por YAGO CAMPOS
Hace apenas unas semanas el laborista Sadiq Khan se impuso en las elecciones por la alcaldía de Londres al conservador Goldsmith. Si ya de por sí estos comicios siempre reciben una importante cobertura mediática, Londres es una de las principales ciudades europeas y mundiales en términos económicos y culturales, éstos se han seguido con especial interés por una razón añadida. Las creencias religiosas de ambos candidatos, Khan de confesión musulmana y Goldsmith de origen judío.
Inevitablemente, el hecho religioso tuvo una influencia notable y la campaña dejó algunos momentos para olvidar, con comentarios antisemitas por un lado y comportamientos islamófobos por otro. Dejando de lado estos condenables comportamientos, algunas voces han mostrado su malestar debido a que, por momentos, este factor ha parecido decisivo para inclinar el voto de un lado u otro y no tanto las propuestas que había detrás de cada candidato. Así pues, ¿se deberían haber obviado las creencias ya que pertenecen a la esfera privada del individuo?
En política parece complicado que cuestiones como la confesión, raza, orientación sexual o género no influyan. Cuando nuevas voces, normalmente excluidas, logran irrumpir en el panorama político, es normal que cuestiones de esta índole resalten y se ponga el foco sobre ellas. No tiene que ser malo per se. El hecho de que un afroamericano alcanzara la presidencia de Estados Unidos, país con profundos problemas raciales, fue por sí mismo relevante de igual manera que lo será el día que una mujer consiga ser presidenta de nuestro país. Son circunstancias que revisten un gran potencial simbólico por cuanto representan, la gran mayoría de veces, una sociedad dispuesta a ser más plural e integradora.
En cualquier caso, la solución pasa, primero, por tratar la información de forma adecuada, hay sutiles diferencias entre un titular y otro y , segundo, que sean las políticas las que se conviertan en el factor determinante a la hora de emitir el voto. Y esto porque, con el paso del tiempo, que Sadiq Khan sea recordado como un buen alcalde no dependerá del hecho de que fuera el primer musulmán en conseguir llegar a esa posición, sino por si logró gestionar la ciudad de manera justa y luchar por los colectivos que más lo necesitaron.