por MARCOS CARRASCAL
El verano es la estación del año dedicada al frenesí en un marco de calma. Parece que se ha impuesto la «ley del más solicitado». Hay que rellenar todas las celdas de los meses de la canícula con planes, viajes y deseos. Además, un estrangulador calor ahoga a todos los matritenses, y los espanta de sus moradas.
Entre las travesías a las ínsulas anglosajonas y la naturaleza rural; entre campamentos a parajes bien diferentes a los acostumbrados y planes en recónditos lugares, permanece la degustación del brasero llamado Madrid. A mí nunca se me antojó infernal la estancia veraniega en esta cuna de llamaradas que ha reducido a la capital. Todo lo contrario.
Madrid en verano significa un desafío a la rutina apisonada. Alberga una fragancia similar a la par que diferente a la de Navidad. Esta esencia compartida es la de la “liberación”.
Las marquesinas de nuestros barrios son embadurnadas de anuncios de propuestas para salir airoso del incendio gato. Las urbanizaciones y los distritos se recubren de piscinas. Los abrigos truecan por pantalones bermudas y sandalias. La pálida piel se tiñe de tostada pintura del Sol.
Como colofón de esta aventura estival, iniciamos el verano con el 26-J. También, en la semana de pre-electoralismo, dio comienzo una competición que verdaderamente mantiene en vela a toda España: la Eurocopa de fútbol. El país entero se ha sumido en una fiebre de efervescencia. Quizás, tanta importancia a estos eventos se debe a la fiebre veraniega.
El verano deja paso a un nuevo curso, lleno de ilusiones y de esperanzas. Algunos finales son colmados de depresiones y de crisis; otros, simplemente, de nostalgia. Sin embargo, los recuerdos de ese pasado inmediato planearán sobre nuestro fuero interno. Y esos recuerdos son los que vamos a hacer realidad en unos días.
Este verano va a ser especial. Pero lo verdaderamente especial será la disposición que cada uno tengamos con respecto del verano. Desde la página virtual de este diario, os hago un llamamiento a disfrutar de algo tan extraordinario como el verano en algo tan ordinario como vuestra ciudad; al menos, unos días. Asimismo, aventuraos en las empresas que serán las historias y las carcajadas del mañana.