por IGNACIO PANTOJA
Muchas veces, mi militancia en política me hace pensar si me estoy equivocando, militar en un partido de neurotípicos hace que se luche por los derechos sociales de los trabajadores y trabajadoras neurotípicas.
He pensado tantas veces, y tanto, sobre qué papel deberíamos jugar las personas que estamos en el espectro del autismo en la sociedad, que me lleva al caos y al desconcierto.
Pienso que las personas con un trastorno del espectro del autismo (TEA) no nos deberíamos enfrentar por cuestiones de política, ya que nuestros intereses en política deben de ser y tienen que ser los mismo por encima de los partidos de izquierdas y derechas de los neurotípicos.
Una vez leí sobre Aspergia, un mundo imaginario en la que la gran mayoría de las personas que lo habitaban eran personas con TEA, siendo una minoría las personas que no lo eran.
Por ello me planteo que las personas con TEA, para encontrarnos en un futuro mejor deberíamos unirnos socialmente, formar nuestras propias asociaciones y sindicatos y no esperar a que los neurotípicos realizaran las obras de lucha social por nosotros.
La manera de demostrar que no somos inútiles es decirles a los neurotípicos (NT) como somos y no lo que nos lo digan ellos.
Fuera de toda imagen de fantasía como Aspergia, es bueno y muy necesario que entendamos que nosotros tenemos una identidad propia y que debemos llegar a ser lo que nosotros queramos y no lo que nos digan que debemos de ser.
Debemos darnos cuenta que, nuestra principal reivindicación y nuestra principal política no puede ser el simple eje izquierda-derecha de los NT, sino lo que nos separa en los derechos sobre ellos.
Quizá al lector le suene raro lo que escribo, pero hay que ser consciente de que todo avance que repercuta en los derechos sociales debe de ser mantenido por una idea de identidad propia, y esta, como personas con TEA no debe de afectar al nivel socioeconómico, nación, raza, religión o cultura, ya que en todos los lugares y rincones del mundo pueden aparecer personas con TEA que, sin tener grado de parentesco, nos parezcamos entre nosotros, e incluso cierto acervo genético común.
Por todo esto, y aunque suene a ciencia ficción, no podemos dejar de darnos cuenta de lo que nos jugamos, de que somos personas y no tenemos por qué tener que quedarnos atrás o de ser considerados inferiores, que no tenemos que dejar de ser amados o queridos porque la sociedad no nos comprenda y nos estigmatice, que tenemos derecho a vivienda, trabajo, amigos y pareja y sobre todo libertad para ser como queramos.
Soy muy consciente de que vivimos en una sociedad neurotípica que nos dificulta nuestra realidad, porque al no entendernos nos causa estrés y malestar, tanto a nosotros como a nuestros familiares por la dificultad en comprender y en ser comprendidos.
Siempre las luchas que se han dado en la Humanidad cuando por primera vez se han pronunciado han sonado extrañas, pero el decirlas, el creérselas como yo me las creo, hacen que poco a poco vayan calando en la sociedad y por ello cambiando. Por ello soy coherente y milito en un lugar donde se defienden los derechos sociales de los más desfavorecidos, aunque tenga mil dificultades para hacerme oír y aunque interese poco, creo que se trata de un valor en potencia que debe ser escuchado.
Es bueno que la sociedad se abra a la realidad, sin negarse a ella y aceptando e incluyéndonos a todos sin excepción.