por YAGO CAMPOS
Hace tres años, la mítica estación de Metro de Sol (y la línea 2 de metro, más conocida como “la roja”) perdía su encanto por culpa del contrato firmado por la Comunidad de Madrid con una multinacional británica de telecomunicaciones. El capitalismo voraz y la publicidad sin límites daba un nuevo mordisco a lo público obligando a la megafonía y cartelería del suburbano a anunciar el nombre de esta compañía.
Las críticas a este acuerdo no tardaron en aparecer, como prueban las acciones de Tapa La Marca, movimiento ciudadano que durante estos años se ha manifestado en contra de este abordaje tapando el logo de la compañía allí donde estaba presente, recordándonos a tod@s la necesidad de un transporte público digno. Nadie duda que, para conseguir un sistema público de transportes eficiente y justo, el apartado de los ingresos es vital, de ahí que la publicidad dentro del metro, en espacios acondicionados para ello, sea necesaria para que l@s usuari@s podamos seguir disfrutando del mismo. Pero vender el nombre de la estación más famosa y de una de las líneas con mayor afluencia de pasajeros es ir un paso más allá. En el nombre de cualquier aspecto de la realidad reside su propia esencia. Venderlo supone abrir la puerta a transformar el concepto de transporte público. Se empieza con una estación, con una línea y si les dejásemos con todo el conjunto.
Es ir un paso más allá porque supone una mercantilización de lo público, como ya hemos comentado, pero con el agravante de que ni siquiera va en favor del propio sistema. Se han percibido unos 3 millones de euros por una publicidad inmejorable, ( solo a diario pasan por la estación de Sol una media de 177.000 personas), a una compañía que obtiene unos beneficios exorbitantes, (37.5 M€ en uno de sus peores años fiscales) al mismo tiempo que el servicio se ha degradado, con mayores subidas en los precios (desde 2005 el precio del abono A ha subido un 49.5% y el del sencillo un 100%), recortes en personal y aumentos en los tiempos de espera.
Felizmente, el contrato expiró hace unos días y pudimos ver a l@s operari@s retirando la publicidad y los carteles de las estaciones pertinentes. De momento, Sol vuelve a ser de tod@s. El Sol vuelve a brillar en el metro de Madrid.