por YSABEL SANZ
“Quienes alcanzan el poder con demagogia, terminan haciéndole pagar al país un precio muy caro.”
Adolfo Suárez
El 15M fue para muchos una vía de escape a la corrupción, una bocanada de aire fresco a lo viejo, rancio y sobrante de este país que vino con la idea positivista de modernizar, democratizar y limpiar las Instituciones que desafortunadamente, estuvieron manchadas desde hace mucho tiempo por manos que no merecieron ni la más mínima confianza, sin embargo, se ha convertido en la mayor carta de inestabilidad para España y no hay mayor ejemplo que los más de 300 días que llevamos sin gobierno.
Y es que no es de esperar, porque aquí en España siempre hemos sido diferentes, no sé si será por nuestro carácter pícaro, nuestras maneras de hacer las cosas o simplemente, que al Sur de Europa, no nos ponemos de acuerdo ni en la hora, y es que no hay que irse muy lejos históricamente para saber que por desgracia, siempre o casi siempre hemos resuelto los problemas de la manera menos ortodoxa posible.
La irrupción de uno de los grandes partidos políticos como Podemos y partidos que gracias a éste también saltaron a la escena nacional como Ciudadanos -pero ese ya es otro tema- , han repercutido severamente en el panorama español con gran fuerza y controversia.
Vinieron y prometieron el oro y el moro, aprovecharon la coyuntura económica y social para crear crispación entre la población, dividir y hacer de España algo que no se asemejaba a la realidad, utilizaron los platós de televisión, las radios y las calles para hacer de la política un circo, con una escenografía banal y sin fondo. Y es que me da la sensación de que “la nueva política”, entre los unos y los otros, lo único que tienen de nuevo son los nombres, porque en resumidas cuentas, uno representa la más vieja y retrógrada de las políticas comunistas y de dudosa ética, y el otro, el mayor oportunismo político, con la utilización de caras bonitas y el buenismo rencarnado en persona.
No pretendo pecar de crédula –porque no lo soy- pero, la ruptura del bipartidismo, el consenso, la estabilidad y los valores tradicionales que desde el año setenta y cinco que se intentaron fomentar, se han perdido. Y es que los nuevos partidos no han venido a dialogar, no han venido a fomentar una democracia mejor, ni una estabilidad mayor a la que teníamos, sólo pretenden ocupar el puesto que les interesa.
Por eso, quiero una España mejor, quiero políticos que de verdad piensen en nosotros y no en los sillones, quiero políticas y toma de decisiones que nos favorezcan aunque estas impliquen impopularidad, y es que ahora mismo, lo único que tenemos son eslóganes y sonrisas, y desgraciadamente con eso no se hace política.
Necesitamos una socialdemocracia fuerte, que no se deje seducir ni por populismos, ni nacionalismos, que sólo nos llevan a la ruptura nacional y también por eso, quiero un centro derecha que sea capaz de dialogar, de llegar a acuerdos y no imponer por “decreto ley” absolutamente todo y es que, lo que seamos capaces de construir entre todos ahora, será lo que en un futuro podamos tener garantizado.
España necesita a los dos grandes partidos, necesita pactos, regeneración real, moderación y altura de miras. España sólo necesita firmeza para afrontar los grandes retos que ahora mismo nos atañen, y eso, sólo pueden garantizarlo los dos partidos que lo avalaron durante más de cuarenta años, lo demás, es palabrería.