millones de Dólares.

Ante estas circunstancias, tampoco existió excesivo interés por terceros países, (Costa Rica), viéndose al unísono.  Naciones Unidas con una patata recién hervida en sus manos, junto al famélico prestigio internacional de nuestro gobierno, aparentando aquello de que se ha cumplido, lo que suele denominarse en política, extraños compañeros de alcoba.

Si añadimos ingredientes tales como las exhaustas arcas de la O.N.U., económicamente poco fiables, producto en gran parte de la racanería de su socio principal, E.E.U.U.;   improbables aportaciones de países participantes; etc. podríamos tener una serie de fallidos que al final recargarían aún más los seguros imprevistos presupuestarios.

La cifra gubernamental anunciada de 60 u 86 Millones de euros de financiación requerida, según se exponga, destinada al Evento, resultarían a mi juicio, insuficiente, y, porque no, hasta temeraria, ya que estos Actos son siempre los más propicios para que no se cumplan las estimaciones realizadas a priori.

Existe un riesgo real al tratarse de garantizar el mayor número de posibles participantes que faciliten al menos, el éxito presencial, ya que el económico mediante aportaciones y promesas, sabemos que en su mayoría son aplazados o incumplidos por los eventuales Patrocinadores debido a la cruda realidad económica.

En la Expo 92, sucedió qué si el anfitrión no se hacía cargo de todos los gastos organizativos, las bajas de participación irían en cascada y consecuentemente, no se podría cumplir el ansiado objetivo de batir todos los récords anteriores de participación.

Y claro, no se trataba de traerlos en autobuses y llenar polideportivos como si se tratara de actos electorales. No.

Según mis incipientes cálculos, expresados con todas las reservas, ante la falta de datos fehacientes, nos iríamos al doble o más, de la cantidad previamente calculada, considerando que los asistentes y sus acompañantes, exceden siempre inicialmente de los calculados inicialmente en origen.

Lo mismo ocurre con los alojamientos, preferentemente de 4 ó 5*, aunque se negocien bien las tarifas, aprovechando que nos encontramos en temporada baja.

Se trata de una sugerencia, pero debería pensarse más coherentemente por cuánto le va a salir a España un Evento efímero, rodeado de incógnitas y de no muy buenos presagios.

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