Negligencias, basureros y gamberrismo están detrás de la mayoría de los incendios en Madrid

Gacetín Madrid

Negligencias, basureros y gamberrismo están detrás de la mayoría de los incendios en Madrid. Esta es la denuncia que han llevado a cabo diversas organizaciones ecologistas como ARBA, la Asociación Ecologista del Jarama El Soto, Ecologistas en Acción, GRAMA y Jarama Vivo.

En un comunicado, exponen que en la Comunidad de Madrid, al igual que en el resto de España, los montes «arden todos los años por las mismas causas. Existen suficientes datos y tecnología para que se tomen medidas con antelación y evitar, al menos, parte del fuego que arrasa el país. Sin embargo, las comunidades autónomas no actúan y cuando arden los montes, se vuelve, una y otra vez, a culpar a la víctima, hay que limpiar los montes. Esas limpiezas eliminan buena parte de la biodiversidad forestal».

Según datos de la Dirección General de Emergencias de la Comunidad de Madrid, en 2021 se produjeron 314 siniestros: 258 fueron conatos, incendios menores de una hectárea y 56 fueron incendios mayores. Del total de siniestros, se conoce la causa de 308. De estos, 121 (39%) se debieron a negligencias, 93 (30%) fueron intencionados, 41 (13%) tuvieron su origen en gamberradas o juegos de niños y 24 (8%) empezaron en basureros ilegales o mal gestionados.

Dentro de las motivaciones de los incendios intencionados destacan el vandalismo con 22 siniestros y cuestiones relacionadas con la propiedad con 10 casos. El resto de las causas se reparte entre quemas agrícolas, herramientas (segadoras, radiales, motosierras) hogueras y barbacoas, tendidos eléctricos, fumadores o pirómanos (entendidas como personas con alguna patología).

Para el periodo 2019-2020 los porcentajes fueron, 36% negligencias y 35% intencionado. Es decir las negligencias han aumentado como causa de los incendios y han disminuido los intencionados. En el resto de España, los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITERD) para el periodo 2006-2015 que son los datos más actualizados, muestran un 24% de fuegos causados por negligencias y casi un 55% intencionados.

Es decir, la mayoría de los incendios se producen porque alguien los inicia. Por tanto, inciden las organizaciones ecologistas madrileñas, «es necesario intervenir para que las personas dejen de prender fuego».

«Concienciación y disuasión»

La mayor parte de los incendios podrían evitarse «si se tomasen medidas adecuadas», argumentan. Por ejemplo «no parece razonable que hayan desaparecido las campañas de concienciación desarrolladas en las décadas de los años 70 y 80 del pasado siglo. No se puede permitir que colillas mal apagadas, barbacoas o maquinaria sigan esquilmando nuestros montes y dañando a personas y propiedades. Posiblemente, una colilla, fuera el origen del incendio que se inició junto a la carretera y que arrasó más de 200 hectáreas, en 2021, en Batres, llegando a quemar viviendas, animales domésticos y huertos».

Paralelamente a las medidas de concienciación, añaden, «sería necesario incrementar la vigilancia en el medio natural y periurbano. Si en la Comunidad de Madrid, una de las principales causas de incendios forestales son los basureros, es inexplicable que no se tomen medidas ante los 672 vertederos ilegales, localizados por las organizaciones ecologistas». Este año, en Guadalix de la Sierra se ha producido un incendio en una parcela en la que se acumulaban, sin gestión, toneladas de residuos de podas.

Igualmente es necesario» restringir temporalmente actividades de alto riesgo, como el tránsito y estacionamiento de vehículos en zonas forestales, celebración de eventos en las decenas de fincas ilegales de bodas diseminadas por toda la región, uso de maquinaria (radiales, motosierras, maquinaria forestal). El incendio de Ateca en Zaragoza que ha quemado 14.000 hectáreas, se inició por la actividad de una durante una reforestación».

Por ultimo «debe existir un mecanismo disciplinario real y efectivo que sea ejemplarizante». «La libertad característica del Gobierno de la Comunidad de Madrid puede ejercerse con responsabilidad y concienciación, sin poner en riesgo el patrimonio natural, vidas y bienes», apuntan.

«Información y tecnología suficiente para tomar medidas eficaces»

Las estadísticas sobre incendios forestales cada vez son más completas. La tecnología permite conocer, casi en tiempo real, la perimetración y el avance de los incendios. Se tienen series históricas que indican la distribución de los incendios, la querencia, el punto de origen, la causa, los días en los que se producen más siniestros (este año según datos de EFFIS-Copernicus han sido sábados), incluso se conocen las horas de inicio del fuego. En España el mapa de siniestros y superficie quemada señala claramente el cuadrante noroeste como la zona más problemática.

En la Comunidad de Madrid los municipios con mayor número de siniestros se repiten, destacando especialmente Alcalá de Henares y Aranjuez. De hecho el incendio más grave de este año se ha producido en Aranjuez por una incidencia de un camión.

