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‘The Comeback Kid. Buscando romper el muro de cristal’, por Sergio Pedroviejo Acedo

Gacetín Madrid
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Artículo de opinión por Sergio Pedroviejo Acedo, estudiante de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III de Madrid

Ciudadanos es un partido muerto. Lo cierto es que esto sería quedarse corto. Cs está K.O, frito, quemado, asfixiado, descabezado, triturado, desembarazado, hastiado, maltrecho, aplastado, en la lona, podrido, marchito, reventado y cadáver. Y no obstante, todo el mundo parece querer seguir ahogándole. Cuidado que de estar tanto tiempo bajo el agua le pueden terminar por salir agallas, y más cuando hablamos de Edmundo Bal que no es, precisamente, alguien que parezca achantarse.

Un año más, ha sido un duro invierno. El SEPE hackeado ha sido incapaz de otorgar las ayudas, muchas áreas se han confinado, pequeños negocios han cerrado y el toque de quedat odavía persiste. La primavera trae récords en vacunación y como poco a poco vamos recuperando nuestros días normales, mejor que aprobar unos presupuestos (eso es demasiado derecho administrativo – debió pensar el PP) nos lanzamos las urnas a la cabeza. Así el CIS, obsceno en sus cálculos, divulgó un empate técnico entre la izquierda y la derecha, y a los dos días “Spanish Civil War” ya era tendencia en Twitter. Mientras la polarización alcanza récords históricos en la España democrática, los moderados y centristas parecen refugiarse en la abstención hastiados de tanto vaivén y sin mensajes claros, serios y firmes que representen a la Tercera España.

Ciudadanos aparece en medios como un cadáver molesto que deambula sin saber cómo. Un desagradable insecto cuyo principal atractivo es verlo implosionar, arder y desaparecer en la historia. Mientras tanto, el show del goteo continúo, de las puñaladas por la espalda y los alaridos dramáticos de actores de razzie siguen sin cesar. Y uno que es nerd y liberal se le viene a la mente aquel 1992 y un perdedor a quienes todos daban por muerto que nació en un pueblo llamado “Hope”.

Algo más de doce puntos de apoyo en ocho días remontó aquel Clinton del que se decía era una “causa perdida” porque, seamos honestos, el Jefferson Smith de Capra tenía razón. El efecto Underdog, la simpatía que a veces nos despierta el eterno perdedor se suele dar. Nadie puede ser subestimado si consigue empatizar con esa pequeña parte humana de compasión y respeto a quienes lo dan todo por para defender sus convicciones aún cuando saben que lo más que puede esperar sea una derrota levemente sangrienta.

Si PP y PSOE se aferran con todas sus fuerzas a azuzar el miedo a quienes piensan distinto. Si VOX y Podemos juegan con el profundo odio que sienten hacia el mundo que el otro representa. Bal se presenta, y así lo repite, como el mero letrado que hizo lo que creía correcto en el momento más difícil. Sí, es posible pensar que en estos tiempos de polarización no hay sitio para quien quiera romper las trincheras. Pero, también es cierto que si miramos hacia el otro lado del muro de cristal que nos divide veamos, ni más ni menos, que a un vecino mucho más parecido a nosotros de lo que podríamos haber imaginado.

La movilización por la Tercera España se puede producir, al menos entre las filas del proyecto que con más ahínco la reivindica sí se está dando. Carpas y mesas se llenan de afiliados naranjas hablando ilusionados con los electores. Es raro, quizás solo sea una sensación al recuperar cierta naturaleza pactista. Pero, pareciera que con tanto ataque su gente haya señalado una línea en el suelo y se hayan conjurado para no retroceder más.

Para que esa movilización se produzca Bal no para de ir a donde haga falta para que le conozca la gente, bares, terrazas, y tele, mucha tele y municipios como Alcalá, Chinchón y Aranjuez, esta última una ciudad que aumentó su número de visitas durante Semana Santa (algo habrá tenido que ver la gestión de la Concejal de Cs Nerea Gómez Barrasa al frente de la delegación de Turismo, tenga cuidado, no vaya a ser que los conservadores se apropien de su trabajo también). Veremos cómo se comporta durante la campaña, aunque yo si fuera Isabel Díaz Ayuso evitaría los debates, no vaya a ser que el electorado pueda contrastar proyectos y candidatos.

A la hora señalada veremos qué sucede, pero tengan cuidado quienes pretendan seguir vociferando por una España dividida en bandos para desterrar al centro político del debate público, no vaya a ser que su mensaje de libertad, igualdad y regeneración democrática lo escuchen más de un 5% de los madrileños. Ya saben, las causas perdidas suelen ser por las que más vale la pena luchar.

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