«Con toda esta información, cruzada con los datos meteorológicos, se trataría de tener voluntad para reducir esta lacra previendo actuaciones con anterioridad a los días de mayor riesgo», inciden. Pero los gobiernos regionales «siguen sin tomar medidas efectivas contra las causas, apostando casi exclusivamente por la extinción. Sin embargo, dadas las nuevas características climáticas, aumento de temperatura con periodos extremos y reducción de humedad, los siniestros se convierten en fenómenos de alto riesgo. Por ello, hay que hacer un gran esfuerzo por evitar que se inicien los fuegos».

«Los montes no son solo árboles, la biodiversidad reduce la propagación del fuego»

Los ecosistemas forestales de España ocupan algo más de veintiséis millones de hectáreas (26.280.281 ha), de las cuales casi quince millones (14.717.898 ha) están arboladas y unas doce (11.562.382 ha) desarboladas, que suponen respectivamente el 29% y el 23% del territorio nacional. Tienen parecida extensión los bosques de coníferas que los de frondosas (5,7 y 5,2 millones de hectáreas, respectivamente) mientras que los mixtos pueblan algo menos (3,9 millones de hectáreas).

En la Comunidad de Madrid la superficie forestal es de 442.658 hectáreas, el 55% de la superficie de la región. De estas el 61% es superficie arbolada y el 39% desarbolada. Todos los años, de acuerdo a los datos del MITERD, arde más superficie desarbolada que arbolada. En el decenio 2011-2020, el 76% de la superficie forestal quemada en España fue desarbolada y el 23% arbolada. En la Comunidad de Madrid, en el período 2019-2021, la superficie desarbolada incendiada ha sido el 58% del total y la arbolada el 41%.

Dada la gran superficie forestal sería imposible actuar sobre la totalidad, entre otras cuestiones porque la mayor parte es privada (el 72 % en España y el 67 % en la Comunidad de Madrid). Pero en caso de que fuera factible,» cabe preguntarse si lo que se pretende, cuando se plantean las limpiezas del monte es arrasar toda la superficie desarbolada, ya que está constituida por especies herbáceas, matorrales y arbustos, vegetación que considera combustible».

En cuanto a la superficie arbolada, ARBA, la Asociación Ecologista del Jarama El Soto, Ecologistas en Acción, GRAMA y Jarama Vivo, recuerdan que los bosques «no son solo árboles, por el contrario, son conjuntos de formaciones vegetales que forman, lo que se conocen como series de vegetación. Entre estas, el matorral y los arbustos juegan un papel fundamental para la existencia de la mayoría de especies animales». Considerar que esa biodiversidad es “combustible” o “energía dispuesta a arder” es «vulnerar las directivas europeas de Hábitats y Aves que protegen muchas de esas formaciones vegetales».

El fuego quema espacios protegidos

En la Comunidad de Madrid, desde 2019 se han quemado 2.893 hectáreas de espacios protegidos y Red Natura 2000. Esa superficie ardió en los incendios de 2019 de Cadalso de los Vidrios (espacio protegido Red Natura 2000 Zona de Especial Protección para las Aves Encinares de los ríos Alberche y Cofio) y Miraflores de la Sierra (Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares y espacio Red Natura 2000). En 2021, en el incendio de Batres (Parque Regional del curso medio del río Guadarrama y espacio Red Natura 2000). Y, este año, 2022,  en el incendio de la Reserva Natural de El Regajal-Mar de Ontígola y Red Natura 2000, en Aranjuz.

Según datos del Informe sobre el estado del Patrimonio Natural y la Biodiversidad de España a 2020, entre 2016 y 2019, la superficie afectada de espacios protegidos por incendios, en España, fue de 109.517 hectáreas. De estos datos se concluye que se está produciendo una grave pérdida de biodiversidad. Para luchar contra esta pérdida de naturaleza, paisaje  y patrimonio, «las limpiezas lo que hacen es contribuir a mermar  la biodiversidad que se pretende proteger. Obviamente si eliminamos el monte o, buena parte de la diversidad forestal, no habrá incendios forestales pero es una solución irracional».

Denuncias por desbroces injustificados en zonas de alto valor natural

En este sentido, las cinco organizaciones madrileñas recuerdan las numerosas denuncias interpuestas contra el Cuerpo de Bomberos de la Comunidad de Madrid por «actuaciones gravemente impactantes, injustificadas, sin planificación y muy opacas, en el medio natural de la región». Por ejemplo, señalan, «el ensanche del Camino del Pardillo a Colmenarejo, en el Parque Regional del curso medio del río Guadarrama;  desbroces en Prádena del Rincón, en la Reserva de la Biosfera Sierra del Rincón; eliminación de la orla arbórea y arbustiva de gran belleza, en el camino histórico de Oteruelo del Valle, en el Valle del Lozoya; desbroces intensos en la Cañada Real Segoviana, a su paso por El Escorial; en la Cañada Real de las Calerizas, entre Torremocha del Jarama y Torrelaguna o, la más reciente, en la Cañada Real Segoviana a su paso por Garganta de los Montes». Se da la circunstancia que «en los últimos años se está eliminando la totalidad de la cubierta vegetal, incluyendo ejemplares arbustivos y arbóreos de numerosas  vías pecuarias que son, precisamente, los terrenos en los que debe pastar y transitar el ganado extensivo. No tiene lógica».

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